Sinopsis

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No entiendo como las chicas pueden considerar salir a elegir ropa como uno de sus pasatiempos preferidos ¿Qué más da si la falda es violeta o morada? ¿No son acaso el mismo color?

Debería estar en el hielo en este momento, entrenado para el próximo juego, pero Camila no me perdonaría posponer otra salida más por un entrenamiento no programado por el entrenador.

Muy a mi pesar estamos de tienda en tienda y aunque es una salida «como novios» sus amigas están con nosotros, estoy comenzando a creer que es un castigo, pues soy el que lleva las bolsas de todas.

 — ¿Quieres algo de tomar, Zack?

Voy atrás del conjunto de risotadas que son ella y sus amigas. Exagero si digo que no veo por el montón de bolsas que tengo, pero son demasiadas, ellas apenas y llevan una cada una.

Camila deja que todas sus amigas sigan caminando sin ella y me espera solo para reírse de mí y la situación en la que me encuentro por su culpa.

—  Si querías un sirviente le hubieras dicho a Island que te prestara uno de los de su casa — ella se cruza de brazos y me mira desaprobatoriamente.

— No metas a Issy en esto.

 — Te estas comportando como ella — replico fastidiado. Ella alza sus cejas y deja escapar un bufido junto con una carcajada ¿Qué es tan gracioso ahora?

— Vamos, aún quedan cosas por comprar.

 — ¿Qué tanto puedes comprar de ropa? ¿Ganas tanto en la cafetería? — estoy que arrojo al suelo todas las compras de ella y las chillonas de sus amigas "Las Mary".

— Bebé, tranquilo — me sugiere acariciándome la barbilla con sus delicadas manos —. Ahora solo vamos a renovar mi sección de lencería — ella no suele ser muy coqueta y cuando lo hace luce infinitamente dulce con sus mejillas aumentando de color, justo como ahora. — Hay que deshacernos de ellas.

— Me has convencido — me da un corto beso, me toma la mano a pesar del montón de bolsas que tengo en ellas y me lleva con sus amigas.

Camila hace que cada día me enamore más de ella, cada vez pienso menos en ella y todo lo que provocaba en mi con cada abrazo o beso en la mejilla.

Camila es la prueba de que un clavo saca otro clavo.

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