Capítulo 25

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Al acabar el discurso, todos los leales tiraron las armas al suelo, una vez Ilargi dejó de utilizar sus poderes para que se movieran propiamente. Entonces los leales empiezan a pasarse al bando de la Resistencia, enfocando su mirada hacia los reyes que estaban mirando la situación estupefactos.

Estos, sintiendo que estaban en un peligro inminente se echaron a correr, huyendo de allí por todos los medios posibles pero con tal de salir lejos, muy lejos, y así no ser matados por un gentío muy cabreado.

Tras esa escena de los reyes huyendo despavoridos todos se echan a reír, y así deciden celebrar el final de la guerra, que aunque ha dejado a bastantes heridos, no se ha cobrado ninguna muerte aún después de tres semanas en total batallando.

Elisa y Kat se acercan al campo de batalla junto a los enfermeros y empiezan a tratar a los heridos. Paola y Allen, por otro lado, se acercan, ayudando a Jan a caminar hacia la manada de Ilargi.

Estos, al ver que su miembro de la manada estaba bien se acercan sonrientes a abrazarlo y llenarlo de besos por la preocupación que habían sentido. Ilargi también se acerca a ellos y se une al abrazo grupal.

Jaimie y Lorenz, al verla allí junto a ellos la abrazan protectoramente.

— Estoy orgulloso de ti, hija... —dice Lorenz, a lo que Jaimie asiente—.

— Te amamos, cachorra... —dice el omega—.

Ilargi les sonríe, feliz.

— Y yo os amo a vosotros...

Así, una celebración empieza en el campo de batalla y sigue por las localidades cercanas hasta llegar a los dos reinos, que festejan el final de la guerra y el inicio de un nuevo reinado, como símbolo de un nuevo comienzo.

No falta la comida ni la bebida, todos ríen y disfrutan, algunos aún curando sus heridas, pero felices de haber acabado.

Las princesas, que ahora pasarían a ser conocidas como reinas, se acercaron a Ilargi, mientras esta estaba hablando con Athenea.

— ¿Podemos hablar? —empieza Étoile, sonriendo—.

Ilargi mira a sus amigas y se disculpa con Athenea, puesto que tienen que dejar la conversación y continuar más tarde.

— Sí, claro... ¿Qué ocurre? —pregunta Ilargi, curiosa—.

— Necesitamos que sea un poco en privado, alejémonos un poco... —menciona Ethel, llevándolas un poco más lejos de todo el jaleo de la fiesta—.

Las tres se alejan y cuando se pueden encontrar en un relativo espacio silencioso, Ethel empieza a hablar.

— Queríamos darte las gracias, aunque... También deberíamos preguntarte sobre qué ha sido eso último que has hecho... —empieza con sutileza Ethel—.

— ¿Tienes poderes? ¿Cómo es que eres la diosa luna? ¿Por qué nunca lo has dicho? —corta Étoile, yendo directa al grano—.

Ilargi suspira.

— En realidad... No lo sé, esto es muy nuevo para mi.  Acabo de recibir los poderes y, no sé, la luna se me ha mostrado a mi misma. Yo no sabía que era así, así que... Es extraño... Solo espero que no me odiéis...

— ¿Odiarte? ¡Jamás podríamos odiarte, somos tus mejores amigas!— exclama Étoile—.

— Exactamente... Además, no es algo problemático, sino casi que lo contrario... Eres una diosa, deberías de sentirte alagada por tus poderes —sigue Ethel—.

— Ya... Aún tengo que aprender mucho, tampoco sé hacer mucha cosa... Realmente lo que habéis visto es casi lo único que puedo hacer... —Ilargi menciona mirando hacia el suelo—.

— Hey, no pasa nada, siempre puedes mejorar... Y como has dicho, te queda mucho que aprender. Tómalo con calma... —tranquiliza Ethel—.

— ¡Sí! ¡No tienes porqué preocuparte! —exclama Étoile, feliz—.

—Gracias de verdad, chicas...

Las tres se unen en un abrazo y vuelven donde están los demás para seguir la fiesta.

Aleix y Diez se ponen a bailar junto a Étoile y Isaac se queda charlando con Ethel.

Mientras, Ilargi vuelve a hablar con Athenea.

— Ilargi... Quiero que sepas en nombre de toda nuestra manada que tú y tu familia sois bienvenidos a vivir junto a nosotros en la cueva. Eres nuestra diosa y nuestra líder al fin de cuentas... Y además, también eres nuestra amiga. Tu familia y tú seréis gratamente recibidos siempre, estamos eternamente agradecidos...

Ilargi sonríe.

—Creo que la que está agradecida soy yo, pero muchísimas gracias. Seguro que a mi manada les gustará la idea.

Así, todo termina en una gran fiesta, aún si bien a las tres lobas les falta mucho... Mucho camino por recorrer...

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—Esa paz y felicidad que dices... ¿Será porqué el sol y la luna se habrán unido?

—La leyenda no especifica que tenga que haber un fruto, pero sí deja en claro la presencia de Mari...

— Mari... ¿La enviada del cosmos?

—Sí... La creación de Mari... Es claro que el sol y la luna tendrán que dar frutos, pero no se especifica que tenga que ser el resultado Mari. Más bien, Mari está algo relacionada a una especie de ley cósmica. Sus poderes sí se le serán enseñados por el sol y la luna, porque esta enviada necesitará estar a cargo de los dioses sol y luna.

— Entonces... ¿Es una especie de tutoría?

—Sí, podría decirse que sí... Nos encargaremos primero de encontrar a la luna en la tierra, cuando la encontremos podremos ponernos a buscar a Mari. Necesitamos tener el reino listo para la llegada de Mari.

— ¿Mari será una especie de gobernante?

— No... Más bien, será la sucesora de algo nuevo... Según lo que sé, toda Norgia estará bajo su reinado algún día... O eso dice la leyenda.

— Ah, por eso el sol y la luna le tienen que enseñar, ¿verdad?

La otra persona asiente.

— Los poderes cósmicos no son fáciles de controlar, y menos aquellos con relación a la naturaleza... A la naturaleza del todo.

Keivan se queda pensativo, y mira a esa persona otra vez, aún con alguna pequeña duda sobre todo lo que había visto hasta ése momento. Tendría que contarle sobre lo que escuchó de Roxanne ahora.

— Creo que los he encontrado... El resto del pueblo luna.

— Fantástico... Nos guiarás hasta allí entonces... Hay que hacerlo pronto, nos prepararemos para ello.

— ¿No quieres saber quién me lo dijo? ¿O si los he visto?

— No hace falta... Confío en que las fuentes son claras... Además, me puedo hacer alguna idea...

— Solo espero que nos protejas...

— Siempre lo haré, y lo sabes... Jamás os he decepcionado, sois mi pueblo...

— Lo sé... Te debo mi vida... A ti y a la luna os rezaré hasta el fin de mis días para ver el gran reino resurgir.

— Me llena de orgullo escuchar eso, Keivan... Hazlo lo mejor que puedas.

— Déjalo en mis manos, Eguzki.

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⏰ Última actualización: Feb 15, 2021 ⏰

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𝑯𝒐𝒘𝒍𝒊𝒏𝒈 𝑯𝒖𝒏𝒕𝒆𝒓𝒔 || 𝑂𝑚𝑒𝑔𝑎𝑣𝑒𝑟𝑠𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora