Las pruebas de los reyes dragón, la prueba de Cinta Penyair

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Tan pronto el grupo ingresó a la sala del trono de los dragones, la cual se encontraba en penumbra tal y como había ocurrido el primer día, fueron recibidos con la tenue iluminación del centro de la sala así como de los tronos de los dragones que ya habían puesto a prueba a sus campeones y campeonas.

— Así que es mi turno — una voz sumamente serena se abrió paso en el ambiente, y mientras hablaban una llama roja ilumino a un dragón aparentemente joven — Yo soy Cinta Penyair, la encarnación del amor, de la poesía y de la amistad, yo soy la guía para las amistades dañadas, para los sueños terminados, para los finales felices y para los tristes también, escuchen con cuidado lo que tengo que decir:

En lo profundo de una amistad

De un sueño, de una hermandad.

Una agonía se ha creado

Y el dolor fuerte ha calado:

Dos hermanas se han perdido,

Dos almas han huido,

Dos almas que claman consolarse,

Dos almas que buscan reconciliarse.

Escuchen, campeonas mi condición:

Encuentren a las hermas sin perdición,

Reconcilien a las princesas sin tardanza

O su fracaso no tendrá semejanza

Sin saber exactamente como, Nathy y Dhía se vieron transportadas a un desolado y congelado paraje: la nieve cubría absolutamente todo en aquel lugar y el viento helado calaba los huesos… a lo lejos se divisaba un solitario y extraño palacio al parecer hecho tan solo con gigantescos cristales.

Las dos amigas comenzaron a volar hasta aquel palacio mientras que, en el hemiciclo de los dragones, sus compañeros contemplaban el cruel paisaje que rodeaba a ambas hadas.

Tras volar varias horas en aquellas crueles circunstancias, las dos compañeras decidieron detenerse, para obtener refugio en una cueva que Dhía logro divisar.

— Juraría que ese castillo se veía más cerca de lo que está en realidad — Nathy rompió el silencio que se había formado.

— Aja — fue todo lo que Dhía otorgó por respuesta.

— Me pregunto si todavía queda mucho por volar — continuó  Nathy.

— Yo también — respondió Dhía con tono molesto.

— ¿Cómo serán las dos princesas que debemos encontrar? — Nathy comenzó a divagar.

— Nathy — Dhía interrumpió visiblemente molesta —estoy intentado encontrar leña para no morir congeladas, así que si no te molesta, ¿puedes callarte un momento?

— Bueno — Nathy despreocupadamente comenzó a canturrear una  melodía con las instrucciones del dragón.

— ¡Basta! — Dhía por fin explotó — no puedo ni siquiera buscar leña contigo importunando de esa manera.

— Pero, si allí hay algunas ramas — Nathy señaló un rincón de la extraña cueva, donde obviamente una planta se había marchitado quedando absolutamente seca y apta para el fuego.

— Ya la había visto — masculló Dhía, mientras agrupaba las ramas y se disponía a encender el fuego.

— ¡Tuli! — exclamó Nathy señalando a las ramas, al tiempo que una cálida hoguera se iniciaba.

— Yo podía hacerlo sola — Dhía refunfuño y se dispuso a dormir — buenas noches Nathalie.

— ¿Dhía? — tras unos minutos sin poder dormir, y tras haber canturreado nuevamente la canción del dragón, Nathy cortó el silencio — ¿duermes?

Nathalie y los Portadores de los ElementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora