< Cortos > (STONY)

🌻 16. Recuerdos del mañana. #Stony #SuperFamily

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El lujoso auto se estacionó al frente de la gran mansión. Tony miraba conmovido a su copiloto.

Sentía una conexión extraña, quería entender el porqué. Hace algunas horas habían salido de la clínica, corroborando que aquella persona estaba bien.

Una llamada lo sacó de sus pensamientos.

Era su esposo.

—Steve, cariño. ¿Qué sucedió?— Si le tocaba ser completamente sincero, se alivió al escuchar esa voz. Rogers había partido a una misión por un mes.

No se imaginaba lo que su esposo le diría.

—¿Qué sucedio contigo?— Hablaba agitado el Capitán.—Conecto a una red de internet y lo último que me aparece eres tu hablándole a Mandarin.—

— Ah, era eso.— Pensó el genio. —Si te enteras lo que pasé estas 3 últimas semanas...— Definitivamente va a causarle un ataque a su esposo...—Pero, todo salió muy bien, aunque hay una sorpresa.

—Amor...— Y por fin el rubio pudo respirar tranquilo, le quedaba un poco para llegar a casa y reencontrarse con Tony.—Nos vemos en un rato..

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Anthony bajó de su auto, y despertó a su copiloto, se dirigió a la parte de atrás, bajando una pequeña maleta.

Ambas personas entraron lentamente a la mansión. Stark se sentía algo nervioso. Difiriendo bastante con su personalidad tan segura. Sin embargo esa semana, sintió que todo los problemas internos que tenía, quedaron expuestos. Hablaría con Steve, iba a ser complicado.

—¿Quieres comer algo? No soy un chef, pero puedo intentarlo.—

—Si...—

—Te has vuelto más callado.—

—Me siento cohibido, es todo.—

—Entiendo, mírame.— el mayor puso sus manos sobre aquellos hombros.—Te prometí que no te iba a dejar solo ¿si?, eres mi cómplice y yo el tuyo. Ahora, a comer.—

—Esta bien, Tony.—

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El genio no era un chef, ni algo parecido a eso, tuvo suerte de encontrar pizza congelada para aliviar el hambre. Habían comido horrible en todos esos días. Solo quería tomarse unas vacaciones, pero su mente no dejaba de darle vueltas el asunto importante, de que su tecnología se volviera en su contra.

—Se le va a enfriar.—

—Es cierto, gracias.—

Ambos comieron hasta saciarse, tomaron un poco de soda, y luego Anthony le llevó al piso de arriba.

—Tengo esto para ti.—

Abrió la puerta de aquella habitación encontrando una enorme cama, y quizás lo más importante. Un pequeño taller con sus propias pantallas holográficas. No dejó de sonreír al ver a aquella persona recorriendo toda su habitación.

—Es inmenso, mi antiguo taller era del tamaño de una caja.—

—Bien, aquí podrás construir lo que deseas. Por ahora es pequeño, pero dependerá de tus capacidades.—

—Gracias...¡Es increíble!—

—¿Quién es increíble?

Ante la sorpresa del menor, y la sonrisa de añoranza que le dedicaba su esposo. El Capitán América llegó a su hogar.