Capítulo 6

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Las niñas volvieron a quedar dos semanas más tarde, en el claro del bosque, para volver a jugar juntas. Ether y Étoile se escapaban por las mañanas para iniciar el viaje al claro del bosque y así reencontrarse con Ilargi y pasar el día juntas.

A veces ponían en bolsos que cargaban los caballos comida y hacían picnics al aire libre al lado del riachuelo. Otras veces Ilargi recolectaba frutos y agarraba pan de su cabaña para compartirlo con sus amigas, llevando consigo juguetes rudimentarios con ella para compartirlos a la hora del juego.

Lorenz y Jaimie, junto con los demás miembros de la pequeña manada, empezaron a extrañarse por la desaparición de comida y de la pequeña por horas. Preocupados, se acercaron un día a ver qué ocurría en aquel riachuelo al que sabían su pequeña le gustaba visitar a menudo y que no quedaba muy lejos de su cabaña.

Al escuchar ruidos de risas a lo lejos se acercaron a ver que sucedía, transformados en sus lobos.

Las niñas en ése momento estaban jugando a hacer un picnic con muñecas de tela que habían hecho con las telas y el costurero que había llevado Étoile, y comiendo unos dulces y bebiendo zumo que había llevado Ethel.

— ¿Desearía un poco más de té, Señorita Bigotitos? —le pregunta Étoile cortesmente a la gatita de trapo que había hecho Ilargi—.

— ¡Claro que sí, porfavor!—exclama Ilargi en una voz muy aguda y moviendo al muñeco como si estuviese vivo—.

Las tres volvieron a reír por la voz aguda y la diversión del momento.

Los lobos se acercaron cautelosamente entre los arbustos y observaron la situación extrañados por la presencia de dos otras niñas que no habían visto en la vida.

Étoile chilló asustada al ver un lobo salir de entre los matorrales y Ethel se puso delante de esta para guardarla del peligro. Ilargi, que estaba en ése momento de espaldas, se giró para ver la situación y miró hacia los lobos, reconociendo enseguida a su familia. Rió y corrió enseguida hacia estos y los abrazó y acarició.

— ¡Papá! ¡Mira, estas son mis amigas! ¡Mirad, tíos! Se llaman Ethel y Étoile... —Ilargi sonrió hacia sus amigas y les presentó a los lobos—.

Las niñas miraron extraño a Ilargi. Aunque fueran princesas de los clanes, no sabían que las personas se podían transformar en lobos aún, puesto que nunca lo habían visto dentro de los palacios.

Los lobos alternaron su vista entre las otras dos niñas y su pequeña. Fue el lobo de Jaimie quién se acercó más a Ilargi, y por lo tanto a las niñas, un poco tímido para verificar que todo estuviese correctamente, siendo supervisado por los otros lobos. Sobretodo Lorenz, que no les quitaba la vista de encima.

Estaba claro que eran unas niñas y no tendrían porqué hacer daño a su pequeña Ilargi, pero era mejor ser precavidos.

El pequeño lobo de Jaimie olisqueó las manos de las Ethel, que no demostraba miedo alguno, y luego las de Étoile, que temblaba ligeramente por la presencia del lobo. Luego volvió hacia Ilargi para darle lamidas cariñosas, consiguiendo entonces que todos los lobos se acercaran a las niñas. Poco a poco, y al ver que no había peligro, los lobos se transformaron en sus formas humanas, dejándose ver.

Jaimie ya transformado miró a Ilargi y a las niñas.

—Siento eso, teníamos que asegurarnos de que todo estaba bien... Encantado de conoceros Ethel y Étoile, soy el papá omega de Ilargi —sonrió hacia las pequeñas—.

Los otros también sonrieron a las niñas, menos Lorenz, que aún estaba bastante serio mirando a las niñas. Mientras, todos empezaron a presentarse.

𝑯𝒐𝒘𝒍𝒊𝒏𝒈 𝑯𝒖𝒏𝒕𝒆𝒓𝒔 || 𝑂𝑚𝑒𝑔𝑎𝑣𝑒𝑟𝑠𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora