Me encontraba en la habitación desconocida.
Recostado en la cama, pensaba en la basura que era.
Aún no comprendía como fue que mis padres me abandonaron. Me habían hecho a un lado.
-¿Gerard? -
Tocaron la puerta. No conteste. Mis pensamientos vagaban. Lo único que me importaba ahora era salir de aquí.
-Te he traído algo de comer-
Hablo el tipo entrando a la habitación.
¿Porque se preocupaba tanto por mí?
Solo me limitaba a mirar las acciones de aquel hombre.
-No me gusta que llores Gee-
Dijo acariciando mi mejilla.
Tomaba mi rostro en sus manos.
Sus manos eran suaves y cálidas.
No me había percatado de lo hermoso que eran sus ojos.
Me miraba fijamente. Tan puros. Llenos de sinceridad. Llenos de bondad.
Él era mi salvación.
-¿Quien eres tú? -
Pregunte.
-Me llamo Frank Iero -
Sonrió.