T R E S

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El flash cegador de la cámara era lo que más amaba en este mundo. El posar y vestir de forma excéntrica igual lo adoraba. La cámara lo adoraba.

La sesión había terminado. El modelo estrella se estiraba en el diván en donde había estado haciendo las fotografías. Se levantó y fue a su camerino a cambiarse de ropa. Entró a su ducha personal y se desvistió.

El vapor del agua caliente y la sensación que el líquido dejaba en su cuerpo era calmante y deliciosa.

Acabada su ducha, salió y secó su cabello y cuerpo con mucho cuidado. Una simple bata de baño blanca cubría su cuerpo. Recostado en aquel sillón de terciopelo rojo comenzó a revisar su cuenta de Instagram, halagándose a sí mismo por sus fotos, sonriendo por nuevos seguidores y "Me gusta", e ignorando las burlas u ofensas hacia su persona.

Rodó los ojos y salió de la app para luego bloquear su teléfono y dejarlo en su tocador. Se levantó rápidamente y se vistió en un abrir y cerrar de ojos, tenía otra sesión de fotos en una hora y era al otro lado de la Ciudad.

Se despidió amablemente de todos y salió del gran edificio verde pastel con un gran estandarte de varios colores azules. Se detuvo junto a la entrada y sacó su celular, recibiendo el mensaje de su chofer que le avisaba que ya iba por él. Sonrió a la pantalla y se sentó en la banca que estaba junto al edificio.

Junto a él, se sentó un hombre amargado y a la vez triste, tenía un aura gris. Golden identificaba el estado de ánimo de las personas en un santiamén, todo gracias a su extraña anomalía. Giró su cabeza hacia el tipo e hizo un pequeño ruidito, llamando la atención del hombre.

Buen día, señor -Sonrió el de ojos brillantes, haciendo sonreír un poco al hombre-.

Buen día, jovencito -Sonrió desanimado el señor, mirando al muchacho-.

¿Pasa algo? -Preguntó comprensible el modelo, dando una mirada de interés-.

El señor de cabellos negros y barba poco pronunciada solo suspiró profundamente, recordando su tristeza. Hizo una mueca de inconformidad y decidió hablar.

Mi esposa falleció hace unos meses, y mi empleo peligra -Contó el pelinegro rascando su poca barba y mirando al Cielo, guardando su mano libre en su bolsillo del pantalón-.

Golden miró hacia abajo y suspiró, desanimado. Volteó al hombre y le sonrió de forma desanimada.

Lo entiendo, debe ser terrible -Habló con melancolía en su voz- mi madre falleció hace muchos años, y aún la extraño.

El rubio puso su mano apuñada sobre su corazón y sonrió, cerrando los ojos. La gema en su espalda comenzó a brillar ligeramente, aunque su brillo no se daba a notar por la luz del Sol.

Uno no sabe qué le depara el futuro, y por eso debe vivir feliz y sin preocupaciones -Levantó la mirada y abrió los ojos, mostrando un pequeño toque dorado en sus orbes bronce- la Vida es como un tren, todos tenemos una estación en la que bajar y a veces, a la gente más cercana le toca bajarse antes que nosotros. Claro que duele la partida de un ser querido, pero es mejor recordar el viaje que tuvimos con ellos, las sonrisas y la felicidad. Que se hayan ido no significa que ya no estén a nuestra lado, todavía viven en nuestros corazones.

El hombre bajó la mirada agradecido, sonrió un poco más animado y vio al joven, estaba feliz de que alguien se preocupara por él, y más una celebridad.

La gema de aquél muchacho dejó de brillar y bajó la mano involuntariamente.

Muchas gracias, jovencito -Agradeció el señor levantándose de la banca y extendiendo su mano-.

No hay de qué, amable señor -Sonrió el rubio estrechando la mano con aquel desconocido-.

Nadie nunca había estado preocupado por mi situación, todos me ignoraban -Siguió agradeciendo el hombre, soltando la mano del joven- de verdad, le agradezco. Me siento mucho mejor ahora.

Me alegra que se sienta mejor, cuando guste me puede encontrar aquí -Sonrió el chico sintiendo algo en la mano, algo doblado, miró su mano y notó un pedazo de papel- ¿Y esto? Oiga, ¿Esto es...?

El hombre ya no estaba.

¿... Suyo? -Soltó al aire, mirando hacia la dirección en la que probablemente el hombre se había ido-.

Frente al edificio, se estacionó un Chevrolet Sedán 2020 negro, ese era su vehículo. Saludó al chofer y subió a la parte trasera del auto.

Durante el camino, el rubio desenvolvió el papel y leyó atentamente lo que tenía escrito en caligrafía básica:

"Si quieres saber sobre tu gema, comunícate a este número: +52 *** *** ****"

Se extrañó al leer eso, era muy preciso a su situación, ¿Debería guardar el número?

Un rato después de pensarlo, sacó su teléfono y agendó el contacto con el nombre de "Él sabe algo". Dobló el papel y se lo guardó en el bolsillo, con una sonrisa. Se recargó en la ventana semiabierta del auto y miró al Cielo, siempre tan sonriente.

Gemas brillantes #FHSZ3RO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora