Desperté hace poco y lo primero que vi fue a Neo mirándome con pánico:
—¡Por Dios, Anika! —Exclamó—. ¿Estás bien?
No respondí, simplemente me abracé y sentí la venda escocer en mi dedo faltante.
Neo se acercó y me abrazó. No sabía si responder al abrazo.
—Lo siento —musitó pegado a mi cabello—. Debí... Debí ayudarte, ser más fuerte, contenerlo.
Decidí abrazarlo también.
—No es tu culpa. No lo pienses ni por un momento. Es culpa de quienquiera que nos haya puesto aquí.
Neo suspiró y me besó el cabello. Un gesto extraño, considerando que no nos conocemos.
Todo esto es confuso y desgastante. Me resulta difícil creer que saldré viva de todo esto, que saldré normal... Que saldré siendo yo. Se torna cada vez más complicado y extraño por el simple hecho de no saber por qué estoy aquí.
No he matado a nadie. No he violado a nadie. No he estafado, mentido o atacado a nadie. Quien sea el culpable, al parecer, solamente buscaba alguien a quién meter aquí. Alguien con un cierto gusto repulsivo por ver este tipo de cosas.
Sonó un golpe en la puerta y algo se deslizó bajo ella: Otro sobre.
—¡Muestren sus caras, malditos bastardos! —Gritó Neo—. Son unos hijos de puta, ya verán cuando salga de aquí ¡Malditos putos fracasados! —Acto seguido cayó al suelo y convulsionó unos cuantos segundos. Los malditos choques eléctricos. Corrí hacia él:
—¿Estás bien? —Pregunté, sacudiéndolo por los hombros.
—Simplemente recuérdame no hacer eso otra vez —susurró
Lo ayudé a ponerse en pie, tambaleó hasta la cama y se recostó mientras yo iba por el sobre.
En el frente de éste decía ''Para Anika''
—¿Desde cuándo tenemos correo personalizado? —inquirió Neo incorporándose un poco.
—No lo sé... ¿Tú también tienes un mal presentimiento?
Asintió.
—A ver qué dice.
Suspiré y abrí el sobre.
Otra nota igual a la de la llegada de Neo:
''Sí, el incidente de su última prueba no fue premeditado; se nos salió de las manos y por esto pedimos disculpas. Para compensarlo, queremos hacerte un regalo: Supongo que ya estás al tanto de por qué está Neo aquí, igual con Aaron... ¿Te has preguntado por qué estás tú aquí? No tienes un currículum, no tienes más que multas por estacionarte donde no debías (las cuales pagaste, lo cual está perfecto) No vengo a darte clases de moral o buena conducta porque, bueno, no es que tengamos derecho ¿verdad?
El regalo es algo simple: Te diré por qué estás aquí.
Digamos que tengo mucho poder y puedo hacer con este lo que quiera, ya lo has visto. El poder te da derecho a hacer muchas cosas que otros no pueden y, aunque te descubran, puedes salirte con la tuya tan fácil como lavarte las manos. Molestaste a gente que no debías, esas personas me buscaron y aquí estás. Lastimar a los cercanos a ti no es bueno, querida Anika, supongo que no siempre acabas de conocer a la gente... Nunca pensaste que alguien de tu círculo social pudiera hacerte esto: Bueno, pues pueden. El quién es una buena pregunta, querida, no te niegues el hacértela. Te daré una pista: Elegiste a esa mujer antes que a él... Ella, que tanto daño le hizo. Creo que ya te haces una idea... No mentían, él ha hecho cosas muy malas, se ha juntado con gente peligrosa. Tú podrías haber sido su salvación, él se habría detenido por ti, habría usado sus contactos y habría desaparecido junto contigo. Pero no, decidiste quedarte con ella y condenarte. Cada vez que vayas a una prueba, cada vez que recuerdes a Aaron, a Juliet, a Roger, quiero que tengas en mente que tú misma te hiciste esto, por el simple hecho de no saber elegir.
Suerte, querida Anika.
PD: Ella rogó que te dejaran en paz, que se la llevaran a ella... Y se la llevaron... (arrastrada con un bello agujero en su cabeza)'
OP'
Las piernas me fallaron y caí estruendósamente al suelo. El grito de Neo preguntando si estaba bien me sonaba tan lejano, tan ajeno a mí. Me sacudió por los hombros pero yo no reaccionaba, me sentía en otra dimensión, en un trance, mirando a la pared como si fuera a revelarme los secretos del universo.
Neo me arrancó el papel de las manos y lo leyó. Apenas despegó los ojos del papel me miró, le regresé la mirada unos cuantos segundos y luego la regresé a la pared.
Empecé a hablar.
—Mi vida no siempre fue fiesta y alegría. Al mudarnos, mamá intentó hacerme olvidar nuestro pasado. Supongo que de cierta manera lo hice, pero no al ciento por ciento, tenía ya doce años así que tenía cierta consciencia de lo que estaba pasando. El hombre del que hablan era un colaborador de la mafia rusa. Era socio de Bratva y eso nos trajo muchos problemas a mí y a mi mamá, nos buscaban cada vez que debía dinero sólo porque eramos cercanas a él. Él no vivía con nosotras, salía de viaje siempre y no regresaba en meses. Recuerdo que una vez fue un tipo grande a casa. Era calvo y tenía el tatuaje distintivo de ellos en su antebrazo derecho. Sacó una pistola y me apuntó a mí con ella, sus palabras exactas, con su acento ruso fueron ''Dile que aparezca, que de la cara, o yo mismo entregaré la cara de la niña''. En ese momento yo no entendía nada, tenía 8 y no estaba consciente de esas cosas. Mamá solía decirme que eran amigos de él, que lo buscaban para salir a pescar, que lo extrañaban y que lo que decía y hacían eran sólo maneras de hablar. —Reí sin ganas—. Las mentiras que le dices a un pequeño ¿verdad? Suelen ser tan inocentes, pero en lo que no suelen pensar es en el shock emocional que es enterarse de la verdad y tener que digerir todo tan de repente. Cuando cumplí los doce años, los mejores tipos de Bratva fueron a casa de nuevo. Él estaba allí, no lo había visto venir. Llamaron a mamá a reunirse con ellos y con él en la sala y empezaron a hablar con mamá; a hacerle preguntas. ''¿Dónde lo conoció? ¿Quién es él en su vida'' etc., etc. Me llamaron a mí y me preguntaron qué quería, irme con él o con mamá. Yo sólo respondí ''Por qué me iría con él, ella es mi madre, me cuida y siempre está conmigo'' Los hombres rieron y se llevaron al hombre a la fuerza. Le gritó a mi madre ''Lo pagarás'' y no supe de él en mucho tiempo.
—Al parecer si lo pagó despues de todo —musitó Neo.
—Supongo que sí.
—¿Por qué ese hombre te metería aquí? ¡Eras sólo una niña cuando todo eso pasó!
—En algún momento mamá me contó que él tenía una enfermedad mental y que no podía confiar en nadie. Creo que es por eso que me culpa, cree que lo traicioné.
—Pero él era un conocido de tu mamá, no tiene nada que ver contigo.
—Sí tiene. No sólo es un conocido de mamá.
—¿Qué? Entonces ¿quién es?
Suspiré y cerré los ojos, asqueada y aterrada de las palabras que iba a pronunciar:
—Es mi padre.
Y en ese momento odié todo.
Odié a mi familia.
Odié mi vida.
Quiero acabar con esto.

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Cordura
Gizem / GerilimLas pruebas por las que Anika debe pasar son fuertes, pero no sólo físicamente sino mentalmente. Escribir parece ser la única manera de salvar lo único que no puede ser herido: Su mente. Pero no está sola, y el no saber en qué confiar y en qué no...