Cinta 26

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Una fiesta clandestina

Sino fuera por el hecho de que es para
sacar información, me estaría divirtiendo en ella

Vacaciones de primavera, me iba a volver loca de verdad sin ellas. Había logrado conciliar el sueño muy tarde en la madrugada, gracias a una de las historietas del bestiario. Me decanté por la historia del Laberinto de Creta y el Minotauro, que tampoco es que cambie mucho de la leyenda milenaria griega y da risa.

(Ir a Bestairio - El laberinto de Creta)

Sin embargo, el que tuvieramos los tres vacaciones en la primera semana de abril no era excusa para parar el entrenamiento. Más bien, lo contrario.

—¡Despierta! —me despertaron mis padres abriendo la puerta.

Al ver que no me movía ni un centímetro de la cama abrieron las persianas de golpe. Mi reacción fue igual que la de un vampiro sin protección contra el sol, ocultándome debajo de mis sábanas buscando oscuridad y quedándome como una bola.

—¡Arreando! —me arrancaron las sabanas.

—¡Pero si estoy de vacaciones! ¡Dejadme en paz ser una adolescente normal que pueda disfrutar de sus vacaciones de vez en cuando! —repliqué malhumorada.

—Más razón para entrenar, tienes mucho tiempo libre esta semana de vacaciones.

Me levanté de la cama a regañadientes. Me vestí con ropa deportiva y baje a desayunar unos huevos revueltos con bacon adormilada.

—El psiquiatra amigo del psicólogo te recetó las pastillas para dormir. ¿Todavía no te las has tomado?

—Solo uno de los días, y honestamente no tuvo mucho efecto y sabían . Y me niego a tomarme una poción, después de saborear la quitasueño se ha quitado las ganas.

A decir verdad, había pastillas que sabían peor, como las del hierro. Menos mal que no tenía la anemia y la tensión alta como Nora Grey. Aunque en el fondo, se pasaba tres cuartas partes de los libros sin tomárselas y no pasaba nada; o qué sabré yo, hace mcuho que leí los libros.

—Tómatelas y sigue las indicaciones del psicólogo —me recomendó mamá.

—Que sí, que si haga vida normal, que si me da cualquier episodios de ansiedad que lo diga, que no debería callarme nada de mis pensamientos. Y un largo etcétera.

Posteriormente tras el temprano desayuno, nos pusimos a montarlo todo y a entrenar. Cada vez era más complicado los ejercicios y peleas, pero a la vez me volvía más hábil con mis movimientos.

—¡Aahh!

Caí al suelo de la colchoneta torpemente. No tenía ganas de moverme.

—Venga levántate. No hemos acabado.

—Se está muy bien aquí, deberíais probarlo —le aconsejé desganada.

Quería domir desde hacía un jodido mes, no pelear y molerme a palos con mis padres. Ese el sentimiento que tienen los hijos y algunos padres cuando el estrés provoca insomnio.

—No seas vaga, hay que continuar.

—¿Estás seguro, papá oso?

Asintió muy seguro de lo que se hacía, un grave error que iba a utilizar a mi favor.

Me levanté de un salto rápido. Reanudamos el combate con unos cuantos golpes simples y rápidos juntos a unos cuantos esquives, hasta que logré desarmarlo y hacerlo caer al suelo, incapacitándolo.

Criaturas SobrenaturalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora