XX ° La Recompensa °

649 55 4
                                    


...

 La pequeña fénec se encontraba recostada, semi desnuda, sobre la cama de aquella desconocida habitación, agitada, con una mirada zafiro que solo se reflejaba la dicha y el éxtasis.

 A un lado de la demonio en un charco sangriento yacían los restos de lo que alguna vez fue el demonio llamado Árticus quien era su vez el pecador que la envío a ese infierno, Thom.

 La pecosa cubierta de sangre decidido levantarse para tomar un deseado baño, estaba rebosante de energía se sentía llena en más de un sentido, había devorado no solo la carne del mayor sino también su esencia, su alma pecadora.

 Bajo la ducha de agua casi hirviendo, la fénec lavaba su cuerpo en calma retirando cada rastro de sangre de su nívea piel, sus manos recorrían todo su cuerpo deseando inconscientemente, ser tocada por su amo. En esos momentos, como cuando vio al castaño cubierto de sangre aquella vez, comprendía que esa era su verdadera esencia, que estaba destinada a ser una bestia guiada por sus instintos, sabía que volvería a sentir ese frenesí, la pecosa al fin se aceptó a sí misma, y aceptó que todo se lo debía a su asesino y a su querido amo, de algún modo estaba agradecida.

 En un abrir y cerrar de ojos unas muy conocidas manos rodearon cariñosamente la cintura de la fénec desde atrás, envolviéndola en un fuerte y posesivo abrazo.

- ¿Te alimentaste bien, mi pequeña súcubo? – soltó arrastrando las palabras el pelirrojo ciervo.

- Si amo... yo... me siento satisfecha – respondió la menor disfrutando la cercanía del pelirrojo.

- Has sido una muy buena niña, debería premiarte por ello – comentó el mayor.

- No es necesario amo, no sería capaz de pedirle algo a usted – respondió la nuevamente joven heterocromática.

- Insisto pequeña, cuando sepas de algo que quieras solo dímelo, pero por ahora ten – soltó el mayor mientras volteaba a la pecosa y dejaba en sus manos el collar que ella creía perdido.

 La menor tomo su collar con notoria alegría, pero antes de que pudiera decir algo sus labios fueron sellados por los del pelirrojo, llevando así sus actos hacia algo más que solo apasionados besos.

-------------------------

Ágata/Tú

 Ya habían pasado semanas desde lo ocurrido con Thom, en el Hazbin Hotel todos se preguntaron qué sucedió con el demonio llamado Árticus, en especial me lo preguntaron a mí, ya que fui la última en verlo, a lo que conteste que simplemente no lo vi más luego de separarnos esa noche y que pase la mañana siguiente junto a mi amo, lo que creyeron ya que Alastor lo confirmo, sin mencionar que es el maldito infierno, y aquí no hay leyes.

 La señorita Charlie estuvo toda una semana deprimida al enterarse que su mejor paciente abandono el proyecto, le fue imposible dar con su paradero. En cuanto a mí, desde que tuve la dicha de cazar mi primera presa, lo hago una o dos veces a la semana para calmar mi hambre, la cual es aún más voraz luego de pasar una noche con mi amo, debido a que éste me roba demasiada energía, más la que utilizo para sanar mi cuerpo.

 Mis habilidades físicas mejoran con cada cacería, me he vuelto más ágil y mis sentidos son más agudos que antes, tanto que ya no importa el tamaño o poder de mis presas, debo admitir que más que conforme conmigo misma, el único problemas era que, por alguna razón, aun extraño demasiado al lado humano de Alastor, no logro sacarlo de mí cabeza.

...

 Eran las 10 pm y me encontraba dando mi acostumbrado paseo nocturno, no tenía ninguna intención de cazar esta noche, solo necesitaba dar un paseo para despejar mi mente, no veía a mi amo desde hace dos días y los recuerdos de Al solían serme algo deprimentes.

ENTONCES, ¿ES UN TRATO?  (Alastor x Reader/OC) [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora