Capítulo XIX

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(Al sentir la herida de muerte que la mujer frente a ella le había causado, su cuerpo simplemente dejo de responder, cayendo estrepitosamente al suelo. Apenas tuvo la oportunidad de analizar lo incauta que había sido, siguiendo a Octavia hasta lo más profundo del oscuro bosque. Henry, su preciado hijo, las había seguido, y ahora él era el último rostro que vería antes de morir, por la magia oscura de la daga, que le había dado el señor del averno a su antigua amiga. Sería un final doloroso para ella, y la nieve que comenzaba a caer cubriéndole de cuerpo, solo señalaba que no podría sentir más aquel amor verdadero que alguna vez le salvo la vida, un amor confiable y desinteresado, que ya no podría sentir mas)

-Majestad, usted siempre será nuestra amiga y le estamos agradecidos por lo que hizo hoy. – intervino rápidamente Octavia. –pero estoy segura que su pronto regreso a su tierra, es lo más razonable, después de todo, nosotros no volveremos a Egipto, pero un trono ocupado por un niño y una mestiza Grecomasedonia es algo muy endeble.

El puño de la reina se tensó con tal fuerza entonces, que creyó que en algún momento dejaría de controlarlo, aquella mujer había desbordado el límite de la paciencia humana, y no quedaba ninguna otra respuesta para sus palabras que una inminente guerra, que ella misma libraría si alguna vez, quisieran lastimar a su hijo. Sin embargo, esa no era la ocasión, no podía dejarse llevar por la ira, como Octavia lo quería, esa sería su primera victoria, por lo que, desvió la mirada de esa mujer, dando un último vistazo al ocaso que para su sorpresa mostraba una figura que caminaba con una inmensa hacha de guerra a rastras.

-Tiene razón en afirmar, que un trono gobernado por una mestiza es endeble. – sonrió levemente la morena. –quizás deba buscar algo de apoyo en un aliado con más poder y con más respeto en el imperio.

- ¿Quién en todo el imperio querría acercarse a usted? – se burló la castaña. - cuando ha arrastrado a la muerte a uno de los generales más grandiosos que ha visto Roma y a un emperador con más gloria que cualquier otro.

Una leve risa de Lépido acompaño a las palabras de Octavia al instante, el hombre estaba seguro que después de la muerte de Julio Cesar y de Marco Antonio, la reputación como serpiente venenosa del Nilo que profesaba la reina Cleopatra se expandiría en todo el imperio, y que pronto, no había forma en que ella lograra obtener algún aliado. Lo que ignoraba, sin embargo, el general, era que mientras el reía, poco a poco las miradas se desviaban a la figura del caminante. Su rostro estaba oscurecido por la noche, pero no había duda de que arrastraba el arma del líder Parto, así que, los soldados romanos, de inmediato profesaron una formación de ataque, mientras los egipcios dejaban su mirada sobre la reina, que seguía sin inmutarse.

-Estoy segura que encontrare a alguien que estará más que dispuesta a acompañarme en mis ambiciones. – concluyo la reina, estirando su mano en dirección a la figura que ya estaba próxima.

El gesto de la reina y la tranquilidad de sus palabras, hicieron que Octavia se diera la vuelta, al momento en que, los soldados regresaban las armas que habían desenvainado a sus fustas, y se formaban en un saludo de bienvenida para la general que finalmente dejaba ver su rostro a la luz de todos los presentes. La rubia, estaba notablemente feliz como si hubiese vuelto de la misma muerte, y su mirada no se apartaba de la reina, no tenía heridas notables a simple vista, a pesar de que su cuerpo estaba cubierto de sangre seca, fuera lo que fuera que había pasado en medio de la batalla con el líder Parto, simplemente le había salvado la vida.

Marco Antonio lo sabía a la perfección, y aunque no estaba segura de mucho, si sabía que la voz de la reina estuvo presente, por lo que, ahora la capa negra se había perdido de sus hombros al igual que sus miedos y sus ojos brillaban de un verde realmente revelador, había cargado, además, el hacha de su enemigo como muestra de su victoria, solo para que no olvidaran sus acciones, sin embargo, al ver esa mirada tan entrañable por parte de la morena, la dejo en manos del primer soldado que vio, dirigiéndose directamente hacia la reina, sin importarle nadie más de los que se encontraban allí.

La Serpiente Del Nilo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora