Terapia de choque.

1.5K 99 4
                                    

- Para aquí.- me indica el hombre, estamos al lado de un edificio de bloques.

Diego se sube al techo de mi coche y comienza a escalar por el tendedero para tirarle ropa a su compañera, salgo del coche alarmada.

- ¡¿Qué hacéis?!- intento susurrar.

- No iremos muy lejos con pintas de chalado.- comienzan ambos a quedarse desnudos, uno de espaldas al otro pero dejándome a mi unas vistas perfectas de los dos.- Nos separamos.

- Ni de coña, nos necesitas a la doc y a mi.- remarca Layla.- Te salvé el culo.

- Pero yo no hice nada especial, además tengo que volver con mi familia.- Diego me mira sus ojos me fascinan tanto que me quedo sin palabras, era una mirada tan sincera...

- Lana eres mi psicóloga personal ¿no?- la mujer se acerca pasando un mechón detrás de mi oreja.- Si mañana aparece que he matado a alguien ¿a quién culparan de mi trastorno?

No debí ayudarles escapar, abro de nuevo mi coche para que entren, me siento soltando un fuerte suspiro, miro el reloj.

- Está bien, pero vamos a por Leo antes, el turno de la niñera acaba en diez minutos.

Al día siguiente allí estaba, como toda una criminal con mis pacientes, dando de desayunar a mi bebe mientras vigilan el ayuntamiento esperando a Oswarld. La locura de Diego le hace pensar que quiere matar a Kennedy en unos días el desfile, pero, cuando me paro a psico-analizar sus gestos, no parecen los de una persona que presenten locura.

- Le sujetas por detrás, le corto el dedo y le digo que tiene 24 horas para irse.

- ¿Por qué no lo matamos? Quiero matarlo.

- ¡Chicos!- me quejo.- Si supuestamente mata al presidente...

- ¡Lo deberíamos matar!- Layla me agita.- La doctora está conmigo.

- No podéis matar a alguien por la creencia de que cometerá un crimen.- aviso.- Bueno, matar a alguien en si es un delito.

- Lo del dedo es una gilipollez.- vuelve a remarcar ella.

- No cualquier dedo, el del gatillo, así ya no puede. Da igual lo haré yo.

- ¿Por qué intentas hacerte el héroe? Ni que papi fuese aceptarte así.- Layla comienza a atacarle.

- Eso fue un golpe bajo, simplemente no entiendo.- miro directamente a sus ojos.- ¿Por qué exponerse al peligro por una cabezonada?

- Porque es idiota.- repentinamente se escucha otra voz de chico en el coche, me giro asustada.- Hola de nuevo Lana.

- Ese uniforme... por algún casual ¿conoces a Luther?- pregunto intentando discernir el logo.

- Es mi hermano, y Diego ¿No te...? A claro, eres humana, puede ser un problema.

- ¿Crees que por eso es la amnesia?- se gira Diego al chico.

- ¿Qué? No digáis tonterías, estoy casada con vuestro hermano, tengo un hijo, solo igual olvide cuando os mencionaba.

- En fin, necesito que vengas conmigo.-le dice el menor a su hermano.- Conduce.- me pide, les doy a Leo.- Aleja eso de mi, bien, por cierto soy Cinco.

No se porque hacía esto, porque no me detuve a tiempo, era como si todo me resultará tan familiar, la cara de Diego, ahora Cinco y ¿amnesia? Es verdad que apenas guardo recuerdos lucidos pero no lo llamaría así. 

Llegamos a un apartamento, un tal Herb se acerca al de uniforme nervioso gritando "¡¿De dónde sacaste la cinta?!". Era una película de cine, lo percato por la luz del proyector, nos acercamos para observar con horror, un video casero del día del disparo de Kennedy.

Siempre tú | Diego HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora