Cinta 31

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El principio del fin - Primera parte

Sabíamos que esto sucedería,
tarde o temprano

Abrí los ojos en el sofá, me había quedado sopa anoche y los demás igual. Me froté los ojos, despegué mi trasero del sofá y me fui directa a mi habitación a cambiarme. Entonces al subir al pasillo vi a Connor salir de mi habitación. ¿Pensar mal o no de él?, un gran dilema para un chico que ha entrado en la habitación de la chica que le gusta sin su permiso.

—¿Qué demonios haces en mi habitación? —le mascullé con mala leche en bajito.

—Esto...

Me metí dentro por si acaso había hecho o toqueteado mis cosas. Mi habitación estaba completamente ordenada hasta el punto de que parecía enfermizo.

—Tienes un serio problema con tu TOC del orden —comenté mi observación—. ¿Lo sabías?

—La idea de ver algo que no esté bien colocado o guardado me transtorna mucho, espero que no te moleste —admitió un poco avergonzado.

—Tenemos que trabajarlo, Lobito.

—Y tú lo de la palabrotas a veces, Cielo.

—No te jo... —me paré—. Ya veo por donde van los tiros.

Me fui al baño a refrescarme la cara y me marché mi habitación, cogí un par de prendas para cambiarme, yo ya no daba más para llevar el vestido. Al bajar tras vestirme vi que los demás despiertos ayudando a cazadores y cambia-pieles de la familia de Riley mal heridos, con lesiones a entrar y acomodarse en casa.

—¿Qué ha pasado? —pregunté desconcertada.

—La ciudad esta tan infestada que algunas han herido a unos cuantos, otros han sido capturados en acto de servicio por los lacayos de Killian, no quedamos muchos. Hemos pedido refuerzos pero dudo que vayan a llegar pronto —dijo Riley ayudando a uno de sus hermanos a sentarse en el sofá.

—Será muy difícil capturarle.

La situación se ha ido completamente a la mierda. Pensaba ayer que todo se calmaría y que volvería a la normalidad pero no lo hizo, solo empeoró para mal o peor. Me sentí terriblemente fatal, todo esto era mi culpa aunque no lo fuera realmente. Observé el panorama, algunos casi inconscientes, otros llenos de sangre, creo que a uno había perdido la pierna.

—¿Skylar? —alguien me tocó el hombro.

Era papá. Estaba lleno de suciedad y sudor, las manos le temblaban, no estaba mamá con él.

—¿Y mamá? —quería saber con urgencia su paradero.

—Está...

Me llené de nervios, temía lo peor y vosotros os podéis hacer una idea a qué me refería.

—¿Está muerta?

—¡No, por Dios! —negó rotundo—. Está en la habitación pero en cama.

Le seguí hasta su cuarto. Estaba en una cama, con algunas vendas, un brazo y una pierna también envueltas en vendas. Podría haber sido peor y lo sabía

—¿Se... recuperá, papá? —pregunté casi sin palabras.

—Necesitará unas cuantas semanas hasta estar completamente como antes. No te preocupes, no está grave —me tranquilizó

La observaba y me daban ganas de llorar, nadie quiere ver a sus padres así nunca.

—¿Cariño? —me llamaba mamá. Estaba consciente.

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