Capítulo 23 - Un día temprano en Avonlea

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Había pasado una semana desde que Muriel Stacy salió apresuradamente de la casa de Sebastian Lacroix.

Un viernes por la mañana Muriel iba en camino con su motocicleta a la escuela de Avonlea. Durante toda la semana había sido cuidadosa para evitar a Bash en cualquier lugar. Aunque siendo sincera la joven maestra seguía pensando en lo que había sucedido al final de la cena y en lo ridícula que había sido su reacción el viernes pasado.

Ella no entendía por qué había reaccionado de esa manera, Sebastian era un hombre  que entendía el dolor por el que estaba pasando. El todavía estaba afligido por la pérdida de  Mary y ella todavía estaba dolida por la muerte de Jonás. No había nada más que una sincera amistad entre ellos, entonces, ¿por qué se fueron con tanta prisa?

La maestra no fue salió a tiempo esa mañana, no es que no se hubiera levantado lo suficientemente temprano, sino que se detuvo una cantidad de tiempo irracional observando un nido de pájaros carboneros que habían decidido establecerse en su jardín, en una de las muchas cajas de anidación que había hecho gracias a su conocimiento de carpintería.

Debido al tan bonito regalo que le dejo la naturaleza se dirigió a dar las clases con una sonrisa en su rostro. Su día empezó tan bien que nada podía estropearlo.Estaba a medio camino cuando escuchó un ruido extraño proveniente de su motocicleta, y así se dio cuenta de que el destino había decidido lo contrario. 

A pesar de que su motocicleta ya era muy ruidosa, el ruido era inusual y, por lo tanto, disminuyó la velocidad hasta que dejó de moverse. El vehículo estaba ahora parado y el buen humor que sentía hace unos momentos se había convertido en cansancio.

Luego, se bajó de la motocicleta y exclamó: - ¡Por supuesto! ¡Era demasiado hermoso! Supongo que no puedes tenerlo todo...-  Golpeó una de las ruedas del vehículo y lo hizo caer - ¿¡Por qué tienes que hacerme esto justo hoy?! - De repente, una voz familiar se escuchó atrás de ella. 

-¡Vaya, no quisiera estar en el lugar de esa máquina!

Con los ojos muy abiertos, se dio la vuelta.

- Se-Sebastian, ¿qué estás haciendo aquí?- Preguntó con torpeza.

Este estaba parado allí conduciendo su carretón no llevaba ropa de trabajo, estaba bien vestido esa mañana. 

Él se rió y dijo: - Prefiero hacerte esa pregunta a ti....aunque ya tengo una idea- Detuvo la carreta enfrente de la rubia. Muriel bajó los ojos y miró avergonzada su motocicleta. Sebastian continuó - En realidad, estaba de camino a la ciudad, tengo algunos recados que hacer. - La joven maestra asintió

-Buena suerte con eso- dijo mostrando una grande sonrisa en su rostro.

Luego, el granjero se bajó de su carro y caminó hacia el vehículo averiado y comenzó a levantar la máquina. Esto causó que Muriel reaccionara.

- ¡¿Qué estás haciendo ?! - Bash continuó su maniobra y respondió sin siquiera mirarla. 

-¿Que no vez? Voy a poner esta carcacha en la parte trasera del carretón, no te voy a dejar aquí- dijo con seguridad.

- Realmente no tienes que hacerlo, no quiero desviarte - Exclamó molesta.

- ¿Quieres que la clase te siga esperando por mas tiempo?- Preguntó Bash, levantando las cejas. La señorita Stacy no respondió, pero la mirada que le lanzó dijo mucho, porque el moreno tenia razón.

 Era cierto que su clase podía ser a veces indisciplinada por lo que si llegaba tarde, no podía imaginar lo que harían esos niños en su ausencia.

Así que solo siguió a Sebastian y se sentó al borde del carro, una vez que la motocicleta estaba arriba, ambos se fueron a la escuela.

Los dos amigos estuvieron muy callados durante el camino. Era algo bastante raro para la joven maestra ya que ella solía hablar hasta del musgo. Eso hizo que Bash se diera cuenta que algo no andaba bien, por lo que se atrevió a lanzar una pregunta inofensiva.

Las expectativas de Anne Shirley Cuthbert || S4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora