Capítulo 22

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La guerra seguía con fiereza. Los bandos enfrentados seguían con los ataques, mientras la resistencia intentaba evitar las muertes. Para parar los ataques entre los clanes, todos aquellos que estaban en reserva fueron llamados para luchar con la resistencia, consiguiendo así una división entre los propios clanes.

La traición se pagaba muy cara desde los bandos beligerantes, mientras la resistencia aceptaba a todos aquellos que quisieran unirse a la causa. Todo por un bien mayor a ellos, por una paz que consideraban justa para todos.

Al haberse hecho tal división, las tensiones eran fuertes, causando ataques de los propios clanes hacia la resistencia y al contrario, dividendo los frentes. Hasta ahora no se habían registrado muertes, pero el combate estaba muy a mano y la tensión en el campo de batalla era palpable.

Viendo esta situación, tanto Ethel como Étoile dicidieron que era hora de ponerle un alto a sus padres. De explicar de una vez por todas lo que pensaban, si bien con esto podían ser tachadas de traición en sus propios reinos.

Los reyes habían estado reunidos desde el día anterior, sin haber prevenido que la tensión sería tanta como para separar sus ejércitos entre leales y resistentes. No sabían de donde provenía la idea de secesión, y se encontraban debatiendo sobre este hecho incongruente para ellos. Siempre habían pensado que sus súbditos estarían de su lado, puesto que sus reinados habían sido tranquilos hasta ahora.

Harald y Alber se miraban el uno a otro, curiosamente sin demasiadas tensiones entre ellos, aún siendo técnicamente enemigos el uno del otro.

— Hay que aclarar esto... No se puede quedar así, ambos necesitamos a nuestros  ejércitos completos—comentaba Harald—.

— Eso es obvio, Harald. El problema reside en que no sabemos donde se encuentra la fuente de esta separación. ¿Quién demonios iría contra su propio rey? No hemos encontrado ningún mando, no hay cabezas detrás de ese movimiento, o al menos estos no se han mostrado como líderes. Parecen más una masa...—respondió Alber, un poco hastiado por la situación—.

En ese momento, las dos princesas interceden, entrando en la sala, mirando las dos a sus padres. Estos quedan confusos con las presencias de sus hijas. Harald con mucha curiosidad y Alber mirando con severidad a Ethel.

— ¿Qué demonios haces aquí? ¿Por qué no estás en el palacio? —Alber se levanta de su silla, enfrentando a su hija—.

— No quería mantenerme allí con esta situación, padre. Tampoco es como si me tuvieras siempre controlada, es más, casi nunca has querido saber nada de mi. No te fuerces a hacer un papel que jamás has cumplido —responde esta—.

— ¿Osas llevarme la contraria? —levanta su voz el rey del clan sombra—.

— Efectivamente, sí. Es más, ya lo he hecho.

El rey Harald que aún no se había pronunciado mira a su hija.

— Étoile, ¿qué haces aquí? Este no es un lugar para ti...

— Tampoco lo es la guerra, padre, pero aún así has decidido atacar con tus tropas... Lo que no es decente es la lucha encarnizada que hay ahí fuera.

Los reyes miran severos a sus hijas. Por primera vez les llevaban la contraria tan fuertemente.

— Queríamos deciros que no pararemos. La resistencia en contra de la guerra no parará hasta que las armas sean dejadas y la rendición sea un hecho. No queremos más muertes sin sentido. Parad con esta situación. —se explica Étoile —.

— Si no lo hacéis las consecuencias serán terribles. —finaliza Ethel—.

Los reyes se quedaron sorprendido al saber que eran sus propias hijas quienes iban en su contra y habían formado esa resistencia.

𝑯𝒐𝒘𝒍𝒊𝒏𝒈 𝑯𝒖𝒏𝒕𝒆𝒓𝒔 || 𝑂𝑚𝑒𝑔𝑎𝑣𝑒𝑟𝑠𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora