Tan solo besos

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Los custodios de Licanor Zapata y a su lugarteniente Bruno llevaron, como su jefe había ordenado, directo al aeropuerto. Desconcertados, ambos sospechosos, exigieron de inmediato hablar con sus abogados, especialmente cuando los subieron a un avión para transporte de prisioneros.

— Exijo saber donde nos llevan — Licanor hablaba altaneramente.

— ¿Qué harán con nosotros? — Exigía Bruno un tanto más nervioso que su secuaz.

— Si fuera por mí, los dejaría caer en medio del mar — Frederick había subido al avión casi en el momento que ello lo habían hecho.

— Esto es profundamente arbitrario, usted no tiene derecho de trasladarnos de este modo — El irritante tono Licanor comenzaba a exasperar a Frederick.

— Y por lo que a mí respecta usted no tiene ningún derecho, han sido arrestados, bajo sospecha de atentar contra la ley patriota.

— ¿Ley patriota? — Licanor pregunto nervioso.

— Exacto — Frederick sonrió — ustedes, desde ahora ya no son criminales corrientes — el general Celastro mostró una amplia sonrisa— ahora duérmanse.

— No pienso dormir, esto es un atropello a mis derechos civiles

— Magama — Por un momento, antes de caer rendidos ante un inexplicable cansancio, Bruno y Licanor habrían jurado escuchar una curiosa voz que provenía del bolsillo del general Celastro.

— Gracias Yuki — el general habló cuando los dos hombres cayeron dormidos.

—0—

El plan de sus amigas había dado inicio, Nathy esperaba, solitaria y nerviosa, sentada en la cornisa de una ventana en el precioso castillo que los hospedaba, la noche había comenzado a mostrar su magnificencia, despertando un precioso cielo estrellado y una radiante luna; el lugar no había sido escogido al azar: se encontraba en el jardín del palacio, esperando a que Yin despierte, pues Dhía lo había dormido con polvo del sueño y traslado al lugar con ayuda de Relianse. Nathy, por tanto, velaba el sueño de su amigo por unas horas, así como el había velado el sueño de Nathy por trece años. Dhía y Relianse esperaban causar, de ese modo, el perfecto y emotivo momento romántico para ambos.

Pronto, Nathy fue arrancada de sus nerviosos pensamientos, sintiendo como, tras ella, el silfo comenzaba a despertar… el corazón del hada dio un brinco en cuanto percibió como Yin se incorporaba..

— ¿Qué ocurre? — Yin despertó confundido, y algo asustado al verse en el jardín.

— Nada, solo te veía dormir —Nathy sorprendió con su presencia al silfo.

Fue cuando Yin cayó, finalmente, en cuanta de la situación: se encontraban solos en aquel jardín, en aquella maravillosa noche, y por gracia o por suerte, Felipe parecía no tener la menor intención de importunarlos, por lo menos de momento.

— Así que fue de este modo — Nathy volvió a sorprender al silfo sacándolo de sus pensamientos mientras este se preguntaba quienes, y como, lo habían trasladado a ese lugar.

— ¿Así fue qué?

— Así fue como velaste mi sueño tantos años — por un instante Nathy parecía sumamente madura — tu y yo solos en un sinfín de maravillosas noches.

— No fueron precisamente maravillosas — por un instante Yin recordó la pena y la culpa de ver indefensa a su querida Nathalie.

— Lo fueron para mí — Nathy respondió sonrojándose — de un modo u otro, en mi sueño, siempre sentí tu presencia… siempre me sentí protegida.

Nathalie y los Portadores de los ElementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora