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JOAQUÍN

La voz de Emilio me regreso a la realidad. Una realidad que me aferraba a ignorar con todas mis fuerzas.

El me pedía ayuda para algo, pero mi shock no me dejaba escuchar que, cuando notó que era inútil pedirme algo, cargo a Aurora y la depósito suavemente en el sofá, puso dos dedos en su cuello y suspiro de alivio, ella estaba viva.

Se levantó de ahí y dio un paso hacia a mi, mirándome preocupado y sin saber que hacer, susurré un débil “no” y apunte con mi cabeza a mi amiga, dándole a entender que no la dejara sin atención, el era médico, sabía que hacer.

Pude notar como limpiaba sus heridas con alcohol y como daba puntadas a las heridas abiertas de Aurora, como tocaba sus huesos tratando de ver si había algo roto y también como trataba de ver si había alguna hemorragia interna, examinó sus pupilas y monitoreo a cada momento sus signos, todo un ángel.

-Joaco.- Me llamó.- Ella está bien, a simple vista no tiene ningún hueso roto pero tendremos que llevarla al hospital mañana al amanecer

Asentí.

-Tienes que desvestirla para que puedas limpiar la sangre seca y ver si no hay más heridas abiertas en su rostro, ¿Crees que puedas?

Asentí de nuevo.

-Bien.- Se levantó.- Traeré agua tibia, toallas y lo necesario para asearla

Dicho esto se dirigió al baño, dejándome en mi lugar, rígido y todavía shockeado, después de unos cuantos minutos regreso con todo en sus manos. Me lo entrego y yo lo tome con las manos temblorosas.

-Me iré a la habitación para que tengas más privacidad, llamare a la farmacia para pedir lo que hace falta para tenerla sedada hoy.- Dijo, dándome un pequeño masaje en el brazo.- Cuando hayas acabado me dices, tengo que pasarla a la habitación e instalar todo

Me movi de mi lugar hasta que escuche la puerta de la habitación cerrandose, me acerque a pasos lentos a Aurora y solté un sollozo al verla en ese estado, golpeada e inflamada de la cara, su labio inferior tenía varios puntos, sus brazos estaban llenos de moretones y aún así ella se miraba tan tranquila, como si estuviera dormida.

-Auro…- Solloze.- Perdóname, se que todo esto es por mi culpa.- Me abraze a ella, sorbiendo mi nariz.- Perdóname por favor

Mis lágrimas caían en su ropa rasgada y mi dolor y culpa aumentaban cada segundo más, ¿Cuánto más va a tener que pasar?, ¿Cuántas personas más van a salir lastimadas por mi culpa?, ¿Por qué no pueden venir directamente por mi?.

¿Quién sigue?, ¿Renata?, ¿Mamá?, ¿Papá?... ¿Emilio?

No supe cuánto tiempo paso, pero mi amiga estaba más o menos limpia y el pedido de la farmacia ya había llegado, Emilio me levanto suavemente del piso y me sentó en el sofá, llevo a Aurora a mi antiguo cuarto y empezó a colocarle el catéter, le empezó a administrar un analgésico en suero, a sedarla y a tomarle la temperatura, le dio la mayor de las atenciones que estuvieron a su alcanze, lo cual solo hizo que me sintiera más mal, mi mejor amiga y yo deberíamos de estar viendo películas, ella no debería de estar así.

En todo el rato no dije ni una sola palabra, aunque sinceramente tampoco había mucho que decir.

-Joaco.- Emilio se arrodilló delante de mí.- ¿Estás bien?, Dime algo, solo habla, necesito saber si te sientes bien

-Estoy bien.- Le dije secamente.-

-Mirame a los ojos y dime qué estas bien

Tomo mis entre las suyas y las apretó, queriendo llamar mi atención. Yo de verdad quise disimular y ser fuerte, pero en cuanto ví sus enormes ojos cafés teñidos de preocupación no pude evitar soltar unas cuantas lágrimas y hacerme bolita en mi lugar, abrumado por las recientes emociones.

Cuando mis jadeos y sollozos comenzaron Emilio me envolvió entre sus brazos, abrazándome tan fuertemente que pude sentir su perfume impregnarse a mi, sus brazos se sentían tan familiares y cálidos que me permiti estar ahí por un largo tiempo, el reloj cambio de 8 de la noche a 1 de la mañana y yo seguía ahí, mientras Emilio acariciaba mi pelo y no pedía explicaciones de nada, era lindo que no se quisiera mover para descansar el cuerpo de una posición tan incómoda por no querer interrumpir mi tranquilidad, sonreí internamente cuando note como disimuladamente movía sus piernas para desentumirlas.

-¿Por qué haces todo esto, Emilio?.- Pregunté en medio del silencio.-

-¿El que?.- Suspiró.-

-Esto.- Apunte alrededor.- El recibirme en tu casa, el cuidarme, preocuparte por mi y por lo que necesito, hacerte cargo de todos los caos que hay en mi vida de un tiempo para acá, yo te trate demasíado mal cuando nos volvimos a ver

-Yo merecía que me trataras mal, después de tanto tiempo supongo que solo querías desahogarte de lo pendejo que fui

Lo mire atentamente, recordando como las piernas me fallaron en el aeropuerto y como le pedía que no se fuera, un sentimiento de amargura me lleno el corazón e hize lo imposible por borrarlo.

-¿Por qué te fuiste?

La pregunta salió disparada de mi boca, sin ni siquiera pensarla.

Emilio trago saliva, con la duda recorriendole el rostro, se lo pensó unos segundos y vi en sus ojos determinación… ¿Por decirme la verdad?

-La razón por la que yo me fui… fue porque…

Lo interrumpí, poniendo mi mano en su boca, obligándolo a parar

-Ahora entiendo que ya no tiene importancia.- Dije.- Realmente ya no me importa el porque te fuiste

No me importa porque ahora se que pase lo que pase, jamás podré volver a confiar en el, jamás podré volver a amarlo tan intensamente.

-Pero Joaco.- Tomo mi mano.- Yo quiero explicarte las cosas de una vez por todas..

-No hace falta.- Sonreí.- Esas son cosas del pasado

-Pero…

-Emilio.- Cambie de tema.- ¿Por qué haces todo esto?.- Repetí mi pregunta anterior.-

Tomo aire, mirando a todos lados para finalmente mirarme a mí.

-Porque te amo

Me quedé callado, con los ojos más que abiertos por la sorpresa.

-¿Qué?.- Pregunté sorprendido.-

Mi destino eres tú; Mentiras piadosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora