12; Calma que no se acaba...aún..

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Cada uno se fue por su parte, un frustrado y algo aterrado español se veia sus manos con miedo.

Se repetia una y otra vez lo que habia querido hacerle a su hijo, a quien le habia prometido no volver hacerlo, a quien ya habia dañado en su niñez.

Tenia miedo, pero aun así no permitiria que se lo quiten, aun que no le era un impedimento para seguir teniéndolo a su lado, por mucho que lo ame y tema dañarlo no lo alejarian de su lado, no de nuevo.

Mientras el español se lamentaba en su oficina, la pequeña colonia se encontraba durmiendo en la alcoba de su padre acurrucado entre las colchas.

Los países daban vueltas por el lugar, algunos sacaban su frustración en el patio donde tiraban insultos al aire; reinaba un incómodo y tenso silencio entre los latinos, cosa que los otros notaron enseguida, quienes siempre hablaban aun que sea por trivialidades.

Un suspiro se hizo escuchar, las miradas se dirigieron hacia el causante.

- No quiero...

Susurró con la voz quebrada el uruguayo, casi nula por el nudo en su garganta, a su lado lo abrazaban dos de sus hermanos, Paraguay y Bolivia.

- Ya me cansé...esto tiene que terminar, hay que encontrar una forma de hacerle ver a la ONU de que esté lugar, y mucho menos ese, no es seguro para Argentina...

Expresó el mexicano con enfado y exasperación en su voz, él era el más afectado entre sus hermanos después de todo no pudo proteger a su hermanito e hizo que este le negara ser su hermano.

La frustración estaba en todos, en los hermanos de la colonia reinaba la preocupación y en los otros la desaprobación, por distintos motivos y causas, ante los recuerdos del pasado e imposivilidades del futuro.

Todos volvieron a ingresar, el español había subido a su recamara para ver a su pequeña colonia; lo apreciaba con amor y algo de ternura, acaricia unos mechones de su pelo con delicadeza.

Lo contemplaba con tantas emociones reflejadas en sus ojos, una sombra se asoma por la puerta que había dejado medio abierta, el español lo noto y sonrió de lado; lentamente se inclinó sobre el menor y depósito un leve pero firme beso en sus labios.

Él había subido solo para ver a su hermanito, no le gustaba tener que recorrer aquel palacio nuevamente, pero al encontrarlo lo habia hecho junto a su padre. El horror y asco habían distorcionados sus rasgos siendo consumidos por el odio y enojo.

Lentamente retrocede y decide retirarse de ahí, baja las escaleras sentándose en silencio junto a sus demás hermanos.

- Mex estas bien hermano?...

Le pregunta el uruguayo, este no responde pero intenta sonreír para calmarlo.

- Nada Uru, ya verás que sacaremos a Argie de aquí...

Le da unas palmaditas en la cabeza.

Mientras ellos hablaban el español observaba a su hijo, sabía quien era el que habia estado mirando, sabía que no debía dejarse llevar por sus vanos instintos de ser superior, pero igual lo hacía.

Las palabras de su boca no salían, sus manos tocan sus labios sintiendo aún la sensación del tacto. Se levanta de la cama y se retira de la habitación, camina lentamente hacia la sala, se sienta y les sonríe con arrogancia.

- En que nos quedamos?

Pregunta aun recordando y saboreando el leve tacto de sus labios con los carmín del menor.

Las horas pasaron y todos dieron sus argumentos y quejas ante la colonización ejercida en el país latino. Tras terminar todos se retiraron, no querian quedarse ahí y menos si no podían ayudar al latino.

Una colonia, otra vez... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora