[28.] Nonstop

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Narrado en primera persona
MinGi mayor que Hongjoong.

|🌻|

Está sentado frente a la mesa, hablando animadamente con su jefe sin prestar atención a nada más que sus palabras mientras que remueve su oscuro café, apenas con media cucharada de azúcar, amargo.

Su hermoso perfil a contra luz, la ventana junto al anaranjado atardecer iban a favor del chico por el que mis suspiros hacen comparecencia entre mis labios. Se me escapa un suave jadeo, tratando de que mi presencia no sea notable por ninguno de los dos adultos, medio escondido en la esquina del pasillo.

Mi padre se distrae, MinGi aprovecha para voltear su rostro fugazmente hacia mí, su mirada afilada penetrando lo poco de mi figura visible. Por instinto, me escondo un poco más.

"Así que sabías que estaba aquí"

Mi padre vuelve a abrir la boca, y en seguida el rubio le presta atención. Muerdo mi labio reteniendo una sonrisa debido a su actitud, nuevamente sumisa ante su jefe, completamente ajena a la que solo yo conozco.

Song MinGi podía tenerme completamente a sus pies cuando quisiera.

Me dirijo hacia mi habitación, en silencio, tratando de no delatarme, que mis pasos no resuenen por el hogar. Cierro la puerta al entrar, y me acuesto boca abajo sobre la cama, haciendo rebotar levemente el colchón, hundiendo la cabeza en la almohada. Resoplo, ansiando tener al hombre trajeado junto a mi mas teniendo que conformarme con mi soledad.

Mi padre es el jefe de un negocio, con decenas de empleados a su disposición, entre ellos, aquel atractivo rubio sentado frente a él como si fueran amigos de toda la vida, escuchándolo hablar sobre sus monótonas anécdotas del día a día. Realmente me compadezco de MinGi por completo, el simple hecho de pensar en tener que soportar tal suplicio a diario, haría que me replanteara completamente mi vida laboral.

Mi padre tiene unas ideas un tanto... Retrógradas respecto al amor.

Una mujer y un hombre era lo ideal, lo natural, en un matrimonio próspero y duradero con un par de hijos de por medio, entregando su vida al otro.

Una ironía que el mismo señor Kim estuviera divorciado, pero ese ya es un tema aparte.

A una parte de mí le encantaría saber, ¿Cómo se tomaría un señor con un estatus completamente formado y de bien el hecho de que su hijo fuera maricón? ¿Cómo se tomaría el saber que su empleado favorito me hacía morder la almohada cada que tenía turno en el trabajo?

Sentía curiosidad, pero ya me esperaba la respuesta que daría; soy lo suficientemente mayor, por lo que no tardaría en echarme de casa. Para MinGi sería un despido asegurado, por lo que confesar tal cosa no estaba dentro de mis planes, al menos no en aquellos momentos.

Escucho la puerta principal cerrarse, y con cierta emoción interna me levanto de la cama y camino impaciente hacia el salón, teniendo cierta esperanza de que el que hubiera salido hubiera sido mi padre.

Pero no, el viejo calvo sigue en la cocina, con una botella de vidrio verde en mano, y ni rastro alguno de Song.

—¿Con quién estabas?— Pregunto como si no supiera realmente, señalando la mesa donde la taza de café vacía reposa tibia. Mi padre me mira, como queriendo saber desde cuando estoy en casa.

𝐍𝐄𝐕𝐄𝐑𝐋𝐀𝐍𝐃 ๛ MinJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora