Los gritos de los soldados romanos ya se podían oír a poca distancia, golpeando sus robles de madera contra la puerta del palacio, incendiando las pocas edificaciones que quedaban en pie, como señal de su triunfo desmesurado contra Egipto, echando al suelo todo por lo que la reina se había sacrificado en aquellos años, una cuestión, que genuinamente hubiera sido difícil de asimilar para la morena, de no ser porque su hijo, su hermoso heredero sostenía su espada en alto, listo para defenderla cuanto pudiera. Algo que hizo a la reina sonreír con melancolía, lo había criado bien, aun cuando su destino siempre había sido ser un príncipe, hijo del amor verdadero, verlo hecho un hombre completo, abnegado al bien en cuerpo y alma, solo le aseguraba de que no podía permitir que la última parte de ese amor genuino que había compartido con Emma Swan se perdiera.
Puede que haya sido un acto deliberadamente egoísta de su parte, inclusive una falta de respeto para la memoria de su esposa, la que tontamente había creído en sus palabras de que todo estaría bien y que no había nada más allá de esas simples pesadillas y visiones. Algo que eran tan falso, como el final que les esperaba en Egipto, ella no tenía que quedarse a morir, o huir con el resto del pueblo que había salvado, ella tenía una opción diferente, una que puede que acabara con sus últimas fuerzas, pero que la dejaría marcharse con toda la gloria de su título como reina y como madre. Ya no habría entonces que huir, más allá del Nilo, ni enfrentar a sus enemigos, el método para salvar a su hijo, y a la dueña de aquella amistad pura y desinteresada se encontraba justo entre sus manos.
-Ruby. – se dirigió la morena, a la ojiverde con una sonrisa de complicidad. – gracias por quedarte todo este tiempo, incluso aun por encima de tu final feliz, sé que lo hiciste solo por mí.
-No seas ridícula Regina. – respondió la consejera acompañando con su propia sonrisa el gesto de la reina. – no hice nada de esto por ti, sino por mí, no era capaz de vivir en un mundo donde el amor verdadero era destruido de la forma más egoísta.
Que palaras más dulces había oído como acto final de su amiga, palabras que dieron en la reina la obligación de abrazar a aquella mujer con tal fuerza y cercanía que cuando pronuncio su plan al oído de la otra mujer, fue imposible para el heredero oír cómo se separaban las intenciones de los tres, aun después de tantos años siendo la reina malvada, Regina no dejaría que su hijo o Ruby murieran por ella, no cuando estaba segura de que sus finales felices no se habían cumplido. Se dirigió entonces a su querido hijo, a quien sostuvo por los hombros en primer lugar, buscando grabar su rostro en su memoria, tan hermoso como ahora se encontraba, luego, solo lo abrazo dulcemente por largo rato, dejando que el joven la sostuviera con todo el cariño que nunca le había pronunciado en voz alta, "Te quiero madre", musito poco después Henry, como una mera confirmación de todo aquello que la reina ya sentía en toda su piel.
-Yo también te quiero hijo mío. – respondió la morena, cortando profundamente sus muñecas sin separar aquel abrazo, con la daga que solía llevar consigo. – crece seguro de que estaré orgullosa del hombre que serás.
Y sin más, se desprendió de los brazos del heredero, empujándolo poco después lejos de ella, mientras derramaba la sangre que emanaba de sus muñecas por todo el suelo, desprendiendo de si la magia suficiente para abrir un último vínculo con Storybrooke, agregando como acto final una señal a su amiga, para que golpease al joven por la cabeza, desmayándolo al instante en un acto algo egoísta, a pesar de ello, lo siguiente, fue lo que más dolor le causo a la morena, al ver como la ojiverde con todo el esfuerzo posible de una mujer lobo, sostuvo al joven y lo llevo consigo a el puente entre mundos, el que ella mantuvo abierto, gastando cada fuerza que le quedaba en el cuerpo, en la despedida que termino de destruir la de vida en su interior.
Pero lo había logrado, ambos estarían a salvo gracias a su último acto desinteresado, y ella estaba segura de eso, sin embargo, su destino era algo menos que alentador, ya no le quedaba fuerza alguna en el cuerpo, para cruzar hasta su antiguo hogar, y aunque las hubiera tenido, no lo hubiera hecho pues nada había más allá de ese desierto que no fuera una ciudad polvosa llena de sus antiguos enemigos y recuerdos dolorosos junto a la Sheriff. Bajo cualquier circunstancia de igual forma se hubiera quedado allí, a morir por lo que creía, a morir junto con su amor verdadero, en medio de esa sórdida batalla, que estaba llegando finalmente a sus pies. Le basto de hecho solo una mirada para percatarse como varios romanos entraban al salón del trono, guiados por Tepth, su general de mayor confianza, el que ahora se erguía como nada más que un traidor.
ESTÁS LEYENDO
La Serpiente Del Nilo.
FanfictionAtrapadas en un tramo de la historia, viviendo una fantasía de amor con otro aspecto y con otra mente. Largas serán las noches en el desierto hasta que puedan reencontrarse, las dos almas que se añoran mutuamente, siempre reina y siempre guerrera, h...