Capítulo 10

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Saint despertó solo, aunque las almohadas sobre las que estaba recostado olían a Zee.

Se sentó y estiró, parpadeando, tratando de percibir que hora era por el nivel de luz. ¿Estaba oscuro? Zee lo necesitaba al anochecer... eso era lo que Zee había dicho.

Encontró la orilla de la cama y bajó sus piernas, —¿Zee? —dijo suavemente.

—Estoy en la silla por la chimenea, bello. ¿Dormiste bien? —Un escalofrío de placer recorrió su cuerpo. Esa voz... lo volvía loco.

—Así es. —Se puso de pie, estiró las manos frente a su cuerpo, buscando obstáculos mientras caminaba lentamente en dirección a la voz de Zee.

Estaba lo suficientemente oscuro para que su mejor pista fuera la voz y el único punto iluminado de la habitación, lo cual él asumía era el fuego de la chimenea. Podía oler la savia de los árboles mientras se quemaba y lo que probablemente era su cena, hierbas y carne.

Zee tomó su mano y lo llevó a sentarse sobre su cálido... y desnudo... regazo, luego lo envolvió en una sábana.

—Eres agradable y cálido, —observó, sus dedos deslizándose sobre la piel de Zee, explorándolo. Con el tiempo memorizaría esta piel, sabría los patrones hechos por las cicatrices y la piel suave.

—¿Ya es de noche? —preguntó.

—Casi. Cerré las cortinas para no tener que ver cuando el sol se oculte.

Acarició a Zee con su rostro, deslizando su mejilla sobre el pecho de Zee, sonriendo mientras la pequeña tetilla de este se endurecía. —Debiste haberme despertado.

—Te veías tan feliz acomodado en mi cama. —Un pulgar acarició su garganta.

Ronroneó, dejó caer su cabeza hacia atrás, ofreciéndose a las caricias de Zee. —Hubiera sido feliz despertando en tus brazos.

—¿Lo serías? —Zee se acercó, sus suaves y cálidos labios rozando su piel.

Volvió a ronronear, sus manos buscando los hombros de Zee.

—Sí, lo hubiera estado, lo estoy.

—Tan cálido, mi dulce Saint. ¿Tienes hambre?

Oh, sí, estaba hambriento por sentir esas dulces caricias, por los sentimientos que le provocaban. —Sí, tengo.

—¿Se te antoja la comida o yo? —Zee lo alejó un poco, buscando una de sus tetillas.

Su cuerpo se estremeció, gritando mientras su cuerpo se dejaba llevar por las caricias. —¡Tú! Oh, Zee. Tú.

Su tetilla fue succionada por esos calientes labios, la punta tocada por esa lengua hirviendo. Su cuerpo se volvió a estremecer, sus manos alcanzaron la cabeza de Zee. —¡Oh!

Zee murmuró, su sedosa cabellera rozándose contra él, volviéndolo loco. Gimió, sus caderas levantándose en el aire, su cuerpo era guiado por el instinto. Una de esas maravillosas y cálidas manos tocó su longitud, moviéndose de manera segura y estable, desatando su pasión.

—Zee. Oh, se siente tan bien. Tan grande. —Gritó y gimió, su cuerpo retorciéndose y persiguiendo el placer que se estaba desatando en su cuerpo.

—Todo es para ti, —las palabras fueron susurradas, tatuadas sobre su piel.

Gimió, el placer creciendo y creciendo. —¡Oh, Zee!

Se sentía tan bien que no podía contenerlo más, sentía como si estaba a punto de explotar y fue en esos momentos que lo hizo, el placer fue expulsado de su cuerpo. Zee se acercó, moviendo su mano húmeda sobre su piel, seguida de su lengua. Sintió un escalofrío y su cuerpo se sacudió con los efectos del placer.

—Dulce Saint... —Oh, se sentía... oh...

—Zee. —Se acomodó sobre la cabeza de Zee, sus dedos acariciando la suave cabellera.

—Sí, — Zee lo cubrió con la sábana y comenzó a arrullarlo.

Gimió suavemente —¿Tienes alguna necesidad? —preguntó, acariciando la cabeza de Zee, su sedosa cabellera se sentía tan bien en las yemas de sus dedos, el movimiento era perfecto, correspondía perfectamente con su ritmo interior.

—Mmm... abrazarte es todo lo que necesito. Podría esconderme de la oscuridad para siempre a tu lado.

—Muy bien, podemos hacer eso. —Se sentía tan bien estar aquí con Zee, era dulce, cálido y lleno de placer.

—Bien. Envié el mensajero a casa de tus padres. ¿Crees que estarán felices?

—No lo sé, —respondió con honestidad—. Se sentirán aliviados al saber que ya no seré una carga, pero estaban esperando unirme con alguien de la alta sociedad. Por supuesto, que estaba destinado a decepcionarlos de cualquier forma... he tenido dos encuentros desastrosos con familias que se horrorizaron por mi aflicción.

—Aflicción. ¿Tú? Eres hermoso. —Zee parecía estar casi indignado.

Se emocionó. —Gracias. —Acarició a Zee—. La verdad es que aunque no soy perfecto... no puedo ver.

—Y yo soy alguien aterrorizante...

—No de la forma en la que yo lo veo. Oh. —Rió suavemente, sus manos deslizándose sobre el rostro de Zee, se complementaban tan bien el uno al otro. Zee sonrió para él, rozando sus labios contra las palmas de sus manos—. Espero que no te vayan a retar, Zee. Deseo quedarme contigo. —Lo que realmente se preguntaba era si Zee pelearía por él si sus padres se rehusaban a la unión.

—Si me retan, ¿te pondrías de mi lado? ¿Los desafiarías? — preguntó Zee.

—¿Me quieres lo suficiente como para pelear con ellos? —

Asintió, lágrimas acumulándose en sus ojos—. Me pondré de tu parte contra quien sea, Zee.

—Entonces no hay nada que temer. Nada. —Zee besó sus lágrimas, con esos suaves labios.

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Les traigo un capitulo nuevo, espero que les guste.

Gracias por sus votos y sus comentarios, me alegan el día.

Nos leemos el viernes ;)

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