El chico de ojos grises

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Me despertaron unas voces que se escuchaban a lo lejos, era una conversación muy intensa, que ya podía sentir el ambiente pesado, no podía abrir los ojos, los párpados los sentía demasiado pesados. Cada vez podía entender que era lo que decían.

—Casi la matas—dijo reprochando una voz desconocida.

—Ambos sabemos que no iba a morir—contesto una voz que si conocía, era Domenico.

Y hay fue donde empecé a recordar lo que había pasado, la chica que estaba con Poel ¿Estaba muerta? Los ojos de Doménico, yo besándolo a él, ¿que había hecho? Me empecé a desesperar por todo lo que había pasado, pero no me podía mover, estaba en una especie de parálisis, donde yo peleaba en mi interior y nadie me veía, solo seguía escuchando las voces.

—¡Eres un Idiota!—grito la voz desconocida—esta inconciente y no sabemos cuándo va a despertar, debe que tener una lucha en su interior.

Una lucha ¿Qué lucha? Y fue cuando empece a ver una sombra encima mío, la sombra era yo, con unos ojos completamente rojos, pálida como lo era Doménico, con el pelo negro, y una sonrisa muy aterradora, se acercaba más a mi cara, mis ojos estaban frente a mis ojos, pero eran tan diferentes, se veían terroríficos, me agarró de los hombros muy fuerte, con violencia clavo unos grandes colmillos en mi cuello, sentí un ardor impresionante.
Me desperté como loca peleando sola, lleve mis manos a mi cuello, tenía dos agujeros.

—¡Ahhhhh!—grite, se estalló un jarrón que había en una mesa, y dos chicos que habían en el cuarto salieron a volar contra una pared.

Ellos se levantaron como si nada fuese pasado, se acercaron sigilosamente, como si intentaron persuadir a una bestia. Ví al chico de los ojos negros, el cuál antes los tenía rojos, sentí que se revolvió algo en mi estómago, me daba terror, pero cuando voltee a mirar al otro chico tenía unos hermosos ojos grises, su pelo despeinado y rubio, y su cara era hermosa y angelical.

—Es mejor que estés afuera—dijo el chico de ojos grises, Domenico blanqueo los ojos—hablo en serio ¡Salte!—mando, este salió y cerro la puerta con fuerza.

Se había ido, me sentía más tranquila, visualice bien la habitación en la que me encontraba, no era grande, ni pequeña, el realidad no tenía nada especial esta habitación, solo había una cama inmensa en la cual me encontraba yo y unas sofás simples, una mesa de noche en la cual estaban los restos del garrón que había estallado.

—Iris—pronuncio mi nombre con suavidad.

Yo lo conocía, sabía que lo conocía, la confianza que me daba era única, no estaba asustada y que mi nombre saliera de sus labios me hizo saber que él también me conocía, esos ojos tan hermosos los había visto en algún lugar.

—Y... Yooo Te... Te conozco—balucee en un susurro casi inaudible.

—Si me conoces—confirmo, se acercaba cada vez más, sentía que mi corazón se fuese a salir de mi pecho, como si él supiera quién era ese chico, llego dónde yo estaba y se sentó a mi lado, cogió un mechón rebelde, lo coloco trans mi oreja—estas tan hermosa, cómo la última vez que te vi.

No sabía que decir o hacer solo estábamos ahí mirándonos el uno al otro, como si nuestras miradas dijeran todo lo que no podíamos decir.

—¿Que pasó? ¿Qué hago aquí? ¿De dónde te conozco? ¿La chica?—rompí el silencio lanzandole preguntas.

—Oohh bonita—dijo con su suave voz—tengo que contarte todo como lo hice hace unos años.

Hice una cara de confundía, no entendía, ya me había contado esto y ¿por qué no lo recordaba? Me sentía cada vez más confundida.

 Mi Oscuridad TentadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora