1.- Si Fueras Tú

24. ¿Alguien sabe dónde aprendo a leer mentes?

Al día siguiente decidí no ir al colegio. No podía ir para ignorar a Leo. Eso lo destrozaría... y me destrozaría a mí.

Me levanté para ir a desayunar y encontré a mi madre en la cocina.

-Mamá, creí que hoy trabajabas temprano.

-Es verdad, pero decidí quedarme contigo.

-Oh, bueno... Gracias- Me acerqué y le dí un beso de buenos días.

-Bien, hice tostadas y hay sándwiches en el refrigerador- Anunció.

-Gracias, mamá.

Me serví dos sándwiches y algunas tostadas (Qué. Tengo hambre) y me senté a la mesa, a su lado.

-Bien, ahora quiero que me expliques por qué no quieres ir al colegio- Pidió mi madre.

Está bien. Luego de ir a casa de Mica para preguntar de donde sacó ella sus poderes psíquicos, le preguntaré a mi madre por los suyos.

-Te lo dije, mamá. Me siento mal.

-Sí, eso lo sé- Dijo- Por eso hoy seré tu terapeuta.

-Lamento decirte que los resfríos no se curan con terapia- Dije con sarcasmo.

-En realidad, sí se curan, pero lo que tú tienes no es un resfrío- Me estudió un momento- Te sientes mal por alguien.

Pensé un largo momento antes de hablar.

-No sé qué hacer con Leo, mamá. No puedo ignorarlo, pero tampoco estoy listo para hablar con él.

-Mira, hijito, yo sé que puedes hablar con él. A fin de cuentas, hablar es lo que mejor haces.

-Puede ser, pero me preocupa. Me preocupa equivocarme con él y que se aleje de mí y me odie por el resto de su vida.

-Yo sé que eso es imposible.

La seguridad en su tono me sorprendió.

-¿Por qué lo dices?

-Porque no va a odiarte si le gustas, Joaco- Aseguró.

-¿Cómo sabes que le gusto? Yo nunca te lo dije...

Ella trató de esconderse en su taza de café.

-Mamá- Pedí.

-Esa semana de vacaciones no tocaste el libro ni una vez, así que yo... tal vez lo tomé prestado y lo leí, accidentalmente apropósito.

-¡Mamá!- Exclamé.

-Sí, lo siento, hijo; pero me preocupabas. Estabas tan entusiasmado con ese libro que me pareció extraño que no lo estés leyendo.

Me puso a pensar en eso.

-Sí... La verdad es que sí me emocionaba ese libro. Pero ya lo terminé y... no sé qué hacer con Leo.

-Debo reconocer que es un escritor increíble. Escribió un libro completo él solito.

-Sí...- No pude evitar sonreir un poco- Es muy bueno.

-Leo es muy tierno, cariño. Se nota que lo es. Deberías darle una oportunidad. Deberías hacer lo que te pidió en la nota al final.

Eso me confundió. Yo no me acordaba de ninguna nota.

-¿Qué nota, mamá?

-Al final de las hojas blancas hay una nota, ¿no la viste?

-Yo creí que solo eran hojas blancas.

Me levanté rápidamente para buscar el libro en mi habitación. Lo encontré y volví a bajar a la cocina.

-Está al final- Explicó mi madre.

Evidentemente, en la última hoja había algo escrito:

"Si fueras tú, Joaco, la persona indicada para mí, sería lo mejor que podría pasarme. Si fueras tú el que me entienda, me escuche y me quiera, no sabes lo feliz que me harías.

Te volviste alguien completamente importante en mi vida, Joaco. Te pido por favor que no me abandones.

Joaco, cuando termines de leer esto, ven a hablarme. Te prometo que esta vez te diré todo lo que necesites saber y no me escaparé.

~Leo"

No podía creerlo. Leo me considera importante para él, y yo le fallé faltándome hoy al colegio.

-Bien, esa es la nota- Dijo mi madre.

-No sé qué hacer, mamá. No sé si Leo me gusta y no sé si puedo lograr algo con él.

-Bien, eso es fácil- Se acomodó frente a mí- ¿Qué sientes cuando estás con él?

-Bueno...- Pensé- Me siento seguro. Me siento libre. Me gusta estar con Leo.

-¿Lo ves? Es especial.

-Siento lo mismo con Mica y Agus, mamá.

-¿Seguro?

No. Definitivamente no era lo mismo con Mica y Agus... Con Leo era especial.

-No- Dije- Pero, ¿eso necesariamente significa que me gusta?

-Eso es algo que solo puedes responder tú.

Me sonrió y me acarició la mejilla.

-Recuerda lo que te dije el otro día: eres muy noble y nunca debes dejar de serlo- Dijo.

-Gracias, mamá.

Se levantó y salió a trabajar. Yo no fui al colegio en todo el día. En vez de eso estuve pensando en Leo...

¿Me gusta Leo?