X ° Sentimientos Confusos °

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Narradora

 Eran ya las doce del mediodía en ciudad pentagrama y la pequeña fénec descansaba cómodamente sobre un amplio sofá usando el regazo de su amo como almohada, era suavemente acariciada por éste mientras disfrutaba de la lectura de uno de sus libros.

 La pecosa de manera inconsciente tomó la mano de Alastor para abrazarla, como lo haría un niño pequeño, el mayor al notarlo dejo su lectura de lado y comenzó a observarla, para él era extraño, la presencia de la pecosa le agradaba y el tacto repentino de esta no le molestaba.

 Luego de que ella perdiera el conocimiento a causa del shock por lo sucedido, él simplemente la tomo en brazos y se dedicó a permanecer a su lado todo ese tiempo, sin razón alguna, solo porque sí. Tal como el día en que la conoció, había algo en esa pecadora que le obligaba a querer tenerla cerca suyo, la naturaleza de su alma le resultaba atractiva y peculiarmente impredecible.

  A los pocos minutos, la fénec comenzó a despertar lentamente, al notar como sostenía la mano del mayor su vergüenza y sonrojo en todo el rostro no tardaron en hacer presencia, liberando así de su agarre al pelirrojo. Ella sabía que a su amo no le gustaba que lo tocaran de ese modo y sentía que se había metido en problemas, tímidamente se dispuso a observar el rostro del mayor esperando ver disgusto en éste, pero en cambio su mirada era relajada y en sus labios se dibujaba una leve sonrisa burlona, la pecosa odiaba ese rostro, era como si él supiera exactamente lo que ella pensaba.

- ¿Te sientes mejor pequeña? – preguntó alegre el ciervo.

- Si... pero, ¿qué me sucedió amo? – habló la pecosa mientras se incorporaba en el sofá.

- Te desmayaste, estando aun débil utilizaste mucha energía para sanar tus heridas y por ello colapsaste, has dormido unas dos horas – respondió.

- Oh ya veo, discúlpeme siempre termino siendo una carga para usted – expreso avergonzada la fénec.

- No te preocupes por eso ¿recuerdas que paso antes de que te desmayaras? – pregunto curioso el pelirrojo mientras se levantaba.

- No recuerdo mucho, solo que iba a lavar las tazas de café... y.. oh, espere, no las he roto ¿o sí? – dijo preocupada.

- Jajaja no querida, esta todo perfecto, ¿tienes hambre? Preparare el almuerzo – habló alegremente mientras aparecía un delantal de cocina sobre sí mismo.

- Si claro, permítame ayudarlo – contesto animada la heterocromática.

- Muy bien, entonces necesitaras un delantal y ropa más cómoda para ti – expresó el mayor  mientras le transformaba la vestimenta elegante en su camisa, pantalón con tirantes y zapatillas de siempre, agregando por último, un delantal a su outfit.

 La fénec estaba asombrada, a su amo parecía encantarle cocinar y se veía que era realmente bueno en ello. Mientras lo ayudaba y degustaba la comida en preparación, un sentimiento extraño de calidez se apoderaba de ella, deseaba conocer más al mayor, saber todo lo que pudiera de aquel intrigante demonio, quizás estaba intentando abrir una caja de pandora, pero le daba igual, como era costumbre ya en su ella simplemente se dijo así misma "ya estoy en el infierno, qué más da lo que me pase".

 Luego de almorzar decidieron preparar el postre, una deliciosa tarta de frutos rojos la cual acompañaron con una buena taza de café. A medida que disfrutaban del postre, a pedido del mayor la joven fénec le hablo sobre su vida, y cosas que para ella eran triviales pero que parecían interesarle al sonriente demonio, el cúal decidió contarle a cambio algunas cosas de su vida como humano.

ENTONCES, ¿ES UN TRATO?  (Alastor x Reader/OC) [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora