Las cosas había salido prácticamente pedir de boca, los hombres de Celastro habían capturado al General Zapata y sus lugartenientes en medio de aquel incendio, y aunque no habían aún pruebas suficientes para que se pudran en la cárcel, el general sabía bien cómo manejar un pequeño as que tenía oculto bajo su manga.
— ¿En qué piensa general? — Bismark interrumpió el flujo de pensamientos de Frederick
— En cómo lograr lo que necesitamos — el general retornó a la realidad — ahora a las ambulancias.
Ambos hombres dieron las órdenes de partida a los paramédicos, quienes ya se impacientaban por aquella tardanza, al parecer injustificada, por parte de los oficiales de policía. Bismark encabezó la caravana de oficiales que se dirigían a la estación central, donde los sospechosos que no habían sido demasiado afectados por el humo serían interrogados; otro oficial de alto rango organizaría la internación y custodia, en un hospital Estatal, de aquellos sospechosos que hablan sido afectados por el humo y el fuego; finalmente el mismo Frederick, y Yuki quien se encontraba escondido en el bolsillo de su camisa, escoltarían una solitaria ambulancia hasta una clínica privada, donde Frederick buscaría la mejor manera poner en marcha su plan, uno que el destino, y la suerte, le habían proporcionado con eficiente cordialidad.
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— Ro…he…li...ne r…avi… — una extraña voz susurraba en la mente de Relianse, sin embargo el hada estaba lejos de prestarle atención a esa voz, en su mente solo había espacio para Felipe… para Felipe y para su perfecta incompetencia a la hora de salvarlo.
— ¡Haz algo! — Nathy había exclamado con lágrimas en los ojos — ¡haz algo ya! — Relianse no puede evitar ver la desesperación en los ojos de su amiga
— Roheli...ne r…avi… — La voz en la mente de Relianse se hace más clara, aunque el hada sigue sin escucharla con claridad.
— Relianse, vamos…— la voz de Yin, es esta vez, la que saca de sus pensamientos al hada, su rey le pide, le da una orden, casi una súplica, pero ella sabe que no puede hacer nada por ayudar
— Roheline r…avi… — solo poco más claro, sin embargo quien susurra aquellas palabras, una reina, sabe que su pequeña aún no presta la atención necesaria. La reina busca en el corazón de su hija, la reina encuentra una luz y reza por qué esa luz se mantenga.
— Tu puedes — Semth menciona, con la autoridad de un alto elfo, aquellas palabras, le muestran que el dios de los sabios y los hechiceros ha oído las plegarias de la reina, finalmente ha hablado quien debía hablar.
— Roheline ravi — el susurro se apodera completamente de la mente de Relianse.
— ¡Roheline ravi!— Relianse grita con todo su ser.
Repentinamente una burbuja de aire brota de las manos de Relianse, esta burbuja logra posarse en el cuerpo moribundo de Felipe, para finalmente entrar dentro de su cuerpo. Para extrañeza de muchos, incluso de la misma Relianse, la burbuja vuelve a brotar del cuerpo, aunque esta vez, llena de un viscoso líquido verde… el veneno de la mantícora. Nerviosos todos observan como la vitalidad regresa al cuerpo de Felipe en el mismo momento que la burbuja, con todo su contenido, desaparece en el aire.
Mientras todos se aproximan a Felipe para asegurarse que se encuentra bien, Semth tiende una mano a Relianse.
— Sabía que lo harías — El elfo le habla al hada mientras esta se sienta en la palma de su mano.
Y así, mientras todos se preocupan por Felipe, Semth solo se preocupa por Relianse, quien queda agotada por el poderoso hechizo. El elfo sonríe alegremente mientras observa la ternura con que Relianse ha caído, presa del agotamiento, dormida en la palma de su mano.
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Nathalie y los Portadores de los Elementos
FantasíaLa vida de Nathalie, una muchacha que asegura tener como amigo a un silfo, conoce auqella mañana a Felipe, un nuevo vecino que comparte importantes momentos con ella Tras un trágico suceso, Nathy descubrirá que puede vivir una serie de aventuras que...