capítulo 20

130 13 2
                                    

8/12

no podía, me costaba bastante respirar, mi cuerpo empezó a arder por dentro y las lágrimas se acumularon en mis ojos. Corría por los pasillos chocándome con los casilleros por la falta de fuerza en mi cuerpo, lo único que lograba ver a mi alrededor era fuego y más fuego.

Después de varios minutos corriendo por los pasillos, llegué al baño y entré cerrando la puerta detrás de mí. Tosía de manera descontrolada, mis pulmones carecían de oxígeno y mi cuerpo ya empezaba a debilitarse. Acercándome al grifo, abrí deprisa el agua y metí mi cabeza como pude para poder beber un poco, separándome un poco, agarré una gran bocanada de aire y la expulsé, repetí el paso unas cuantas veces, cuando ya estuve más o menos tranquila, coloqué mis manos bajo el agua y me eché un poco en la cara. Miré por unos segundos mi reflejo y podía ver como una figura distorsionada aparecía detrás de mí, que pronto esa figura se convirtió en la misma sombra que apareció en mi casa aquella noche en las escaleras. Me aparté de ahí rápidamente y corrí a encerrarme en uno de los pequeños baños separados. Apegué mi cuerpo a la puerta con tal de retenerla para que aquello que había fuera no la tirara, sabía que no iba a servir porque fuera lo que fuera aquella cosa, era más fuerte que yo.


Por unos segundos todo fue silencio y más silencio, solo se oía mi rápida y asustada respiración, pero entonces sentí un fuerte calor que algo ahí fuera emitía, me aparté de la puerta y rápidamente esta ardió en llamas, tras ella apareció la sombra envuelta en fuego. El fuerte calor que trasmitía me provocó un pequeño mareo y caí rendida en el suelo. Minutos después recobré mi conciencia y al poder ver el rostro de aquella sombra me puse a gritar lo más fuerte que podía y a golpearla.

''Aya, Aya ¿estás ahí?'' Oía miles de voces pronunciar mi nombre.

''¿Qu...qué ha pasado?'' Pregunté levantándome con cuidado.

''Te hemos encontrado inconsciente en mitad del pasillo.'' Logré reconocer la voz de mi maestro. ''¿Quieres que llamemos a casa?''

''No, yo estoy bien, sólo ha sido un pequeño mareo.'' Agarrándome en su hombro, logré levantarme del frío suelo.

''Ves a la cafetería a tomar algo, quizás necesites vitaminas.''

''¿Cafetería?'' Lo miré extraña. ''¿Cuánto tiempo ha pasado?''

''Dos horas, has estado aquí tirada dos horas, pero lo más raro ha sido que he salido a buscarte en el momento en el que saliste de clase, pero no te he encontrado hasta ahora.'' Un frío escalofrío recorrió todo mi cuerpo. ''Recuerda que si sigues sintiéndote mal, puedes llamar a tu casa.''

''No creo que puedan venir, están trabajando, además, seguramente usted tenga razón, habrá sido por falta de vitaminas.'' Le regalé una pequeña sonrisa y me alejé de ahí.

Seguí mi camino hasta la cafetería pero sin antes pasar por los baños, la puerta estaba abierta, algo raro ya que en la hora del recreo siempre se encontraba cerrada, asomé muy poco la cabeza, estaba todo como siempre o al menos eso creía yo, me adentré un poco más y me encontré con la mitad de una de las puertas quemadas.


*Ring, ring* Me sobresaltó el sonidito que emitía mi teléfono al recibir un mensaje, lo saqué de mi bolsillo y le di al mensaje. *Nos vemos en el vestuario de los chicos, es urgente, no tardes. - Jack* ¿Qué quería éste ahora? Para ser sincera no me fiaba de él, y tampoco sabía por qué seguía manteniendo relación con él, después de todo lo que me había hecho, pero algo me decía que debía confiar en él, aunque sea sólo esta vez.

FIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora