Como Si Fueras A Morir Mañana | Geranne

O2

“Puede parecerte mentira que antes de saber
Siquiera tu nombre dormía tranquila
Imaginándome desnuda en la cama
Después de habernos comido las ganas
Cantándote canciones que no existían todavía
Y que no pude tardar en sacar de lo más adentro”

El tiempo había pasado a una velocidad vertiginosa. En un abrir y cerrar de ojos ya se encontraban a mediados de Julio, en parte entendía aquella distorsión del tiempo, se había implantado una nueva rutina en su vida que hacía que las horas pasaran como minutos.

Anne y él desayunaban juntos en la cama, comían en la terraza y cenaban en el salón. Se lavaban juntos los dientes con música de fondo, pasaban su tiempo libre sin separarse el uno del otro, incluso había hecho que Anne se apuntara al gimnasio, y de momento había cumplido su promesa de ir. Se despedían con fervor antes de ir al trabajo y al volver se recibían con más ganas que nunca, al volver, algunos días salían fuera a cenar, la chica cada vez se acostumbraba más a ir a sitios en los que un cuadrado diminuto era un plato principal o en los que no estaba bien visto que entrara con zapatillas, también una cena bastante popular entre ellos era comprar hamburguesas de un euro y Mcflurrys y comérselos sentados en el banco de un parque. 

El día anterior había llovido y habían seguido su buena rutina para los días de lluvia. Cerveza fría, acurrucarse en el sofá y verse un capítulo de “Los Hombres De Paco”, porque las buenas costumbres no deberían nunca perderse y porque sería un delito no verla juntos después de lo mucho que significaba para ellos la dichosa frase de Lucas y Sara, aunque la hubieran visto ya entera tres o cuatro veces, esta era sin duda la más especial de todas.

Y mientras pensaba en lo feliz que era y el sentido que tenía ahora su vida, se dio cuenta de que no podía ser todo tan bonito. Bajó la mirada y se encontró con su mesa del despacho llena de papeles a medio terminar y hecha un caos—Tierra llamando a Gèrard. Estás en la oficina, estás currando, o eso deberías estar haciendo, baja de la puta nube, cabrón—Se hizo caso a si mismo y empezó a ser productivo por primera vez en el día, suficiente se había librado de trabajar los días anteriores. Pero que empezara a trabajar no significaba que su cabeza no estuviera en otra cosa, para nada, quedaban un total de nueve días para el cumpleaños de Anne y no había planeado nada todavía para que lo celebraran como ella se merecía.

El regalo ya lo tenía, desde hace unos días además, pero no tenía ni idea de qué hacer durante ese día. Que era su cumpleaños, coño, que no era un día más, y pese a que la chica dijera seguro que con cenar en casa con pizza le valía, a él no le valía. Anne era merecedora de mucho más que eso para su veinticinco cumpleaños, y si tenía que mover cielo y tierra durante esos nueve días para encontrar algo que estuviera a la altura de la chica, efectivamente, lo haría.

Empezó a buscar por internet y planear todo en su agenda—Otro día más que no curras, campeón. Si Flavio te viera… —Tenía un plan, había tenido una idea y sabía que a Anne le iba a gustar, unas cuantas llamadas por aquí, unos cuantos pedidos por allá y ya lo tenía todo. En su vida había tenido tantos diferentes planes en su mente para un día especial en diez minutos, pero bueno, eso era el amor y sus efectos secundarios, esos si que eran fuertes y duraderos, más que los de todos los besos en el cuello dados y por dar.

Salió de su despacho para tomarse un café, necesitaba un pequeño descanso—¿Descanso de qué? Si no has hecho nada, tú lo que tienes es más cuento que calleja—Al salir se encontró a Lily y a Miki entrando muy sonrientes al ascensor. Últimamente, esos dos no se separaban ni con agua caliente, y ni siquiera trabajaban en el mismo departamento, así que no le valía la excusa de que alternaban por trabajo—Tentadísimo a presentarme en su casa con unos churros un día de estos, ya soy amigo de Miki así que no harán falta presentaciones, pero vamos, que ahora el que va a shippear como un cabrón voy a ser yo.