(Los susurros comenzaron a llenar sus oídos, febriles palabras que no podía entender, señalando finalmente la llegada de su señor, quien, como una sombra en la noche, coloco sus manos sobre sus hombros, demarcando segundos después, un beso en su cuello, como si quisiera seducirla, un acto que no era la primera ocasión en que se veía involucrada, pues su señor siempre la había deseado. Sus besos eran tiernos y andrógenos, de una forma terriblemente familiar, ese era su juego, hacerla caer en él, para que estuvieran juntos, pero ella solo tenía un objetivo en mente, y ni siquiera, él, podía distraerla, por lo que, se apartó con brusquedad, y arrugo el rostro, en advertencia, de que solo había venido por su promesa de reencuentro con su amada esposa, la que había asesinado esa mujer, que muchas veces afirmo que la amaba. Su señor sonrió entonces complacido, y deposito frente a ella una copa llena hasta el tope del líquido más oscuro y repugnante que alguna vez hubiera visto)
Una sonrisa prominente le cruzo el rostro a la reina al escuchar esas palabras de su nueva amante, quien solemnemente entregada se encontraba a su gusto y a su complacencia, ella, la gran general de Roma, que ahora gemía bajo su cuerpo desnudo, presa de forma febril de un gusto de la carne, podía domarla, podía hacer que ella hiciera cuanta cosa le pidiera, tal y como lo había planeado desde un inicio, pero ese ya no era el caso, ella de igual forma la deseaba, y quería entregársele en todo aspecto. Quería gritar su nombre cada noche, y quería despertar a su lado cada día, llena de ese sentimiento abrumador que hasta ahora no había sentido por nadie, pero que se cernía por encima de ambas justo en ese momento.
-Llámame Regina si así lo deseas, solo no dejes de llenar tus labios de mí. – espeto la morena comenzando a ceder ante el gusto de su caricia.
Obedientemente, y como si las palabras de la reina fueran una orden, la rubia se levantó ligeramente para abrazarla tiernamente y darle un beso profundo, haciendo que sus cuerpos de cierta forma más que física, quedaran entrelazados en medio de esas sabanas, empujándose mutuamente a un orgasmo pronunciado, que les lleno el cuerpo de un ligero sudor, y unos gritos que pudieron oírse hasta la playa. A pesar del cansancio satisfecho que sintieron segundos después de alcanzar el clímax, eso no las detuvo durante toda la noche, simplemente continuaron en su abrazo intimo hasta el amanecer, cuando cayeron rendidas ante el cumplimiento de cada placer expuesto, llenándolas de un profundo sueño que nadie quiso interrumpir hasta adelantada la mañana del día siguiente.
Dos ligeros golpes a la puerta hicieron despertar a la reina de improvisto, quien un poco confundida y pasmada de que se encontraba a solas en la cama, solo se levantó con rapidez y en silencio, colocándose una de sus batas blancas, para atender el llamado, encontrándose de forma peculiar a Elsa del otro lado, quien llevaba una bandeja de frutas y vino para ella. La hizo pasar al instante claro estaba, pues tenía un hambre voraz debido al esfuerzo de la noche anterior, lo que le dio la oportunidad de apreciar todas las locuras que había hecho, y como al parecer el escandalo había sido tal, que la misma Elsa no podía apartar una sonrisa de burla de sus labios.
-Debió ser algo realmente especial lo de anoche. – bromeo finalmente la rubia mientras servía una copa de vino. – creo que todo Tarso está seguro de ello.
-Ha sido una experiencia realmente liberadora. – continuo la reina siguiendo la broma. – es una pena que haya sido demasiado para la general, ¿sabes a que horas salió huyendo de mi habitación?
-La general no ha abandonado esta habitación, al menos no por la puerta. – respondió la doncella desviando la mirada al balcón. – tal vez, deba dar un vistazo más profundo a su alrededor.
La morena desvió entonces la mirada de igual forma al balcón, y con un gran agradecimiento le pidió a Elsa un poco más de tiempo de privacidad, a lo que la doncella respondió con una sonrisa pícara, antes de abandonar la habitación sabiendo que tendría el tiempo libre para hacer lo que quisiera, puesto que su reina estaría más que ocupada ese día. Por otro lado, Cleopatra, solo acerco uno de los tazones de frutas y lo llevo consigo a la exploración del balcón, topándose con la figura de Emma, que miraba el mar con detenimiento, llevaba nuevamente su vestido rojo, solo que ahora tenía un aspecto más relajado con su cabello suelto y alborotado, en una escena de lo más enternecedora que hizo que la morena corriera y la abrazara por la espalda, respirando un poco del olor que desprendía el rubio cabello de su amante.
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La Serpiente Del Nilo.
FanficAtrapadas en un tramo de la historia, viviendo una fantasía de amor con otro aspecto y con otra mente. Largas serán las noches en el desierto hasta que puedan reencontrarse, las dos almas que se añoran mutuamente, siempre reina y siempre guerrera, h...