D O S

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-¡BASTA!

Lloró una rubia corriendo fuera de aquel desfile de modas al que había ido a participar, con su vestido hecho tiras y manchado por vino.

Dos miradas la vieron irse y decidieron seguirla.

Estaba hecha un mar de lágrimas, arrinconada en la esquina de su habitación, ¿Cuántas veces tendría que pasar por otra humillación?

Ya estoy harta, mamá -Habló entre llanto, abrazando un retrato de una mujer rubia de ojos verdes-.

Una severa pulmonía la arrebató de su lado, y de su padre no tenía ninguna idea. Estaba abandonada a su suerte.

Dejó el retrato de la fallecida en su mesa de noche y se quitó el deshecho vestido a fuertes tirones, rompiéndolo más de lo que ya estaba, lloraba mientras arrancaba la prenda que tanto esfuerzo le tomó.

-¡Todo es culpa de esta maldita piedra que está en mí! ¡Tantos intentos para cubrirla JAMÁS FUNCIONAN! ¡MALDITA SEA, MALDITA SEA, MALDITA SEAAA!

Su coraje la dominó por completo y aquella piedra magenta, que tenía el mismo color de sus ojos, comenzó a brillar. Corrió con desespero a su maniquí y lo aventó al suelo, se acercó a sus telas y las aventó por todas partes. Sus tantas portadas enmarcadas de revistas famosas chocaron contra el suelo y sus vidrios se rompieron. Gritó de forma tan estruendosa que ella misma se aturdió. Su gema dejó de brillar, se sentía débil, otra vez con ganas de llorar.

Se dejó caer de rodillas y cubrió sus ojos con sus manos, tratando de hacer que el llanto parara.

Unos pequeños ruiditos llamaron su atención mientras se lamentaba. Un poco más calmada, trató de investigar cuál era el origen del ruido. Entre sollozos y limpieza de lágrimas, se colocó una bata de baño rosa y miró a su alrededor, notando dos sombras en su ventana.

Tal fue su susto, que el llanto paró y fue sustituido por miedo. Aquellas siluetas movían su mano, haciéndole entender que se acercara. Algo temerosa y temblorosa, la ojimagenta se acercó a la ventana y observó a las siluetas, eran dos personas. Dos chicas para ser exactos, y las conocía.

¿Mai, Puppet? -Preguntó asustada, abriendo la ventana-.

¿Quieres saber el por qué de tu gema? -Preguntó directamente la pelilavanda de cabellos largos-.

La rubia se sorprendió y asintió, un poco asustada y confundida.

Entonces síguenos -Sonrió la pelilavanda de cabello corto y extendió su mano, su hermana igual extendió la mano y le sonrieron a la muchacha-.

Esta, dudosa, aceptó la mano de ambas y ellas se la llevaron, dejando la ventana cerrada en el proceso.

Gemas brillantes #FHSZ3RO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora