Capítulo Ocho.

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El apartamento de Junmyeon en Gangnam había sido renovado con un gusto exquisito. Un equilibrio perfecto de muebles blandos y arte suavizaba el aspecto y hacía que Joohyun quisiera acurrucarse en el sillón de piel blanca y disfrutar de la salida del sol de Seúl.

Al pensar en sillones, sintió calor y anhelo. Su mente se llenó de recuerdos de la noche anterior y de lo que había hecho él al arrancarle el orgasmo con gran habilidad, como manipulaba una costurera diestra pedazos de tela de formas extrañas para conseguir la más exquisita de las prendas. Curvó los dedos de los pies desnudos sobre el suelo de madera pulida.

Apartó sus pensamientos de los orgasmos y, volviendo a lo que tenía entre manos, redujo el calor del fuego y dio la vuelta a la tortita con una sonrisa.

Joohyun se había levantado temprano, antes del amanecer, y había salido a la sala de estar de Junmyeon en busca de café, y entonces se le había ocurrido la idea de preparar el desayuno. Había buscado lo necesario en los armarios de la cocina, que al principio le parecían una pared intimidatoria de acero pulido, digna de un quirófano. Y casi había gritado de placer al encontrar arándanos en el congelador.

Colocó la tortita dorada en un plato, le echó arándanos por encima y echó un buen trozo de masa en la sartén para hacer otra.

El viaje por los recuerdos despertaba emociones no deseadas, que enfriaban su euforia sexual: los recuerdos asociados de la riña entre sus padres que habían terminado abruptamente su viaje de aquel año y la amistad entre las dos familias.

Por supuesto, ella ya se había apartado de Junmyeon. El miedo y la confusión al descubrir la aventura entre su padre y la madre de él la habían hecho tambalearse y huir asustada.

Se sonrojó con una ola de calor y la garganta oprimida. Podría haber llevado la ruptura de otro modo, con más madurez, y nunca le había explicado nada de eso a Junmyeon.

Pero no podía entrar ahora en aquello. Había pasado demasiado tiempo para excusas. Y la verdad...

Joohyun echó arándanos en la segunda tortita y le dio la vuelta con el estómago encogido.

¿Sabría él lo de Seung Heon y su madre? Eso explicaría su renuencia a hacer negocios con el padre de ella. Aunque la joven no lo culpaba por eso. Ella misma había jurado no hacer nunca negocios con Bae Seung Heon y, lo más importante, no comportarse nunca como él.

«¿Pero no es eso lo que estás haciendo? ¿Junmyeon, tu secreto sucio...?».

Movió la cabeza para apartar de su mente arrepentimientos pasados. El dormitorio estaba a oscuras cuando llevó la bandeja a la cama de Junmyeon. La dejó sobre la cómoda y abrió las cortinas para que la luz dorada de la mañana se derramara sobre el suelo.

Junmyeon dormía boca abajo, con los músculos de la espalda delineados claramente incluso en sueños, y la gruesa sábana blanca arrugada alrededor de sus caderas.

Joohyun apretó los muslos, maravillada por la visión de él desnudo. Se metió en la cama, olvidando las tortitas, y recorrió con la boca su espalda, entre los bien desarrollados montículos de los músculos. Él gimió y se movió. Ella deslizó una mano bajo la cadera de él, en busca de su pene, que encontró empalmado.

Le dio un par de tirones y lo soltó cuando él empezaba a despertarse plenamente para quitarse la camiseta que se había puesto para preparar el desayuno.

Junmyeon se dio la vuelta y alzó las manos hasta los pechos de ella antes incluso de haber terminado de abrir los ojos. Rozó los pezones con los pulgares, lo que envió oleadas de excitación hacia abajo.

—Una mañana puñeteramente fantástica —la voz de él sonaba espesa por el sueño, pero su polla, extendida sobre su vientre, estaba más gruesa y Joohyun no pudo evitar colocarse encima de él y deslizar su sexo resbaladizo por la longitud del pene mientras lo besaba, totalmente de acuerdo con su valoración.

If It Is You [SURENE] -ADAPTADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora