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    Se habían sumergido tanto en el otro que el tiempo pareció detenerse exclusivamente para ellos. El calor del momento aflorando sensaciones y sentimientos desconocidos para el par de Alfas.

      JiMin fue lo suficientemente valiente para tomar el control, se dejó llevar para saborear aquellos belfos de un rosado natural y encantador a la vista, los que se negó de manera rotunda el siquiera tener pensamientos sobre probar. Pero, sin duda, la espera antes de ese instante había valido completamente la pena.

     Pronto, ambos se encontraron concentrados en internarse a lo nuevo y desconocido, explorando lo incorrecto, disfrutando de manera culposa el elixir prohibido que los guiaba hasta la cúspide de la locura. Fundiendo sus sentidos y dejando a un lado el raciocinio que los anclava a la realidad para convertirse en bestias salvajes sedientas por el control.

       JiMin apretaba de vez en cuando aquella cintura estrecha, que calzaba perfectamente bajo las palmas de sus manos, como un llamado de atención silencioso para JungKook. Su lobo movía la cola completamente encantado con la idea de dejar una marca allí; de hecho, deseaba salpicar toda esa sedosa piel escondida bajo la ropa con marcas tan hermosas como las estrellas que eran testigos de aquel acalorado primer encuentro entre sus labios.

     Sin embargo, el hechizo en el que se veían envueltos se rompió en cuanto JungKook pareció caer en cuenta de lo incorrecto que resultaba aquello ¿Cómo podía estar besando a Park JiMin, su amigo y quién era un Alfa igual que él?

     Reunió las fuerzas que olvidó poseer y lo empujó por el pecho, provocando que retrocediera unos cuantos pasos y lo soltara finalmente.

—¿¡Qu-Qué mierda crees que estás haciendo!? —el gruñido retumbó en su pecho y sus colmillos picaron  en sus encías por clavarse en la yugular del otro Alfa. No podía recordar la última vez que se había sentido tan furioso con alguien.

     Park no debería estar encantado por lo que sus ojos estaban presenciando, JungKook con las cejas fruncidas en una expresión difícil de descifrar para él. Ojos rojos a juego con aquellos labios brillantes por el rastro de saliva que había quedado en ellos.

     Se observaron una vez más, la respiración errática de ambos rompiendo el silencio de la noche.

—Eres un imbécil —la voz de JungKook había sonado temblorosa esta vez, frágil; como si él fuese a romperse en cualquier momento. Quiso acercarse para solucionar lo que había provocado, pero no alcanzó ni siquiera a rozar el brazo del Alfa cuando este le gruñó en advertencia. —No, no me toques.

      No lo detuvo cuando él paso por su lado, empujándolo por el hombro con fuerza y azotando la puerta del departamento a su espalda. Dejando todo el rastro de aquel insoportable, pero excepcionalmente delicioso, aroma a chocolate en el aire.

     Se odió por haber sido tan débil ante los deseos retorcidos de su lobo.

     No obstante, ni todo el desconcierto impidió que pasara la lengua por sus labios, donde aún podía sentir el cosquilleo único que habían dejado los labios de Jeon JungKook.







·⸙;



     Oficialmente había pasado una semana sin tener noticias del menor, y aunque pretendía entender que ambos necesitaban su espacio después de aquel empedernido desliz, no podía ignorar la punzada en su pecho cada vez que sus pensamientos se desviaban al otro Alfa.

    ¿Qué esperaba? dejó que sus emociones desbordaran y le gritó que era un mocoso para después comerle la boca. Lo dominó a su antojo y exploró el sabor de sus labios hasta saciar la llama del deseo que se había encendido para volverse cada vez más grande con el pasar de los días. Incluso, siendo consciente de lo incorrecto que era cuando ambos eran Alfas, eso no lo detuvo de disfrutar cada segundo.

Cafuné | JiKookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora