Un café u otra cosa

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Ella sonrió aceptando su propuesta sin palabras. Le había parecido muy tierno la forma en la que se aproximó hacia ella, como si hubiese necesitado un poder especial para hacerlo. Se notaba que era tímido y que además los encontronazos previos le habían afectado. Por suerte, ella no necesitaba mucha ayuda para sacar conversación y mientras caminaban hacia el emblemático puente se enteró de que Flavio tenía 21 años, empezaba el último año de conservatorio con el piano y lo hacía nada más y nada menos que en Juilliard. Ella la había conocido a través de Glee y fue investigando conforme su vocación hacia la música iba creciendo. Era la escuela de los sueños de cualquier persona que se dedicase a eso pero jamás se le habría ocurrido que estuviese al alcance de alguien sin padres famosos. Se sentía bastante impresionada por el muchacho.
Cuando le preguntó qué hacía ella en Nueva York, le contó lo del musical, pero en vez de decirle que la compañía le pagaba una habitacioncita en una residencia para artistas, le dijo que compartía piso con unos amigos. Quería impresionarle aunque no sabía el motivo y que una chica seis años mayor que tú viva en un cuchitril mientras tú estudias en una Academia de alto standing, no debía ser la mejor manera.
-¿De dónde eres?-preguntó Flavio, llevando por primera vez la iniciativa.
-De un pueblito de Alicante, ¿tú?
-Anda, yo soy de Murcia-contestó con una gran sonrisa
-Yo estoy a hora y media...-pero la conversación se acabó abruptamente.
Acababan de entrar en el puente en sí y el East River se alargaba ante ellos hacia ambos lados e incluso se podía vislumbrar la sombra de la Estatua de la Libertad. Sin embargo, lo mejor de todo eran las vistas de la ciudad, tan alta y moderna, enmarcadas en el puente de piedra. Sam no se pudo resistir y le pidió una foto a Flavio. Después intercambiaron los papeles.
-Ahora un selfie-dijo él acercándose y pillando a la rubia desprevenida.
Salían los dos bastante guapos, pensó Samantha.
Y así, entre charlas, fotos y silencios no incómodos, cruzaron el puente. A Sam le empezaron a rugir las tripas y Flavio rió por lo bajo.
-¿Comemos una pizza en Little Italy?-propuso.
-Vale, ¿cogemos un taxi?
-Samantha, está a menos de 15 minutos.
-Uy, es que no tengo ni idea de donde están las cosas.
-¿No has mirado un mapa de la ciudad para planear tu visita?-dijo Flavio entre escandalizado y divertido con el desastre de chica que era la rubia.
-La verdad es que no, voy sin rumbo. Tú tienes todo cuadriculado supongo, ¿no?
-Pues todo no, lista. No sé donde voy a parar a comer o a tomar algo. Pero el resto sí porque quiero aprovechar los días que tengo entero libres, que después voy a tener que estudiar e ir a clase.
-Haces bien, yo no te juzgo. Te propongo un trato.
A Samantha se le había ocurrido una idea que o bien salía genial o simplemente hacía que el chico pasase del tema. Y de ella.
-Te escucho-dijo Flavio un tanto dubitativo.
-Comemos y te acompaño en tu super organizada tarde de turismo.
-Me parece bien.
-No he acabado-vio como Flavio tragaba saliva-. Cuando se ponga el sol, vamos al hotel, nos cambiamos y salimos sin ningún plan a dejarnos llevar por la noche de Manhattan.
Flavio se lo pensó. Se pensaba todo, así era él.
-Mañana quería madrugar para ir a...
-¡Venga ya!-le interrumpió la valenciana.-Vas a estar un año entero viviendo en esta ciudad, por muy ocupado que estés, sacarás tiempo para ver lo que pensabas ver en una mañana, ¿no?
-Tienes razón... pero hay otro problema, y es muy grave. Te prometí que tocaría el piano al volver.-dijo el chico en broma pero con cara muy seria haciendo que Samantha se echase a reír.
-Lo vamos viendo-dijo guiñándole un ojo.
Cuando llegaron a Little Italy, buscaron un restaurante con buena pinta y comieron dos enormes pizzas que les supieron a gloria, comprobando aquello de que la pizza de Nueva York también es bastante especial. La comida fue agradable y Sam cada vez estaba más a gusto con Flavio, que no solo era guapo sino muy gracioso a su manera. Él se iba soltando poco a poco y se le notaba más cómodo. Tras una discusión por quien pagaba, ya que Flavio estaba empeñado en invitar a modo de disculpa, decidieron dejarlo en tablas por la cabezonería de ella.
-Entonces, ¿cuál es el plan?-dijo la de Beniarrés cuando salieron del local.
-No seas impaciente y déjate llevar, yo tengo el plan, tú limítate a seguirme-respondió con una media sonrisa que hizo que a Samantha le temblasen ligeramente las piernas.-De momento, te invito a un café u otra cosa, que vamos bien de tiempo. Y no acepto un no por respuesta.
Fueron a un pequeño café del barrio italiano y se tomaron sendos capuchinos en un silencio nada incómodo.
-En marcha, señorita. Cuando acabe el día igual te he quitado las fuerzas hasta para salir de fiesta.
Un escalofrío recorrió la espalda de la joven aunque sabía que esas palabras eran más inocentes de lo que aparentaban. O no.

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Hola! Disculpad la ausencia pero he estado en el pueblo y de viaje. De momento no voy a poner unos días para subir el fic porque con los singles y tal voy a estar ocupada pero sí seré algo más constante.

El capítulo de hoy es un poco corto y light pero os prometo que empieza lo bueno en el siguiente. OS LEO👀👀

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⏰ Última actualización: Sep 01, 2020 ⏰

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