Al final Richard aceptó quedarse a cenar. El problema era que en mi casa mi mamá aprovechaba este momento para conversar como familia y entre todos ayudarla a hacer la cena. Eso significaba que Richard también ayudaba.
Y era demasiado incómodo.
Mi Tata lo miraba de vez en cuando mientras pelaba las papas. Richard, a mi lado en la cocina, no se percataba de ello porque estaba más concentrado en picar los tomates que mamá le había pedido que hiciera. Yo picaba las zanahorias, mientras mis padres controlaban a mis hermanitos que no hicieran un desastre con el postre. Algo imposible.
—Entonces, Richard... —dijo el Tata tratando de hacer conversación en la ruidosa cocina gracias a los repetidos—, ¿sabes cocinar?
Richard dejó de picar los tomates para mirar a mi Tata. Esperaba que el Tata no dijera nada grosero, cruzaba los dedos para ello.
—Sí, señor —respondió Richard volviendo a su trabajo—. Yo cocino en casa.
El Tata rió, burlesco. —Oh, chico, ¿tus padres no cocinan?
Richard negó.
—No vivo con ellos.
—Mierda. —el Tata dejó de pelar las papas—. ¿No estarán muertos, verdad? Ah, perdón por la indiscreción, jovencito.
Cerré los ojos mortificada.
—Tata...
El Tata sacudió su mano.
—Mi pastelito, tengo que saber las cosas de tus amigos. Para saber cómo son.
Rodé los ojos, pero no dije nada.
Richard no parecía afectado con la pregunta del abuelo.
—No se preocupe, señor. No están muertos. Solo que... decidí mudarme solo.
El Tata asintió.
—¿Tienes hijos? —bromeó.
Richard frunció la boca, pero no dijo nada. Segundos después abrió la boca para hablar, pero los repetidos corrieron a mis pies haciendo bulla.
—¡Ass! —gritó la pequeña Hillary—. ¡Cálgame!
—¡No, Ass! ¡Cádgame a mí! —Harley intentó trepar por mis piernas, pero no podía. Lo tomé por sus bracitos y lo cargué.
Hillary también levantaba sus bracitos para que la cargara mientras hacía pucheros. Richard a mi lado se agachó a la altura de ella.
—Hola, pequeña. Yo te puedo cargar si quieres.
Hillary lo miró y sus ojos brillaron. Sus mejillas regordetas de bebé se sonrojaron.
—Shi, pol favol.
Richard la cargó y la sujetó en su brazo mientras que con la otra mano le acariciaba el cabello rojo. Hillary rió encantada. Le sonreí a Richard agradecida.
—Bien, chicos, eso fue suficiente. Cuídenlos mientras terminamos la cena —dijo mamá entrando a la cocina seguida de papá.
Asentí hacia ella. Llevé a Richard a la sala de juegos de los mellizos, y estuvimos jugando con ellos hasta la hora de la cena. Era increíble la manera en cómo Richard se portaba con mis hermanitos, era muy bueno con los niños y parecía que ellos lo amaban. Se peleaban por su atención, a lo que Richard les hacía cosquillas distrayéndolos de su pleito.
Él sería un buen padre.
Nunca creí que el famoso Richard Camacho, jugador de fútbol del instituto y mujeriego empedernido, vendría a mi casa y jugaría con mis hermanitos. Pero aquí estábamos, y era divertido cómo se desenvolvía con ellos y conmigo. Ya no parecía ese chico creído del instituto ni mucho menos engreído que todos sabíamos que era desde el año pasado. Había cambiado. Algo lo había cambiado.
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𝖤𝗋𝖾𝗌 𝖴𝗇 𝖢𝗅𝗂𝖼𝗁𝖾́ ✓|| ʀɪᴄʜᴀʀᴅ ᴄᴀᴍᴀᴄʜᴏ
Fanfiction|| ADAPTACIÓN || TERMINADA || "Algunas veces, amar puede hacer daño. Pero es la única cosa que nos hace sentir vivos." Cuando Ashley conoce a Richard parece simple. Pero la verdad es que es todo muy complicado. Ella ama la tranquilidad, pero él es...