XIII ° Dulces Sueños °

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...

- Me alegro que te haya gustado la ropa, te sientan muy bien en verdad – dijo tranquilo el castaño mientras colgaba los abrigos.

- Muchísimas gracias Alastor, me han encantado, veré como pagártelo – habló animada la menor.

- Acéptalos como un regalo, ya somos como amigos así que está bien que te haga regalos, supongo – comentó dirigiéndose a la sala.

- Amigos eh... no es un poco pronto, digo nos conocimos hace un día – comentó extrañada, podría jurar que su amo mencionó que no le interesaban esas cosas en vida.

- No sé, no soy del tipo sociable o amigable, de hecho, siempre suelo aparentar con los demás, pero contigo me sale natural ser yo mismo, así que considérate afortunada – habló el mayor dándole la espalda, ocultando una sonrisa algo retorcida.

 Él era sincero con ella, tenía suerte de conocer ese lado suyo, no muchos veían lo mejor de su persona.

- Si tú lo dices, por mí no hay problema – soltó fingiendo desinterés, la castaña tenía un raro presentimiento, le creía, sentía que era sincero, pero luego de recordar lo que era ese hombre, sospechaba que estaba apreciando solo una pequeña parte del panorama.

 Eran las ocho de la noche, ambos se encontraban ya aseados y preparando la cena, esta vez Ágata decidió ayudar al mayor así terminarían más rápido. La cercanía del castaño le reconfortaba cada vez más, sabía que no debía sentirse así por alguien que prácticamente ya no existía, al menos no como humano, pero no podía evitarlo.

 Con su amo se limitaba a no sentir nada más que la necesidad de atención cual cachorro fiel, lo respetaba, quería serle útil y complacerlo, pero con este Alastor era diferente, su corazón se agitaba con cada sonrisa que el mayor le dedicaba y sus bromas sugerentes la hacían sonrojar como a una niña de quince años, claro que no le daría gusto a ese arrogante hombre hacérselo notar, ya que éste solo se burlaría de ella, más de lo que ya lo hacía.

 Luego de cenar, ambos se dispusieron a tomar calor cerca de la chimenea, el mayor sentado en un cómodo sillón y la heterocromática en el enorme sofá que estaba frente a éste, tapándose con la abrigada manta que Alastor le había prestado la noche anterior.

- ¿Te molesta si pongo algo de música? – preguntó el castaño levantándose de su lugar.

- Para nada, seria agradable escuchar algo más que tus burlas para variar – soltó con sorna la menor.

- Vaya que muchacho tan llorón jaja – rió el mayor haciendo sonrojar a la castaña.

- Si yo soy un niño tu eres un anciano... – expresó la heterocromática, bajando la voz con lo último.

 El mayor continuo su paso sin hacer mas que reír, perdiéndose unos minutos, para luego aparecer nuevamente con un tocadiscos muy refinado, el cual colocó en una mesita y luego de poner el vinilo se acomodó nuevamente en su lugar para dejar sonar la canción.

- Así que... anciano eh – dijo mirando a la menor de costado – ese fue un golpe bajo niño.

- Lo tienes merecido – contestó ella cruzándose de brazos

- Jajaja okey entiendo... por hoy te dejare tranquila – soltó entre risas.

- Si claro, cambiando de tema, me encanta oír esa canción, me trae recuerdos de... bueno, alguien importante – admitió la menor desviando la mirada al pensar en su amo.

- Suena como a un amor... no correspondido – contestó neutral el castaño.

- No se trata de eso, simplemente es importante, es algo aterrador a veces, pero me ha ayudado mucho y lo respeto – dijo sonriendo con algo de amargura en su mirada.

ENTONCES, ¿ES UN TRATO?  (Alastor x Reader/OC) [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora