Capítulo XXVII (Final)

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La loba de ojos verdes no podía controlar la oleada de incertidumbre que golpeaba su animo a cada segundo, el ser, que Regina llamaba el señor del averno las había echado fuera a las tres como si no fuesen nada más que estorbos, dejándose el camino libre para manipular a la morena una vez más, como si, ya no fuese suficiente todo lo que había sufrido, ¿Cómo una mujer podía soportar tanto durante toda su vida?, no podía entenderlo realmente, aun cuando la determinación era lo que siempre mantenía en pie a la reina, pero sin duda, sabía que fuera lo que fuere, estaba por terminar. Por lo que, sin esperar a perder esa última batalla, lanzo su cuerpo contra la puerta con todas sus fuerzas, una y otra vez de forma desesperada, astillando apenas la madera a pesar de que su mitad lobo había hecho todo un esfuerzo.

-Es magia. - inquirió como advertencia a las hermanas que estaban a su lado. - no será sencillo derribarla, pero debemos hacerlo de una forma u otra, Regina nos necesita.

-Déjame intentar algo. - dio como respuesta la rubia, colocando sus manos alrededor de la madera. - el hielo puede funcionar, solo necesito que cuando lo diga, ambas golpeen con todas sus fuerzas.

Ambas mujeres asintieron a la petición de la reina del hielo, a medida que esta se concentraba lo más posible en convertir aquella puerta en un glacial, usando cada vez más de su fuerza y de su propio espíritu para desgastar la magia que cubría esa entrada. Al principio por supuesto no pareció haber ningún cambio, pero a medida que los esfuerzos de Elsa aumentaban, poco a poco la madera se convertía en un fino cristal de hielo, algo que incito a la mujer a continuar, aun cuando la sangre comenzaba a emanar de su nariz, gota tras gota, manchando el suelo, solo necesitaba resistir un poco más y podría regresarle el favor a la reina, por haberlas salvado, solo unos instantes más, y todo estaría bien.

"Ahora", grito con sus últimas fuerzas, para que su hermana y la mujer lobo se lanzaran contra el hielo con todo el ímpetu que tenían, destruyéndolo en mil pedazos, dejando finalmente el camino libre para presenciar el acto final del juego que había iniciado tantos años atrás con la muerte de la salvadora. Pues Regina, seguía de pie, frente a lo que parecía la figura de Emma Swan, con la mano sobre el pecho y los ojos cristalinos en lágrimas, parecía que realmente sufría un dolor que no se podía describir con palabras, ¿acaso ese demonio le estaba causando daño a la reina sin siquiera tocarla?, todas allí se lo preguntaban, sin embargo, ante la expectativa que las había dejado con la mirada fija en la escena, la reina se permitió, dejar salir un grito doloroso mientras se arrancaba de su pecho el corazón que sin saberlo, siempre había compartido con la salvadora.

Fue en ese instante en que Ruby entendió todo aquel supuesto de hechos, Regina siempre había tenido consigo el corazón de Emma, porque desde el inicio habían sido uno solo, nada más que dos mitades que habían sido separadas y que luego de encontrarse se volvieron nuevamente una, por la magia del amor. Era un acto bello, probablemente el más bello que en algún momento la ojiverde pudo contemplar, debido a que el órgano, estaba dividido en un tono rojizo, y un tono oscuro, como el ying y el yang, como el bien y el mal, uno nunca puede existir sin el otro, y viceversa. En cualquier otra ocasión de hecho, hubiera llenado sus ojos de lágrimas ante tal revelación, de no ser porque, el ser que fingía ser Emma, estiraba su rostro en una sonrisa más que complacida, estando seguro que realmente había ganado.

-Lo hiciste bien Regina. - hablo el señor del averno, con una voz terriblemente delicada. - has luchado por mucho tiempo y has protegido mi corazón de igual forma, ya puedes descansar.

Las palabras parecieron realmente afectar a la pelinegra y a la rubia, que se quedaron ancladas en su sitio, con una mirada sorprendida de perdida, que denotaba la victoria de su enemigo, sin embargo Anna, siempre la pequeña subestimada, apretó los dientes con algo de molestia y avanzo lo más rápido que pudo, buscando apartar las sucias manos de aquel ser, del corazón palpitante del amor verdadero, pero su esfuerzo fue en vano, debido a que, de un solo movimiento el cuerpo de la pelirroja fue enviado a una de las paredes, rompiendo estrepitosamente los cuadros que allí reposaban, dejándola caer poco después entre los vidrios incitando un grito de dolor que despertó de su letargo a las otras dos mujeres, que al ver lo que había pasado, atacaron de igual forma a la figura falsa de Emma, solo para encontrarse con el mismo destino.

La Serpiente Del Nilo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora