Capítulo Tres.

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Dongdaemun Design Plaza, un espacio chic en el corazón del Seúl, era el lugar ideal para un desfile de moda privado en el que participaban algunos de los diseñadores nuevos más interesantes de Corea. Joohyun emergió de la improvisada zona entre bastidores al espacio cavernoso, que vibraba con el ruido sordo de música tecno, con la iluminación caleidoscópica rebotando en las paredes inmaculadamente blancas.

Un zumbido en las sienes amenazaba con convertirse en el final perfecto y apropiado del día más horrible.

Y todo por culpa de Junmyeon.

Empezando por la cabezonería que le había hecho anular la firma del contrato, siguiendo porque había estropeado sus zapatos favoritos en la obra de él y terminando con que la había echado sin ceremonia de su apartamento.

No podía echarle la culpa de haberse rendido a la feroz atracción sexual que sentía por él, eso era culpa suya. Lo había seguido hasta su casa, prácticamente se lo había tirado con la vista y luego había cabalgado desvergonzadamente su mano hasta el orgasmo.

Sí. Todo culpa suya.

En un esfuerzo por dejar de pensar en los besos exigentes y voraces de él, y en su excepcional virtuosismo con las manos, observó el local con ojo crítico y expectativas altas. Miró las hileras de sillas llenas, los camareros elegantemente vestidos y la exhibición audiovisual de la pantalla grande.

Lástima que hubiera fracasado en su esmero con el contrato Morris. Suspiró y se hundió más en las sombras.

Una parte de ella, la antigua Joohyun, se resistía a su éxito. Sí, había tenido todos los privilegios posibles. Pero sin el equipo que tenía detrás, sin su ayudante, su competente encargada y sus hermanos, la dislexia implicaba que tenía que luchar con lo más básico.

Para los que no la conocían, lo tenía todo. Y sin embargo, planificar sola el desfile de esa noche, las listas, el orden de salida, las hojas de cálculo con lo que llevaría cada modelo y de qué diseñador, bastaba para que le explotara la cabeza.

Junmyeon tenía razón. Solo ella tenía la culpa de haber saboteado el contrato de Morris. Había fracasado una vez más. Se había boicoteado ella misma.

Se apoyó en la pared, manteniendo un perfil bajo. Casi nunca presumía de sus desfiles. Su marca de moda, el único aspecto de su vida que le causaba satisfacción, lo era todo para ella, pero había decidido desde el principio que no usaría el apellido Bae para hacerse publicidad, hacer contactos ni engrasar los peldaños de la escalera del éxito. Si triunfaba en una industria que era competitiva, a menudo voluble y siempre cambiante, sería solo por sus méritos.

Y el proceso creativo, desde hacer los bocetos de un diseño nuevo hasta coser uno de muestra y darle después un estilo propio, era lo que más orgullo le proporcionaba. Al menos era buena en algo.

Pero no estaba allí para ver desfilar sus diseños.

Tomó una copa de champán de una mesa llena de ellas y localizó un rincón tranquilo y oscuro desde el que ver el desfile.

El colectivo de jóvenes diseñadores emergentes a los que orientaba había trabajado incansablemente durante meses preparando aquel desfile y ella estaba allí para apoyarlos, pues sabía de primera mano la importancia de recibir un empujón al comenzar a subir la escalera del éxito. La industria de la moda era tan despiadada como cualquiera de los negocios de Bae Seung Heon.

Soltó un resoplido. Ella había aprendido con el maestro. No porque su padre hubiera dedicado nunca tiempo a su educación, ya que había preferido arreglar con dinero lo que él llamaba «el problema de su hija».

If It Is You [SURENE] -ADAPTADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora