Capítulo 25: Atrapadas

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La estancia en la casa de la abuela fue un trago de agua fresca que consiguió calmar cada uno de mis temores, después de tres días conviviendo con la familia y descansando hemos decidido que Katrina y yo partiremos hacia el castillo en la mañana y dos días después la duquesa de reunirá con el rey para pedir la condena de Kel en persona como un asunto personal, como abuela es una dulzura, pero como duquesa la señora da miedo.

Katrina ha estado pensando bien su enamoramiento con Alan y terminó por confesarme que su gusto era meramente físico por lo que lo dejaría en el pasado, por un momento dude que estuviera diciéndolo para que no me sintiera mal por ir detrás de mí, pero luego vi sus pálidas mejillas cobrar un color rosa y entendí que había alguien más de quien Katrina no había dicho nada.

—Habla —le exigí mirándola inquisitivamente pensando que al ir al castillo yo solo era una excusa —. Katrina.

—Ay, Crysi —cada vez que ella usa ese sobrenombre es porque la conversación será desesperada —. ¿Recuerdas a Castiel?

—Nunca hablé con él, pero si, es el mejor amigo de Aren, él estaba entrenando con Aiden —recuerdo al hombre de cabellos castaños y ojos color esmeralda —. Espera, ¿qué tiene que ver Castiel contigo?

—Es que cuando tu estabas inconsciente yo cuidaba de Aiden así que pase mucho tiempo con él, al principio peleábamos todo el tiempo y él hacía que me molestara para divertirse —mientras habla Trina cepilla sus rizos dorados y me mira algo cohibida porque el tema la avergüenza —. Creí que lo odiaba porque me gustaba Alan, pero cuando pase tiempo con el duque me di cuenta de que no me gustaba más allá de su apariencia y que el soldado seguía dando vueltas por mi cabeza.

—Así que Castiel te enamoró molestándote —me burlo vengándome por todas las veces en las que ella me molesto con Aren.

—Estás haciéndolo a propósito —me reclama tirándome el cepillo que a penas logro esquivar por unos centímetros —. Es que fue muy corto tiempo, pero descubrí que si tengo que pasar el resto de mi vida junto a alguien me gustaría que fuese como Castiel.

—Como Castiel no —la corrijo acomodándome mejor en el borde de la cama —. Que sea Castiel.

—El amor apesta —resopla, acercándose hasta la cama y dejándose caer de espaldas sobre el colchón rebotando levemente por el impulso —. Solo complica la vida.

—Pero la complica bonito —me río porque la verdad es que Trina tiene la razón, enamorarse solo trae líos a la vida enredando todo mucho más.

En la mañana dejo que la abuela acomode mi cabello en dos largas trenzas, me pongo un vestido azul cielo de mangas cortas por lo que también llevó guantes hasta los codos y el fastidioso corsé, la abuela insiste en que ahora parto hacia la capital como una duquesa y he de verme como tal. Katrina no corrió con mayor suerte, también forzada a usar corsé se puso un vestido rojo de mangas largas y recogió su rizos en un moño elegante.

—Las alcanzaremos en dos días —me dice Alan mientras ajusta el broche dorado de la capa blanca en mi cuello —. Ve con cuidado.

—Cuida de Aiden por favor —le suplico, sujetando sus manos entre las mías con cariño.

—No te preocupes, él está con la familia —sonríe y se inclina para dejar un beso en mi frente, lo abrazo permitiendo que calme mis miedos por unos minutos.

Cuando nos separamos veo a Guillermo caminar hacia mí y sonriendo extiendo los brazos para que me abrace, él me recuerda demasiado a papá y no puedo evitar verlo como tal un poco. Después de despedirme de él, de Hanna y de la abuela me dirijo a atrapar entre mis brazos a Aiden de manera tan fuerte que él se queja por la falta de aire en sus pulmones.

—Portarte bien, cuídate mucho, no hagas travesuras —hablo rápidamente causando que él se ría.

—Solo serán dos días, hermana —comenta divertido separándonos un poco —. Tu cuídate mucho y no dejes que Trina golpee a Castiel.

—Tú lo sabías y no me dijiste —lo miro con los ojos entrecerrados causando que libere una carcajada, volvemos a abrazarnos —. Te amo, hermano.

—Yo también te amo, hermana —susurra apretando el agarre y noto que a pesar de ser dos días va a extrañarme.

Al separarnos Katrina atrapa a Aiden entre abrazos y lloriqueos, les doy espacio para que se despidan con todas las lágrimas que quieran y camino hacia el frente donde el carruaje espera por nosotras, los nervios hacen que mi corazón lata desbocado, la abuela me sonríe recordándome que debo ser fuerte y asiento con la cabeza antes de aceptar la ayuda que Alan me brinda para subir. Trina sube a los pocos minutos y mientras avanzamos agitamos las manos a través de la ventanilla diciendo adiós a nuestra familia.

—Se me va a escapar el corazón —comento mientras pongo una mano sobre mi pecho para sentir el ritmo acelerado que lleva.

—Relájate un poco, al menos mientras estemos en el camino —sonríe Trina, golpeado levemente mi brazo causándome una sonrisa divertida.

Cuando va una hora de camino Katrina ha logrado distraerme metiéndome en una conversación sobre las travesuras que hacíamos cuando nos conocimos antes de toda la tragedia, la Zona Gris ya temía vernos juntas porque éramos tremendas y para nosotras que no teníamos problemas esa era la vida.

El carruaje frena cortando nuestra charla, extrañadas porque aún no hemos llegado nos miramos la una a la otra antes de que la rubia se asome por la ventanilla para preguntar qué pasa, un grito de su parte me advierte que afuera algo va mal y al asomarme veo que alguien clavó una flecha en el pecho del cochero.

Con el corazón latiendo a toda velocidad tomo la mano de Katrina tratando de buscar una salida a esta situación, no sabemos qué está pasando y claramente ambos estamos aterradas.

Entonces lo veo a través de la ventanilla, Kel y sus hombres están rodeando el carruaje y eso me dice que todo el tiempo nos mantuvieron vigiladas y supieron donde estábamos, el capitán espero el momento idóneo para atraparnos y nadie lo notó.

En el nombre del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora