Capítulo Cuatro.

133 9 2
                                    


Joohyun se subió el vestido hasta medio muslo y se sentó a horcajadas sobre él para seguir con los besos frenéticos, casi desesperados, que habían empezado en el momento en el que se habían cerrado las puertas del vehículo. No se cansaba de la química que fluía entre ellos. Aquella lujuria era mucho más caliente que nada de lo que había conocido.

Incendiaria. Adictiva. Incontrolable.

No deseaba nada más que seguir donde lo habían dejado esa tarde en el apartamento de Junmyeon.

Deslizó la mano entre ellos y frotó a través del pantalón hasta que él gruñó en su boca y siseó entre dientes. No era suficiente. Ella lo quería desnudo, quería explorar cada centímetro de su magnífico cuerpo. Anhelaba tenerlo encima, sudoroso y decidido, llevándola al límite, como sabía que él podía hacer.

No le importaban nada el chófer ni el tráfico. Había tenido una muestra esa tarde y quería más. Más de lo que ofrecía él. Solo sexo. Un sexo increíble de los de agarrarse con fuerza a la sábana.

Cuando él había propuesto llevarla a su casa, ella se había dicho que aceptar le ofrecía una oportunidad más de intentar convencerlo de que siguiera adelante con la venta del Edificio Morris. Pero luego se había impuesto la sinceridad. Lo deseaba. Pura y simplemente. Y quería los orgasmos que le prometía. ¿Por qué no iba a aceptar lo que pudiera conseguir? Una aventura de la que podría alejarse, con suerte con el contrato Morris en la mano.

Ya no eran críos. Ambos eran capaces de separar el sexo del resto de sus vidas. Y en aquel momento, los negocios, su pasado y sus familias eran lo último que ella tenía en la cabeza. Su mente estaba llena a rebosar de aquel Junmyeon sexy y adulto, de su boca, del murmullo de su voz y del cuerpo duro que tenía bajo los dedos.

Besarlo era como besar a dos personas diferentes, al adolescente del que se había encaprichado en otro tiempo y al hombre en el que se había convertido. Familiar y desconocido. Grande. Más sexy de lo que habría podido imaginar, más exigente, más intuitivo, más todo. Eso, combinado con un toque de lo prohibido, hacía que estuviera próxima al orgasmo solo con besarlo.

El recorrido hasta su apartamento en Gangnam afortunadamente fue corto.

Las caricias, los besos y los toqueteos continuaron en el edificio de ella, a quien se le cayó dos veces la llave tarjeta del ascensor privado en su prisa por subir arriba con él y desnudarlo.

Una vez dentro del ascensor, él se apretó contra ella por detrás y colocó su erección entre las nalgas de Joohyun, lo que le produjo un cosquilleo que le subió por la columna. Apartó el pelo de ella y buscó con los labios la parte posterior del cuello para mordisquearlo.

—¿Vives sola? —preguntó. Su voz, espesa por la excitación, arañaba las terminaciones nerviosas de ella e iba directa a su clítoris. Casi no podía mantenerse erguida.

Cuando le agarró las caderas con sus grandes manos y se apretó contra ella, Joohyun giró la cabeza por encima de su hombro para besarlo en la boca.

—Sí.

Yunho, su hermano mayor, vivía en el apartamento de arriba, pero no quería dejar de besarlo para explicarle ese detalle innecesario.

Junmyeon le subió una vez más el vestido hasta la cintura y fue dejando un rastro de fuego con las manos a lo largo de la piel que desnudaba. Le agarró las manos, las alzó y le curvó los dedos en torno al pasamano.

—Agárrate.

Joohyun no tuvo tiempo de regodearse en la excitación que la recorrió al oír su orden ni en lo que implicaba. Junmyeon se dejó caer de rodillas detrás de ella, le separó las piernas y le besó primero una nalga con la boca abierta y luego la otra. El roce de sus dientes bajó por la parte de atrás de los muslos de ella y le debilitó las rodillas.

If It Is You [SURENE] -ADAPTADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora