Capítulo siete

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— ¿Estás loca? — la tomo del brazo antes de que se me desaparezca entre la multitud — ¿Como se te ocurre besar a Camila?

Island me mira con sorpresa, claro que estoy consciente de que no se esperaba que la siguiera. Mira con extrañeza mi agarre, pero inmediatamente cambia su expresión.

— ¿Celos porque la besé a ella y no a ti? — la suelto con rudeza. Mira su brazo y seguidamente a mí. Se ha enojado — A ver, ¿Y qué querías? ¿Qué me negara? ¿Con que excusa en dado caso? ¿Eh?

Ella tiene razón y lo sé, es sólo que me desconcierta que la haya besado tan libremente, además de lo incomodo que me hiso sentir el que se sentara en mis piernas, tal vez porque me trajo recuerdos.

— Podías haberme besado a mi ¿No crees? 

— No, no lo creo — contesta rotundamente, como si besarme a mi no hubiera sido una opción válida.

— No es como si no lo hubieses echo antes — ella tuerce los ojos hacia otra dirección.

— ¿Piensas las cosas antes de decirlas? — me reprocha dejando caer sus brazos con cansancio — ¿Las escuchas luego de que las dices? Zack, no iba a besarte.

— ¿Por qué? ¿Ahora te cohíbes? ¿No piensas que sospecharan por eso?

Ella mira en todas direcciones antes de tomarme del brazo y conducirme hacia una de las habitaciones del segundo piso.

Me encuentro con ella ahora mismo en esta situación por la sencilla razón de que la seguí, la escuché decir que iba al baño y aproveché el momento.

Le dije a Camila que vendría a fumarme un cigarro y por supuesto no quiso acompañarme, pensé llevarme un regaño por la sola mención de esa abominación (a su consideración), pero ni me prestó mucha atención. La conversación con Collins estaba muy interesante. Eso me da ventaja.

Island encuentra una puerta, la abre sin tapujos y me hace pasar antes que ella, cierra la puerta y además le pasa seguro. Se me hace muy extraño que no haya una pareja besándose aquí ya. No sé de quién es la habitación, pero espero que no le moleste a la dueña de la casa que la invadamos por unos minutos.

Dirijo mi mirada a Island, quien ya me está mirando reprobatoriamente, cosa que últimamente no es nuevo para mí, es como la mirada asignada que tiene para mí.

— Por favor — dice con fuerza y enojo contestando la pregunta que pensé había dejado al aire —, que nosotros dos tuviésemos algo es lo mínimo que pensarían. Estoy segura que piensa que no te besé por cualquier otra cosa — una vez deja salir esas palabras, me da una señal para que no hable, al parecer sólo se ha detenido a oxigenar sus pulmones —, pero ¿Por qué me reclamas esto?

Me había mentalizado para cuando me hiciera esta pregunta, pero para estas alturas ya olvidé la respuesta tan perfecta que había idealizado. 

Verla así; tan linda. Ahora no dejo de verla de esa forma, siempre lo ha sido y yo me daba cuenta, pero ahora es que le estoy dando importancia.

¿Cómo es que ahora sus ojos verdes me cautivan y entretienen de esta forma? Siento que puedo pasar horas mirándolos sin aburrirme. ¿Por qué sólo ahora me doy cuenta de que tiene un mínimo lunar en su mejilla izquierda y que sólo la hace ver mas linda? La forma de sus labios, el arco que forman sus cejas, lo diminutas que son sus pestañas y que lo disimula con rímel.

La observo a cuerpo completo con rapidez, antes de que piense que la estoy visualizando mucho, aunque en realidad sea así.

Sabía que había algo raro o distinto en ella esta noche. Hoy no lleva calzados unos tacones gigantes como siempre.

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