Cafuné | JiKookmin

O9

    
     Tan pronto como había dejado su mente en blanco, el espectro de su majestuoso Lobo de pelaje dorado se manifestó para poner en orden el desastre que era su cabeza. El animal como el Alfa que era, no tuvo reparos en demostrar su molestia por su tardanza; afirmando que estaba esperando porque esto sucediera desde hacía un tiempo.

     Nunca tuvo una conexión con el animal, porque sencillamente no fue necesario. Jamás hubo una línea que marcara donde terminaban sus deseos y empezaban los del Lobo. Después de todo, para JiMin siempre significó la representación más primitiva de si mismo y no un individuo aparte como muchos cambiaformas solían tratar a sus propios lobunos.

      Sin embargo, ese apego con su Lobo fue desvaneciéndose, perdiendo fuerza en el lapso de algunos cuantos meses. Mientras más conocía de Jeon JungKook, más negaba los sentimientos del Lobo Alfa. Por primera vez, sentía impropios sus anhelos y reacciones provocados por el joven hombre que sufría las consecuencias de un lazo roto.

      Hacerle caso a NamJoon fue una decisión acertada para obtener la paz que se le arrebató esas últimas semanas, viviendo días en que no hacía más que hundirse profundo en su asfixiante confusión y su insano afán de querer a JungKook de otras formas que no debería ni imaginar.

      Finalmente, su mente estaba en paz con su corazón y él consigo mismo.

     Salió de su departamento, luego de una ducha tibia que ayudó a quitar el rastro de aroma a arándanos que pudo dejar el Omega impregnado en su cuerpo. Su emoción burbujeaba a flor de piel por ver a JungKook, convencido de dejar de evitarlo para hacerle frente a todo lo que él le provocaba. Dejaría encerrado al cachorro asustadizo que estuvo siendo y aceptaría lo que fue evidente desde el primer instante en que sus miradas se cruzaron.

      Todavía estaba reacio a asumir que estuviese enamorado del otro Alfa, consideraba que no era un sentimiento para tomarse a la ligera; tampoco necesitaba sumarle complicaciones a la delicada situación actual. El menor tenía bastante luchando contra sus propios demonios del pasado para agregar a la lista a un tonto Alfa enamorado de su precioso ser.

     A pesar de ello, admitía que le gustaba. Le encantaba de una forma inexplicable y estaba absolutamente dispuesto a trabajar por ganarse su corazón, apenas JungKook diera el gran paso de superar a su Omega. JiMin sería paciente con el Alfa todo lo que fuera necesario; ya había probado una ínfima parte de la desolación que le generaría el perderlo y no quería experimentarlo otra vez debido a un desliz.

      Además, su Lobo le había revelado algo extremadamente importante y valioso sobre JungKook. Era algo tan único e improbable que lo tuvo en completa negación al respecto. Pero, no dudaba que en un futuro cercano pudiera entenderlo y abrazar su amor por él. Sin prejuicios que pudieran arruinar la experiencia de disfrutar al cien por ciento de aquello tan extraordinario que se le otorgó.

      Esto nuevo que iba descubriendo de si mismo también le había abierto los ojos ante las erróneas enseñanzas de sus padres y la sociedad tan cerrada en la que vivían. Desde la tierna infancia, le inculcaron que un Alfa solo podía emparejarse con un Omega, siendo esta la manera de encontrar la felicidad, la forma socialmente aceptada y correcta para los de su estirpe.

     No hubo excepciones y no las habría en un futuro, porque el Alfa estaba obligado a concebir tantos cachorros fuertes como pudiera para sentirse realizado. Obtener una manada era lo fundamental y el punto máximo en la vida de cualquiera que fuera bendecido con el subgénero que ocupa la cima de la pirámide jerárquica.

      Nunca cuestionó ninguno de sus argumentos y los había aceptado sin dilación, ciego a lo diferente que las cosas eran en realidad. A lo largo de su vida se cruzó muchas parejas no-convencionales; Alfa con Beta, Beta con Omega, pero quienes eran escasos juntos habían sido la mayoría eclipsados por el horrible estigma social. Omegas enamorados de Omegas y Alfas de Alfas eran motivo de censura en cadenas televisivas, asco en las calles de la ciudad y un trato desigual solo por amar a quienes decidieron amar.