Se esta poniendo interesante.

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Salí corriendo, del muelle. No quería verle, no quería estar cerca de el. ¿Acaso no podía ver lo asustada que estaba? Corrí aún más rápido. Sentia las lagrimas escurrir por mis mejillas rapidamente. Me detuve en seco. Mire hacia atrás.

Aaron no estaba en el muelle.

Me eche a correr una vez, sentía el corazón a mil por hora, me dolía el pecho, ya no sentía el suelo y mucho menos las piernas, volví a mirar hacia atras ya estaba demasiado lejos del muelle. ¿Dónde estaba?

 Me había adentrado demasiado al bosque, alrededor de mí: Arboles, árboles y sí. Más árboles.

Carajo-pensé.

Comenzó a razonar rápidamente, no podía morir, eso era obvio. Estaba soñando. Pero tenía miedo, aun podía tener todos los sentimientos humanos, aun sentía hambre, dolor, miedo, amor. Lo único bueno de todo esto era que no podía dejar de existir. Camine varias, horas.

Hasta que oscureció.

Me quede ahí, como una niña asustada, en medio de Dios sabe dónde.  Me acoste en la hierva. Cerré los ojos. Y comence a escucharlo todo: Aves, animales, el ruido del viento, el cosquilleo de las hojas de los árboles, el aire que impactaba contra mis mejillas, Paz total. Siempre había perseguido esa palabra paz.

-Te vez tan estúpida desde aquí arriba.- Bufo una voz masculina.

Abrí los ojos de golpe, Aaron me miraba con un aire juguetón y una sonrisa maliciosa.

¿Qué carajos?

- ¿Que supone que tengo que decir, eh imbécil?- Conteste enojada.

-Tienes los ojos hinchados,- Frunció el entrecejo ¿estuviste llorando?- Se puso en cuclillas.

-Te importa un comino si estuve llorando o no.-Respondí.

-Ann, basta. No quiero pelear.

Cuando las cosas con Aaron estaban bien todo era jodidamente perfecto, todo era miel sobre hojuelas, pero cuando las cosas se ponían mal, hasta el mismo cielo de aquel lugar se estremecía.

-¿Me vas a dar respuestas?- Levante la cabeza, para mirarlo fijamente a los ojos.

-No.-Respondió.

-¿No?

-No.- Sonrio con aires de poder.

-Bien, entonces que nos cargue el demonio a los dos. Porque de aquí no me pienso mover. 

Se puso de pie, pude sentirlo. Podía sentir su mirada exquisita mirada sobre mí. No me volví para mirar, ni si quiera podía soportar mirar esos ojos verdes y esa boca carnosa sin no lazarme a ella y caer rendida.

-Angelique, levántate.-Me ordeno con una voz fría y cortante. Que sinceramente me ponía tremendamente caliente.

Aaron podía cambiar de humor tan rápidamente que me desconcertaba en algunas ocasiones. Claro era un chico y yo lo sacaba de quicio.  Eran completamente normal sus cambios de temperamento.

Me quede inmóvil y seguí observando el cielo.

-No quiero volver a repetirlo, levantarte.- Ahora su voz se volvía dura.

Quería herirme, quería hacerme sentir como una niña, me encantaba. Pero hoy no. El imbécil me había calado en lo más sensible y profundo de mí. No todo en mi era fragilidad, también podía comportarme como una perra si así lo deseaba. Y lo haría. Lo haría pagar.

Eh iba a jugar completamente sucio.

Angelique Adam's conoce al Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora