¡¿Qué dije?!

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-¿Diana?- No podía parar de llorar, estaba sentada en un parque.

-¿Maca qué pasó, te hizo daño verdad?- Las hermanas dejaron lo que hacían ya que del otro lado de la línea se escuchaban llantos.

-Se acabó, Diana, no pude más. Ha explotado, y lo peor es que a él le da igual, ¡pero a mi no!-

-Ey, vente. Hice un gesto como pidiendo si podía venir y asintieron.-

-¿Dónde estás?-

-En el parque de su casa-

-Vale, pues ven no hagas tus tontería por favor ¿Qué te ha dicho?-

-ME HA DICHO DE TODO MENOS GUAPA. ES UN HIJO DE PUTA-

Normalmente Macarena no decía palabrotas, ni se refería mal a nadie, por eso cuando escuchamos eso me asusté. Macarena era una persona acumulativa, se guardaba todo lo malo y te lo soltaba.

Pasaron 30 minutos y no llegaba así que le escribí. Me dijo que estaba devolviendo, se sentía mareada.

Llegó y le abrieron los padres de las hermanas y le ofrecieron un té. Bajé a por ella y vi que tenía el maquillaje corrido, los puños cerrados y el cuello rojo.

-Cariño... -

Me senté a su lado y la abracé. Ante este movimiento solo apoyó su hombro y se puso a llorar.

-No te merece, cariño ya está un peso menos. Yo entiendo tu amor y tu dolor, pero ahora solo debes tener en mente la borrachera que no vamos a pegar tu y yo.-

-Y nosotras joder, hace bastante no salimos.- Oímos a Maca llorar y Zulema y yo bajamos.

(Pensamiento) Vi el rostro de Maca, y una rabia me entró. De verdad, ¿cómo una persona podía hacerle daño de aquella manera? Deseaba ir a su casa y reventarle la cara.

Yo no era muy apegada a la gente, era solitaria y no me dejaba querer demasiado, solo le dejaba a Fátima y Saray.

F: Maca, no me jodas que te agarró del cuello.

Z: Vi su cuello rojo, con marcas y no pude evitar ver la imagen de él agarrándole del cuello.

M: No... (recordar que cuando estábamos follando me agarraba del cuello, me hizo gracia. Pero ellas pensaban en otra cosa) No, no me hizo daño, no me ahogó. Me agarró en otro momento.

D: Uy uy uy, veo que aparte de idiota, y gilipollas también es sádico...

Todas reímos y Macarena quedó mirándome intensamente.

-Tenías razón Zulema, es un gilipollas que no quiso valorarme, yo sé lo que valgo. Gracias.- Me acerqué a ella y le abracé. Zulema estaba rígida, no me respondió el abrazo pero entendí que por no conocernos era rápido hacer este tipo de cosas.

Subimos a distintos cuartos y Zulema me dijo que entrara al suyo a por ropa, ya que la ropa de Fátima era más pequeña.

-Zule, que venga Maca aquí que tu ropa no le gustará.-

-No, que eres una enana.-

Maca inspeccionaba todo mi cuarto, eran paredes blancas, una tenía un escorpión negro en todo el centro, los muebles y la alfombra eran negros y la lámpara era un diamante de rejas.

-Intuyo que tu color favorito es el rosa no?-

-Si lo dices por los cascos, si... -

-La verdad no tengo muchas ganas de salir pero mi meja es una viciada a las fiestas.-

Aceptamos el amor que creemos merecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora