Capítulo 24 - La inutilidad y el valor del intercambio de chismes

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En Green Gables, Marilla barría el suelo como solía hacerlo todas las mañanas y Matthew estaba alimentando el gallinero rociando semillas en los comederos.

Esa mañana fue una de las matinés más comunes de los Cuthbert.

Cuando se escuchó un carro que se acercaba a la distancia, esto alertó al hermano y a la hermana y fueron ambos a ver quien los visitaba. Instantáneamente reconocieron a Rachel Lynde conduciendo el vehículo, lo cual era bastante raro, y aún más sorprendente cuando solo se trataba de visitar a los Cuthbert, por lo general solo caminaba.

Marilla concluyó instintivamente que debía ser urgente si se tomaba la molestia de conducir hasta Green Gables.

El carreton que traía Rachel pasó frente a Matthew muy rápidamente, y mientras la miraba, el hombre canoso lucia bastante confundido y con la boca abierta. Estaba tan concentrada en su tarea que ni siquiera miró al anciano.

En cuanto a Marilla, se quitó el delantal y salió de la casa, mirando a Rachel, bajando apresuradamente del carro y atando su caballo a una barandilla.

-¡Dios mío, Rachel! ¡¿Qué diablos está pasando?!-  preguntó la dueña de la casa, preocupada.

- ¡Hierve un poco de agua para el té, Marilla que tengo cosas que contarte! - Exclamó la entusiasta mujer, que se apresuró a sentarse a la mesa de la cocina. Esto la hizo reaccionar aún más. 

 - ¿Finalmente vas a decirme qué está pasando, Rachel?- Caminó hacia la estufa para encender un fuego y hervir un poco de agua, y luego se sentó frente a su amiga.

Esta última reanudó la respiración normal y respondió con calma. 

- No creerás lo que vi esta mañana, Marilla.... Iba de camino a llevar a mi hijo a la estación de White Sands, ya que esta mañana tomaba el primer tren a Charlottetown....

- ¡Aja! ¡Aja! ¡Ve al grano Rachel! - Replicó Marilla ahora impaciente. La chismosa continuó su relato. 

 - Decidí hacer un pequeño desvío a la escuela de Avonlea para contarle a Muriel, pensé que tal vez ella podría estar interesada en la partida de mi hijo, ya que ella había pasado tiempo con él ...- 

- Bueno, en cierto modo....- Su fiel amiga miró al cielo.

- Y no creerás lo que vi... ¡los alumnos estaban solos! no había ningún maestro en el horizonte. ¡Incluso estaban empezando a molestarse entre ellos!- De repente Rachel golpeó la mesa. - Y que a los lejos.... ¡A quién veo venir! Muriel y Sebastián uno al lado del otro en un carretón  ¡Hablaban y se reían Marrilla! - exclamó indignada.

Marilla, que había estado esperando varios minutos por el motivo de la llegada apresurada de su amiga, estaba más que decepcionada 

- Aja, ¿Y qué?

- ¡¿Y qué ?! Sebastian claramente la acompañaba al trabajo, ¡estaban coqueteandose!- respondió Rachel escandalizada

 - ¡Ya no estamos en la escuela, Rachel!- Su amiga suspiró, todo esto la había agotado.

Ofendida, ella le contestó: - Y tú eres demasiado ingenua Marilla, cuando la gente de Avonlea se entere, ¡todos hablarán de eso!- Marilla miró a su vieja amiga con ojos maliciosos. 

- ¿Y hablar de qué exactamente? Ellos solo son buenos amigos, se han estado viendo por unos meses, tienen mucho más en común de lo que pensamos. La señorita Stacy entiende muy bien por lo que está pasando Sebastián, más que algunas personas que no voy a mencionar-  Estaba claramente insinuando que su amiga a veces podría carecer de compasión.

Las expectativas de Anne Shirley Cuthbert || S4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora