19 de Octubre de 2005

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Anika:

¿Cuánto pasó, dos días? Muy poco el tiempo para conocerte, menos del que merecías tener aunque un poco más del que merecía contigo. Supongo que esto es el karma por tanto daño que hice a esas chicas.

Me explicaré:
Estoy enamorado de ti, Anika. Desde el principio, cuando estaba colgado y al borde de la muerte, me viste a los ojos con una preocupación tal que mi corazón se regocijó con tal encuentro. No fue la mejor manera de hacerlo, pero para mí fue perfecto. Luego me salvaste y aparecí en tu habitación, te causé desconfianza y eso me dio a entender que podía confiar en ti, que no te apegabas a todo el mundo ni en la peor de las situaciones.

Te vi dormir y no sabes lo mucho que quise besarte. ¿Seré acosador? Espero que no, al menos no realmente si ignoras mi pasado delictivo, cosa que no es fácil pero... Demonios, me estoy desviando.

Quería besarte, demasiado. Quería tumbarme a tu lado y abrazarte. Quería saber que eras real, que por fin estaba con alguien con quién empezar de cero así fuera dentro de ese lugar. Me diste fuerza, te preocupaste por mí, te debo todo.

Salí y salvé a mi madre (gracias a ti, nuevamente).

Un hombre me encontró: Jabrek Assimoff. Me dijo todo lo que sabía, todo sobre mi padre, todo sobre el tuyo y sobre ti.

Saldrás de aquí, Anika, haré que eso pase y haré que cada minuto que paso dentro de Bratva cuente.

Sé fuerte.

Neo.

Esto último me dejó helada. ¿Neo dentro de Bratva por mí? No, no, no. Me odié aún más, esa no es la vida que merece. Sí, hizo todo aquello a esas chicas, pero fue bajo coacción, por Aaron, y ya pagó por eso; esto fue castigo suficiente.

La puerta se abrió. Otra prueba.

-Anika -comenzó a hablar la voz del parlante que inequívocamente era Abraham-, al parecer tienes buenos amigos en Bratva, ¿eh?

-Creo que sí -murmuré.

-Esto es algo que nunca, concedo ¿entendiste bien? Nunca. Contigo haré la excepción por ciertos favores que le debo a Assimoff. -Me quedé mirando al hueco de la puerta sin entender qué me concedían-. Tienes visita.

-¿Otro tipo de Bratva? -Inquirí.

-Ahora sí.

Por la puerta entró Neo.

La carta resbaló de mis manos e instintivamente corrí en dirección a él y lo abracé. Lo había extrañado como a nadie en el mundo jamás, sin tener en cuenta lo poco que había sido el tiempo que habíamos pasado juntos.

-Anika. -Metió la cara en el hueco de mi cuello y repetía mi nombre una y otra vez como un ruego.

-Ejem... -dijo Abraham-... Les daré algo de privacidad.

-¿Qué quiere decir con eso? -Pregunté mirando a Neo a los ojos.

-Tenemos una hora y media sin cámaras ni dispositivos de escucha.

De repente me reí. No sé por qué exactamente pero brotó de mi ese sonido que pensé jamás volvería a venir de mí. Era Neo, verlo me daba felicidad.

-Es poco tiempo pero...

No lo dejé terminar. Lo acerqué a mí y lo obligué a verme a los ojos.

Algo se despertó en mí con el simple hecho de verlo; quería tenerlo cerca, quería un momento de paz y de entrega total aún en este lugar de locura y pesadilla, quería eliminar cualquier espacio. Él mismo dijo que era poco tiempo y quería que fuera inolvidable.

Neo pareció leerme el pensamiento y me besó. Sus labios se acoplaban a los míos y sentí su desesperación, su miedo, y su ansiedad.

-Te necesito, Anika -murmuraba entre beso y beso-. Necesito cada centímetro de ti.

Con eso último se despegó de mí y me miró directamente a los ojos. Respiraba entrecortadamente, sus pupilas se tragaron su iris y el deseo se le notó. Yo lo sentía también así que lo atraje hacia mí.

Aún besándonos, Neo me alzó y me recostó suavemente en la cama mientras murmuraba palabras de las cuales me embotado cerebro sólo captó "Eres mi salvación". Lo aparté un poco para tomar aire pero el me pegó más a él, estábamos pegadso ya en sí y yo no entendía como dos cuerpos podían colisionar más sin lastimarse. Sus labios buscaron mi cuello, sus manos hábilidosas encontraron borde de la blusa y la sacaron por mi cabeza. Hice lo mismo con la suya.

-Anika, si quieres que pare... -Empezó a decir apartándose un poco.

-Ni se te ocurra -apresuré a decir-. Los días serán negros de ahora en adelante y necesito algo a lo qué aferrarme, algo con lo qué retrasar la pérdida de mi cordura.

Puso su mano en mi cintura:

-No pensaba parar de igual manera. -Sonreí en sus labios y lo atraje de nuevo.

Le pasé las manos por el abdomen, deseosa de ir más allá. No sabía por qué, simplemente era algo que salía de mí.

Mordí su labio y él gruñó. Desabrochó mi pantalón y yo hice lo mismo. Cuando ya no quedaba más tela entre los dos me observó a los ojos de nuevo y entre uno que otro beso dijo:

-Debes ser fuerte por nosotros porque de ahora en adelante te necesito y no puedes dejarme sin la persona a la que le debo mi vida. Te necesito porque no puedo perder la cordura aun fuera de aquí.

-Seré fuerte porque te necesito también.

Sonrió y entró en mí despacio, sin prisa. Luego a mi oido susurró un te quiero que cualquier preocupación y miedo la envió a segundo plano.

Unas cuantas respiraciones entrecortadas más y grité su nombre. Caí profunda, él me besó el cabello y todo se oscureció.

Ahora se fue, tengo qué recordar y por fin tengo algo por lo qué pelear; una razón para sobrevivir.


CorduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora