CAPÍTULO 3 SILENCIO, DECEPCIÓN ,ABANDONO.

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Marcus se quedo quieto ante el silencio de su casa, se veía todo tan sombrío, tan vacío, tan sin vida, su corazón se estrujo, miró con tristeza la carpeta que no había soltado en ningún momento de sus manos, la dejo en la mesa, ¿que importaba ya? Había tenido tanta ilusión de entregarla a su esposa, pero al parecer era demasiado tarde.

Ella no estaba, se sintió frustrado y enojado había pasado dos semanas ahogado en trabajo, tratando de llevar los negocios y organizando cada detalle de esa fiesta sorpresa, lo de menos hubiese sido delegar y contratar a alguien que se hiciese cargo, pero había querido hacerlo él personalmente, porque quería que todo fuera especial, quería que a pesar de que a ella no le gustaban las fiestas, esta le gustara, porque había sido pensada y ejecutada para ella, con detalles que sólo tenían significado para ella, estaba consciente de que hacía tiempo que se había abierto una brecha entre ambos y deseaba con toda su alma poner remedio a eso y esta era su oportunidad.

No entendía que había sucedido, ¿porque le hacía esto?
Simplemente le hubiese dicho que no quería nada y el hubiera parado, pero no lo había hecho... ¿O sí? y el no se había dado cuenta.

Con desesperación busco la nota que ella había dejado y que él aventó al cesto de basura, la nota no estaba, pero si la evidencia de porque ella se había marchado, con asombro primero y después con angustia, miró los manteles individuales que habían sido puestos en la mesa, las velas con indicios de haber sido encendidas en algún momento, los restos de comida que nadie había probado, incluida la vajilla en donde fue servida, todo estaba ahí.

De pronto todo se iluminó ante sus ojos, ahora entendía, ella le había preparado una comida especial por su sexto aniversario y el nunca había llegado, lo peor es que ni siquiera había tenido la delicadeza de avisar que no comería en casa. Su día había sido tan atareado que no le había dado tiempo y de hecho no hubiera comido si no es porque Loren casi lo había arrastrado a un restaurante cercano a la oficina y aún ahí, entre bocado y bocado había afinado los últimos detalles de la fiesta sorpresa, con el apoyo de ella.

Loren era una de sus mejores ejecutivas, dinámica, vivaz, muy eficiente y muy tenaz, a pesar de que el había detenido en varias ocasiones sus avances ella encontraba la forma de acercarse a él, cualquiera que los viera pensaría que eran pareja, él no le daba importancia porque no la tenía.

Por fin encontró la nota, la leyó una vez más.

Marcus:
Me voy unos días, necesito tiempo para, aclarar mis pensamientos, discúlpame por dejarte plantado con tu cena, no creo que se me extrañe mucho, después de todo son tus amigos, es tu gente, Espero que me disculpes con ellos y con Serena, por favor dile que estoy bien, que no me llame y tú tampoco lo hagas por favor.

Sonia

Marcus suspiró, aunque quisiera no lo haría, ella había, dejado su teléfono.

Se sintió desolado, le había fallado, pero ella también lo había hecho, aunque ni uno ni otro sabía de los planes del otro, aún así, ni el ni ella se comunicaron. Lo que podría haber evitado esta situación, ¿o quizás no? ¿Cuánto hacia que no hablaba con ella? ¿Que no salían juntos? ¿Que no discutían algún asunto? ¿Que no hablaban siquiera del día a día?

¿Tan distante y tan monótono se había vuelto su matrimonio y él ni cuenta se había dado?

Con paso lento subió a su recamara, la extrañaba, extrañaba su presencia, aunque no le dijera nada.

Abatido se dejó caer sobre la cama. Sería una noche muy larga.

*****
Sonia miró a través de la ventana de su hotel, debería, sentirse feliz, el lugar era hermoso, la vista maravillosa, era libre de hacer lo que quisiera, su esposo le había, dado la pauta a seguir, si el podía tener una amante, ella también podía, ¿pero se atrevería? No, ella no era como él.

Ahora entendía tantas cosas, la principal, el abandono en el que la tenía. Hacía años que la soledad era su única compañera y no se había dado cuenta porque el amor que sentía por él la había mantenido ciega, hasta ese día, en el que lo vio con esa mujer. Ese día su mundo se derrumbó, se dio cuenta de que siempre lo estuvo justificando, su falta de entusiasmo lo atribuyó a su trabajo, el que ya no la buscara lo atribuyó al cansancio, hacia tres meses que el no se acercaba a ella y ella no lo hacía porque lo veía tan agotado que prefería salir de la cama y refugiarse en su lugar favorito en la planta baja, a ella le encantaba leer y lo hacía siempre antes de dormir, pero a él le molestaba la luz, así que prefería salir y hasta ahora se daba cuenta de que la mayor parte del tiempo ya ni regresaba al lado de él y el no había comentado nada al respecto, lo que le hacía pensar o que no le importaba o ni siquiera se había dado cuenta.

Las lagrimas asomaron a sus ojos, y ¿cómo le iba a importar si tenía donde consolarse? y si no se había dado cuenta era por que siempre llegaba tan agotado que caía rendido y ¿Cómo no iba a estar rendido si venía de estar con ella?

No se contuvo lloró con desesperación, lo amaba, eso no había cambiado, pero no podía concebir lo que estaba sucediendo, no era capaz de perdonarlo, mucho menos de regresar y seguir su vida como si nada hubiese sucedido.

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