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Luego del episodio en el coche todo se puso sumamente tenso, asumo que parte de eso es por mi culpa. Se que si no hubiera sido por mi actitud durante la vuelta las cosas quizá no estarían tan tensas. Pero es que, ¿cómo se supone que debería reaccionar? No es para menos. Al llegar a casa, era demasiado tarde para cenar y solo podía pensar y pensar, torturar mi cerebro con miles de ideas y posibilidades que aterraban mi mente una y otra vez. Así que... no tuve mejor idea que actuar por impulso, lo cual es extraño en mi, y con "mejor idea" me refiero a algo totalmente irónico. De todas formas, así fue. A pesar ser ya las 3 am, solo bastó una llamada para llevar a cabo tal idea repentina e inusual.

***

Y aquí estábamos, el sol golpeaba mi rostro haciéndome volver a tierra. Su respiración se oía casi pegada a mi oído, incluso roncaba un poco. Me giré a verle y sonreí a medias. ¿Será la culpa que me hace sentirme así? ¿Qué estaba sucediéndome? Sé que lo de esta madrugada fue una sorpresa y probablemente bastante grata, pero ahora mismo mi mente podría encontrarse incluso peor que ayer.

De pronto, el sonido del timbre me hizo sobresaltarme un poco y miré rápidamente el reloj del móvil. Por poco olvidaba la universidad.

- Álvaro, cariño... -intenté moverle con delicadeza.
Su torso descubierto dejaba ver sus bíceps perfectamente trabajados y al rayo del sol. Mucha gente moriría por estar en mi lugar en este momento, sin embargo algo en mi decía lo contrario sobre mi.

Abrió los ojos con pereza y sonrió al verme.

- Alguien ha llamado al timbre, además tengo clase en poco tiempo...

- Menuda sorpresa me has dado, ¿eh? -comenzó a estirar mi sujetador con intenciones de quitármelo otra vez. Claro que lo sucedido anoche aún sigue en mi mente, y con eso no solo me refiero a la visita de Álvaro.

Sonreí y volví a acomodar mi ropa interior en su lugar poniéndome de pie.

- Oye... -insistió- No me quejo de la vista pero... me gustaría un rato más contigo. Todavía me sorprende que me hayas llamado a esas horas... -expresó viéndome mientras me cambiaba prácticamente a la velocidad de la luz.

Hice una leve mueca. Una presión en el pecho no me dejaba en paz.

- Alguien esta tocando... Ire a ver.

- Puede esperar, yo no...

- Poco te conformas tu... -bromeé con algo de culpa y corrí rápidamente hacia la puerta dejándolo allí.

Acomodé un poco mi cabello y abrí con la mejor expresión que encontré a estas horas, la cual por supuesto, no tardó en borrarse.

- ¿Qué haces aquí? -cuestioné algo alterada abriendo los ojos con exageración.

La castaña rió.

- Buenos días, primero que nada. -aclaró un poco su garganta- Sucede que... anoche...

- Shh... cállate. -espeté casi abalanzándome sobre ella y cubriendo su boca con mi mano derecha.

Se zafó de mi rápidamente e intentó echar un vistazo detrás de mi. Entrecerró un poco la vista.

- No puedo hablar ahora. -mascullé.

- No sé a que te refieres exactamente, pero... solo intentaba pedirte mi chaqueta, me la he dejado en tu coche ayer y la necesito. Debo estar en el bar en unos minutos.

A medida que las palabras salían de su boca intentaban abrir mis ojos aunque sea un poco más, pero no había caso. Era imposible que Iria captara la indirecta. No le había contado a Álvaro sobre la visita a la madre de Iria, sería preocuparle en vano. ¿A quién le agradaría que su pareja visite prisión? Probablemente a nadie. Además, tendría que volver a tolerar la charla del tiempo en pareja juntos y mis mil maneras de evadirlo... Todo eso aburre y genera un gran desgaste de energía para mi, cosa que intento evitar últimamente. Aunque dadas mis circunstancias actuales no lo veo como algo cercano a mi.

La chica del bar. [lgbt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora