Las cosas dieron un enorme cambio.
Ya no me sentía solo. Me sentía feliz. En paz.
Ya había pasado una semana desde lo sucedido.
Frank no preguntaba nada acerca de aquello. Y eso me calmaba. Pues aun no estaba preparado para platicar de mi intento de suicidio.
Sentí un peso mas a mi lado.
Abrí mis ojos poco a poco. La luz del sol golpeaba mi cara.
Pose mi mirada en una silueta que se encontraba a lado mio.
Era Frank.
Estaba recostado frente a mi mirándome fijamente, con una sonrisa tierna en sus labios.
¿Acaso podría ser mas perfecto?
–Buenos días amor–
Dijo en un susurró
Aun no me acostumbraba a llamarlo de la misma manera. Llevaba poco tiempo conociéndolo.
No se podía llegar a amar tan pronto ¿o sí?
–Buenos días Frank–
Sonreí.
–Eres tan hermoso Gerard–
Acariciaba mi cabello.
–No, no lo soy –
Conteste en seco. No me gustaba que me mintieran.
–Claro que lo eres cielo–
No quería seguir el juego. No quería recibir mas palabras hermosas de sus labios.
No era digno de escucharlas. No las merecía.
Varios minutos pasaron. Aun estábamos acostados en la cama mirándonos.
Me encantaría quedarme así por siempre.
–Eres mi todo Gerard–