Daniela iba a decir algo cuando volvió a ver una cosa extraña. Otras dos tumbas con un hilo rojo unidas. Letras muy parecidas a la anterior, una mujer y un varón. Iba a preguntar al fraile, cuando un hombre vestido de militar antiguo los saludó amablemente. El fraile se acercó a él e intercambiando unas palabras entre risas y bromas. El militar se inclinó descubriendo su cabeza en acto de humildad para recibir la bendición e inmediatamente se despidieron.
- ¿Sabes quién era él?
- No padre, ni idea. Por su ropa parece Don José de San Martín, al menos así sale vestido en mis libros de historia.
- Sonriendo, respondió-- Cerca, cerca. Es el general Juan José Salas, primer alcalde de Ica, después de la independencia. Peleó al lado del Generalísimo San Martín. Le pedí charlar con él para que lo conozcas y me prometió hacerlo luego. Tiene una reunión con otros militares en este momento, me dijo. Mira, ¿ves a esos hombres que se juntan con el general Salas? son los llamados cholos, los montoneros, ellos pelearon durante la guerra con Chile. También los vamosa ir a buscar para que te cuenten su historia. A estos milicos les encanta andar en temas de conspirar y tratar de derrocar gobiernos.
Salieron del cementerio viejo e ingresaron al nuevo. Ese lugar era un loquerio. Parecía una feria. Lleno de gente. Casi ni se podía caminar. A la distancia se oía ruido, música.
- Mira padre, músicos. Allá hay una fiesta. La gente está bailando. Vamos.
La niña casi arrastrando al fraile lo llevó al grupo donde varios hombres con cajón, guitarras, acordeones y violín alegraban la noche. Una morena bailaba al centro del ruedo jalando a uno y otro para que los acompañara. Un joven usando un polo del Octavio Espinoza cantaba a voz en cuello unas polkas, mientras un viejito sonriente dirigía a los artistas.
- Mira Daniela, ese señor es Don Panchito. Y esa joven guapa de ojos claros que toca el acordeón es su hija. Gran maestra de muchas generaciones.
La algarabía desbordaba y más cuando aparecieron los zapateadores conocidos como “los negritos”. Sus camisas blancas y una banda de terciopelo rojo los caracterizaba.
Cada vez más personas se aglomeraban haciendo insostenible seguir allí. Se alejaron riendo justo cuando un huainito empezaba a sonar.
Un hombre a travesó el lugar cargado de planos y maderas. Iba todo apurado y distraído casi no se dio cuenta de la gente bailando.
- Don Alberto, - saludó el fraile- ¿dónde van a tanta carrera?
El hombre se detuvo a besar la mano del fraile. Lo miró sonriente y a la niña a su lado la saludó con otra gran sonrisa.
- Aquí pues Padre, me dijeron que Luren se había caído con el último terremoto y andamos en unas reuniones con los amigos para revisar los planos y ver en que fallamos. No puedo creer que se vino abajo. Bueno también la intensidad del sismo. El hombre se distrajo hablando consigo mismo que ni cuenta se dio cuando ambos se alejaron.
