Capítulo 21: Revelaciones en el cementerio

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Katrina, Aiden y yo estamos sentados en la cama que he ocupado por un tiempo sentados en posición de loto con una bandeja de galletas recién horneadas en el centro de nuestro triángulo, hablamos durante horas sobre los Lovelace y las decisiones que tomaremos ahora para las vidas de todos.

He hablado durante mucho tiempo con Guillermo y su hijo, les conté el amor que profesaba mi padre al irse de este mundo, como han sido los últimos tres años y sobre todo les hablé de Trina, ninguno puso objeción alguna en que ella se mantuviera junto a nosotros. El duque quiere que viajemos hasta la casa de la duquesa Ariana para contarle todo pero mi corazón está atrapado en este castillo así que hemos decidido ir un par de días y regresar a la capital, conoceremos a la abuela con ella seguramente podré tomar la decisión más adecuada, pero si algo ha mostrado la historia es que esta familia se mueve por amor apasionado.

Guillermo ha dicho que los Lovelace solo aman una vez en toda su vida.

Después de acabar con la mitad de las galletas Aiden ha dicho que deberíamos ir hasta nuestra casa en la Zona Gris para despedirnos de quienes éramos hasta hace solo días y visitar las tumbas de nuestros padres para contarles todo lo que pasa y estén tranquilos por nuestro porvenir, pero con Kel suelto escaparnos del castillo y cruzar el camino de tierra resultaría casi un suicidio.

—Al menos podemos ir hasta el cementerio —opina Trina frunciendo el ceño —. Nadie notará que faltamos por dos horas, máximo.

—El cementerio está bajando la Calle Real —recuerdo el triste lugar mientras mantengo una galleta a medio comer en mi mano —. No puede ser tan mala idea.

—El sol está cayendo, podemos hacerlo —parece que conocer a Alan le dio a mi hermano una actitud mucho más valiente y eso me da miedo.

—Está bien —accedo dejando la galleta en la bandeja y poniéndome de pie —. La última vez que hicimos esto no salió bien.

—Ahora tenemos experiencia —se burla Katrina acomodándose los zapatos con rapidez.

Me pongo una capa blanca que cuelga del perchero de la habitación, es bastante grande de hecho y seguramente si tengo que correr va a hacerme caer de bruces al suelo, una presa fácil de cazar, pero el frío de la noche me impide salir sin un abrigo y perdí mi capa el día en el que me desmayé a medio camino. Los tres trabajando en equipo como siempre burlamos a los guardias de las entradas y cuando estamos fuera de los terrenos del castillo nos soltamos a reír por los nervios.

Me aseguro de que mi trenza se mantenga oculta bajo la capa para no dar el menor indicio de quien soy antes de empezar a caminar en medio de mis hermanos, ahora que la herida ha conseguido cerrar entonces ya puedo caminar mucho mejor, pero tendré una cicatriz en el costado izquierdo que me recordará toda la vida la noche en la que el capitán Kel intentó asesinarnos y casi lo consigue conmigo.

El cementerio ya está cerrado por la hora, Aiden trepa la reja con facilidad, pero para Trina y para mí las cosas se complican al llevar vestidos y tardamos más de lo necesario en llegar al otro lado y encontrarnos dentro del campo santo, conozco el cementerio como la palma de mi mano por las cientos de veces que lo he visitado y podría llegar hasta la tumba de nuestros padres con los ojos cerrados y las manos atadas.

—Vamos —aliento a los otros dos que están mirando las sombras que proyectan los árboles en el suelo con temor —. Valientes guerreros son ustedes dos, son solamente sombras.

—No es buena idea después de todo, aquí algo anda mal —Katrina se abraza a si misma a pesar de que su capa la protege de la brisa.

—Ya estamos aquí —comento frunciendo el ceño confundida —. Solo serán un par de minutos.

—Rápido —dice Aiden y los tres emprendemos el camino a las tumbas correctas a la carrera.

Liam, el padre de Katrina esta sepultado junto al mio en la parte central del cementerio, las tres tumbas de encuentran cubiertas de hojas secas que caen del roble que se alza majestuoso detrás de ellas, en silencio los tres empezamos a limpiarlas con las manos en movimientos cariñosos a pesar de que ellos ya no estén realmente aquí.

—Hola mamá —susurro mientras aparto las últimas hojas de la superficie —. Ahora estamos bien y ya no debes preocuparte por nosotros, conocimos a la familia y estoy enamorada... Del rey.

Mi única respuesta es la brisa helada de la noche que golpea mi rostro, acaricio el nombre de mi madre con los dedos mientras recuerdo lo suave que era su tacto sobre mi frente cuando estaba enferma, su risa cálida y su voz cuando cantaba para mí en las noches de insomnio, mi amada madre se fue para siempre y yo ya nunca más podré ver sus ojos soñadores, sé que actuó de manera muy impulsiva y egoísta al irse y dejarnos a Aiden y a mi solos pero ella estaba tan llena de amor que cuando perdió a papá no supo qué hacer con tanto y se marchó a perseguirlo, lo dejó todo por él como alguna vez él lo hizo por ella.

Cuando Aiden viene a la tumba de mamá me deslizo en silencio hasta la cama eterna de nuestro padre, sonrío entre lágrimas mientras me siento en el borde del frío mármol y me quedo en silencio buscando las palabras correctas para él pero nada fluye de mi más que un atropellado llanto que me esfuerzo por sostener silencioso, necesitaba venir y despedirme de la Crystal que él conoció además de recordarle que aunque pase esta vida y mil más yo siempre, siempre voy a desear ser su hija, siempre voy a amarlo.

—Papá, ahora que tu hermano sabe cuánto le amaste puedes descansar en paz junto a mamá —le digo con ternura sin molestarme en limpiar mis mejillas —. Saluda de mi parte a Liam y dile que tiene a la más hermosa de las chicas como hija.

Me pongo de pie cuando veo a Trina hacer señas de que alguien se acerca, tiro de Aiden para que se mueva junto a nosotras y los tres nos agazapamos detrás del gran roble. Entonces a la tenue luz de la luna reconozco quien es aquel que merodea el cementerio aparte de nosotros tres, el Conde de Bairam viene a traerle flores a mi madre.

Se supone que él no estaba en la capital. Entonces un rompecabezas que no sabía estaba desordenado se acomoda en mi mente.

Jacobo Hans conde de Bairam, estaba enamorado de mi madre y traicionó a papá para tenerla con él, pero todo salió mal y mi madre decidió morir antes de ser suya porque su corazón era solamente de su eterno amor. 

En el nombre del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora