Siete días habían pasado desde que ella dejara esa casa, todo se veía igual, su celular estaba justo en donde lo había dejado, la nota no estaba, tomó su celular, probablemente estuviera descargado, se dirigió hacia su refugio, también ahí todo seguía igual, conectó su celular a la corriente.
Todo estaba en silencio, se seguía respirando la misma soledad de siempre, pero no le importó.
Esperaba con ansia la llegada de su esposo, lo había echando tanto de menos, estaba dispuesta a dejar pasar lo que fuera que tuviera con esa mujer, si él le prometía terminar con ella, lo amaba tanto que sentía que era incapaz de vivir sin él.
Se recostó en la cama, últimamente se sentía muy cansada, pero supuso que se debía al largo viaje
Dos horas más tarde despertó sobresaltada, se escuchó la puerta de entrada al abrirse, aun no oscurecía, era él.
Salió a encontrarlol, lo hizo con cautela, no sabía cómo la iba a recibir, quizás aún estuviese enojado con ella por el plantón.
Cuando estuvo frente a él lo miró palidecer, no se esperaba esa sorpresa, con una punzada en el corazón se preguntó si no traería a esa mujer con él, por su expresión pareciese como si lo hubiera sorprendido haciendo algo indebido.
_ ¡Hola! - se acercó con timidez. El no salía de su estupor. Le dio un ligero beso en la mejilla, ella supo que no podía esperar más porque ni siquiera había respondido, parecía de piedra, cuando se apartó unos pasos, el pareció reaccionar al fin, pero se veía, aturdido.
_¿Cómo estuvo tu viaje? - atinó a decir.
Ella no respondió, lo miro con detenimiento, lo desconocía, el no era así, nunca perdía el control de sí mismo, siempre tenía una salida, una solución, lo que fuera y en ese momento parecía no saber como actuar.
_ Tenemos que hablar. - fue lo siguiente que dijo.
Ella asintió.
_ Primero me daré una ducha. - dijo dirigiéndose hacía la planta de arriba, hacia su dormitorio.
Ella solo lo miró marcharse, su corazón estaba a punto de detenerse, sabía lo que seguía, no necesitaba ninguna ducha para hablar, seguramente le urgía quitarse el aroma de esa mujer, además sabía lo que significaba ese "tenemos que hablar"
Ella casi se había vuelto loca extrañándolo y el había estado desesperado por su regreso solo para decirle que "tenían que hablar" probablemente para decirle que ya no la quería en su vida.
Con los ojos cristalizados se encerró en su refugio. Miró su celular cargándose, lo desconecto y lo encendió, al nada más hacerlo los mensajes empezaron a llegar sucediéndose uno tras otro, no tenía interés en leerlos, pero no tenía nada que hacer mientras esperaba así que abrió el primero, era de su amiga Serena, pidiéndole que se cuidara. Con desilusión miró que no tenía ni uno solo de Marcus, luego observo que tenía varios de un número desconocido, quizás eran de él, de otro número.
Lo abrió.
"Si pensabas que lo ibas a dejar llorando por tu ausencia estabas muy equivocada" decía el mensaje acompañado por una imagen del día en que ella se fue, era él con Loren colgada de su brazo y dándole un beso, por el fondo dedujo que estaban en una fiesta. “Él también sabe divertirse" terminaba el mensaje.
Una puñalada hubiera sido menos dolorosa, las lágrimas asomaron a sus ojos, había más mensajes, uno a uno los fue abriendo, en todos estaba él con ella, siempre en una situación comprometedora, sin embargo ninguno la impacto como el último, era él al lado de ella en una habitación de hotel, ambos metidos en la cama y por lo que se alcanzaba a ver, quizás ambos desnudos, ella estaba prácticamente sobre el besándolo y el con los ojos cerrados y rodeándola con sus brazos, parecían disfrutarlo.
Con dolor decidió que era suficiente, el hecho de que le rompiera el corazón no implicaba que pudiera dejar de amarlo, pero no estaba dispuesta a suplicar y viendo las evidencias el no tenía pensado siquiera reconsiderar salvar su matrimonio, aunque ella se lo pidiera, con rapidez hizo una pequeña maleta, pidió un auto de alquiler, el cual llegó con rapidez, ella sacó sus cosas las subió al auto y pidió al chófer que esperara, luego volvió al interior a esperar.
Marcus no tardó mucho en aparecer por las escaleras, lo miró por última vez, esa sería la imagen que se llevaría con ella, parado al pie de las escaleras, con el cabello húmedo tan atractivo y tan varonil como siempre había sido, su olor llegó hasta ella, su colonia mezclada con aroma a limpio, como deseaba abrazarlo y besarlo, aunque fuera por última vez, pero no le daría el placer de despreciarla una vez más.
_ Vamos a la sala. - ofreció él acercándose a ella. _ahí hablaremos.
_ ¡No! - lo detuvo dando un paso atrás. _ No hablaremos, todo está muy claro para mí. - se contuvo para no llorar y parecer firme.
_ Pero... Necesitamos hablar. - la miró confuso.
_ No hay nada de que hablar, no quiero escuchar mentiras de tu parte. - su voz se quebró. _ cuando menos deja que lo que hubo siga siendo perfecto y no lo manches con tus mentiras o tus excusas, porque las va a haber, y no quiero escuchar, yo se en que he fallado, y lamento tanto no haber sido suficiente para ti. Así que este es nuestro adiós.
Dio la media vuelta y abrió la puerta de salida.
_ !No¡ - exclamó angustiado de teniéndola por el brazo y cerrando de nuevo la puerta.
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CENIZAS
RomanceMarcus es un hombre muy atractivo, la envidia de cualquier hombre, maneja con habilidad sus empresas, goza de prestigio, tiene fortuna y las mujeres lo acosan, pero a él solo lo mueve una cosa... Sonia se siente afortunada tiene un esposo maravillo...